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Attys Luna Vega Valdés (La Habana, 1993) De casta trajo la pasión creadora, la indagación y la sensibilidad de quienes gozan la música como alma de los pueblos, acunan libros imprescindibles y saben posar la cámara donde el resto de los humanos no ve.
Emigrada con casi dos años, París ha sido una fiesta para ella; pero sin perder contacto con esa ceiba que es Cuba para todo transterrado que -como cualquier caracol- anda siempre con su casa a cuesta.
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Música de rap y otros ritmos urbanos como corresponde a una mujer del siglo XXI; cineasta con formación en la Ciudad Luz y Chile; y lectora de oquedades de las orillas del Sena, el Mediterráneo y el malecón habanero, Attys Luna cuenta a CiberCuba su pasión por las rimas y su fe en la grandiosa cultura cubana y su amor por las salas de cine tradicionales, donde la oscuridad ilumina.
Muchas personas saben que eres hija de Zoé Valdés y Ricardo Vega, dos reconocidos creadores cubanos, pero pocas saben que eres bisnieta del repentista Justo Vega.
A mi bisabuelo no lo he conocido en persona, pero su espíritu esta siempre conmigo. Recuerdo que, cuando era niña, mis padres me hablaban de él con admiración, yo veía los videos que hay en Youtube, y me fascinaba, su imagen, sus palabras, sus versos. Hoy, para mí, representa algo que ya casi no existe: la poesía, y sus misterios, la soledad que viene con ella y cómo -de repente- reúne a la gente y le da sentido a la vida.
Empecé a escribir desde pequeña, poesías, y a hacer rap a los 16 años, formé parte de un grupo de mujeres raperas que se llamaba Cobra. No he crecido en el campo, tampoco tengo el talento de la improvisación y del chiste, como mi bisabuelo, pero sí lo que me une a él es el amor de las rimas. Mi tía, Raisa Casuso Vega, escribió un libro sobre su vida, la novela testimonio "Porque soy hombre no lloro…", ese libro me permitió conocerlo aún más y mejor.
Acabas de presentar la película "Ceiba" en París, que irá a festivales en Europa y se verá en Miami. ¿Cómo es tu cine?
El cine que me gusta hacer es sincero, honesto, intuitivo. En mis próximas películas, quiero hablar de Cuba, de la cultura cubana, quiero de hecho adaptar la vida de mi bisabuelo al cine, y también adaptar libros de mi madre al cine. La cultura cubana me acompañó toda la vida, la llevo en mi corazón. Es como una fe.
Me gustó y me intrigó mucho observar a mi madre, a mi abuela, a las amigas de mi madre, mujeres cubanas, fuertes, que se mueven, hablan y trabajan. Sus silencios tuvieron un impacto fuerte sobre mí, y sus palabras, locas, cómicas y sin concesiones dieron sabor a mi vida. Me fascinó, me dio risa, y entendí que eso lo quería conservar. Por eso, a través de las películas, quiero hacer revivir estos instantes.
La diferencia, entre antes y hoy, es cómo se ven las películas, con todas las plataformas, menos gente va al cine. La sala oscura lo cambia todo, cambia la experiencia que uno tiene de la imagen, del sonido, de la película. No hay que olvidar esa diferencia.
Mujer y creadora en el siglo XXI, que tiene luces y sombras, como la humanidad. ¿Qué te duele, qué te conmueve, qué te hace feliz?
Me duele la maldad humana, la falta de honestidad y la negación. Me conmueve la gente que da, qué confía y dice la verdad. Me hace feliz bailar, cantar, moverme, estar con mi familia, mis amigos, trabajar, hay que disfrutar porque la vida puede ser corta.
¿Qué ventajas tiene venir de una saga notable de creadores?
Para mí, ser hija de creadores siempre fue una ventaja. Tuve acceso a libros, películas, obras, desde muy pequeña, conocí a artistas, como Ramón Unzueta, Guido Llinás, Roberto García York, Jorge Camacho, Gina Pellón, Joaquín Ferrer, Sita Gómez, Lucrecia, Guillermo Cabrera Infante, José Triana… que me abrieron un mundo mágico. Mis padres siempre estuvieron a mi lado, apoyándome en todo. La ventaja es tener padres que te quieren y te dan valor, que sean creadores o no, no es lo importante, lo importante es la forma en que están a tu lado, y la forma en la que te transmiten sus pasiones.
Por nacimiento y pasión eres cubana; por vida y formación, francesa. ¿Cuánto se parecen Cuba y Francia?
Francia y Cuba son dos países donde hay mucha mezcla, orígenes distintos. Pero, para mí, no se parecen mucho. La forma de hablar, de moverse, de bailar, la comida… ¡Nada que ver!
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