Marcia Tórrez Borroto, una abuela cubana que vive con su nieto discapacitado en Chambas, Ciego de Ávila, denunció la precariedad de su situación, al tiempo que el gobierno de su localidad se ha desentendido de su caso.
Tórrez Borroto, de 66 años, quien reside en el poblado de Falla y es el sostén principal de Manuel Alejandro, su nieto de 15 años que padece parálisis cerebral, mostró la precaria situación en que sobreviven.
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Ambos residen en una vivienda sin persianas, donde los vanos de las ventanas han sido sustituidos por bloques que se cubren con trapos. Además, la silla de ruedas en que su nieto pasa la mayor parte del día ha tenido que ser amarrada con alambre y una tabla en el espaldar para que no se caiga.
La anciana lamenta la desidia de Lourdes Ulacia, la delegada del gobierno en su pueblo, a quien le ha pedido ayuda y nunca le ha dado una solución, pues solo se dedica a “estar en las tiendas en MLC”.
“Yo pienso que alguien en este país tiene que hacer algo por él (…) Yo llamé a la ACLIFIM, yo llamé a todas partes”, se queja la abuela cubana, mientras muestra la silla de ruedas desvencijada que usa su nieto.
Tórrez Borroto compartió además imágenes que confirman las condiciones críticas en que se encuentra el baño donde, con la ayuda del padre del niño, que los visita diariamente, baña a su nieto.
“Nunca me han querido resolver ni un azulejo”, lamenta.
Esta mujer, que se irrita cada vez que ve en el televisor propaganda oficial sobre el trato que reciben los discapacitados en Cuba, espera que su caso llegue al presidente Miguel Díaz-Canel.
Manuel Alejandro es huérfano desde los dos años, pues su madre fue atropellada por un dirigente del central aledaño Enrique Varona, que conducía en estado de ebriedad.
Desde el fallecimiento de la madre, la anciana ha tenido que hacerse cargo del niño, quien ha pasado largas temporadas ingresado en hospitales de La Habana y Santa Clara.
A raíz de una denuncia anterior, el gobierno le llevó dos persianas para calmarla y que no siga difundiendo las condiciones en que vive con su nieto. Pero su caso sigue sin una solución efectiva y permanente.
A finales de junio, Yanilys Sariego, madre de un niño cubano celíaco, denunció el elevado costo de los alimentos que el gobierno vende para estos pacientes y exigió su derecho a tener una vida digna en Cuba.
En un post en Facebook, titulado “El precio de ser un enfermo celíaco en el 'paraíso socialista'”, la joven activista cubana, residente en Matanzas, lamentó que en el camino “de acompañar la enfermedad de mi hijo” ha encontrado muchas puertas cerradas, “principalmente las institucionales” a cargo del gobierno.
Afirmó que la hambruna en Cuba, agravada por la dolarización de la economía y la falta de voluntad gubernamental, deja a niños como el suyo fuera de una ecuación muy importante: el derecho a una vida digna.
También en junio, Arístides Rizo Pedroso, un cubano residente en La Habana y obligado a permanecer en silla de ruedas por problemas de salud, denunció que sufre desatención por parte de las autoridades y falta de medicamentos.
“Estoy mal, lleno de escaras, lleno de huecos... Hay veces que es de estar acostado en la cama, estoy encamado, estoy jodido. Me salen todos estos huecos, pero bueno... si no tengo para curarme, ¿qué voy a hacer? Si no vienen a curarme ¿qué voy a hacer yo?”, lamentó Rizo Pedroso en sobrecogedoras declaraciones a Cubanet.
“Al principio me atendían en el consultorio médico, en el hospital, me atendían bien, pero de un tiempo para acá es que no veo ayuda de nada. No hay antibiótico. No hay medicamentos, no hay apósitos para curarme. Las enfermeras no vienen a curarme aquí”, añadió el hombre, quien asegura que desde hace 10 o 12 años tiene que resolver por sus propios medios.
Con el llamado ordenamiento monetario, iniciado en enero de 2021, el gobierno cubano eliminó muchas gratuidades y subsidios e incrementó precios de productos y servicios, lo que, a pesar de la subida salarial, perjudicó a los sectores de la población más desfavorecidos.
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