Sacerdote cubano Alberto Reyes: "No veo a mi pueblo feliz"

Dijo, también, que ve al pueblo de Cuba “agobiado, arrojado a una existencia que es continuamente hostil”.

Sacerdote cubano Alberto Reyes © Facebook/Alberto Reyes
Sacerdote cubano Alberto Reyes Foto © Facebook/Alberto Reyes

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Este artículo es de hace 2 años

El sacerdote cubano Alberto Reyes, asegura que “no veo a mi pueblo feliz” en una profunda y crítica reflexión sobre la realidad cubana compartida en sus redes sociales.

“No veo a mi pueblo feliz. Por el contrario, lo veo agobiado, arrojado a una existencia que es continuamente hostil”, apuntó este miércoles en Facebook el párroco de Guáimaro, municipio que pertenece a la diócesis de Camagüey, reconocido por ser una de las voces críticas dentro de la isla.


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El religioso argumentó que “la lista de las luchas cotidianas es interminable: alimento, vestido, transporte, asistencia médica, economía personal, incluso el descanso”.

Captura Facebook/Alberto Reyes

También apuntó que en Cuba “las familias emigran, los amigos emigran, la vejez se vuelve insegura y precaria, los sueños caducan”.

Dijo que en la isla hay “un pueblo sin derecho a la comodidad, al disfrute, ni siquiera a la belleza… Y es un pueblo que se debate cada vez más entre la búsqueda de la libertad y el miedo, entre un ‘¡Basta ya!’ que le rompe el pecho y una autocensura tan inexplicable como cierta”.

El padre Reyes en su reflexión comentó, además, que “no veo a mis curas y monjas felices. Por más que intentamos ayudar, escuchar, consolar… no damos abasto, nunca”.

Aseguró, que también ellos viven la “tristeza de un pueblo sin espacios para cultivar su fe. No es tan fácil encontrar tiempos para Dios cuando los hijos tienen hambre y el dinero, definitivamente, no alcanza”.

Tampoco, dijo, “no veo felices a los que nos sirven socialmente: ni a los de la empresa eléctrica, ni a los médicos, ni a la bodeguera… Hacen lo que pueden, sirven hasta donde pueden, pero ellos también tienen sus batallas y un pan que buscar para llevar a la mesa”.

Comentó, además, que “no veo felices a los policías, ni a los de la Seguridad del Estado. Los veo tensos, en perenne alerta, impacientes, agresivos. Entiendo que es difícil tratar de controlar a un pueblo que ni los quiere ni confía en ellos”.

El sacerdote apuntó que “debe ser difícil convivir en el barrio con gente que te sonríe por guardar las formas; debe ser difícil no poder confiar en nadie o en casi nadie, vivir sabiendo que un paso en falso puede costarte todo lo que has construido, que no puedes darte el lujo de tener un sistema de valores diferente al discurso oficial. Debe ser difícil tal vez convivir con una esposa o unos hijos que en la intimidad blindada del hogar también te dicen: ‘¿Hasta cuándo va a ser esto?’”.

No creo que la horda de vigilantes y delatores de barrio sean felices. No es sencillo vivir con el miedo a ser descubierto y aborrecido, o con la sensación de que los demás, en realidad, saben. No es reconfortante haber ayudado a construir un mundo donde nadie sabe quién es nadie, ni tú mismo”, sostuvo el religioso en su reflexión.

El padre Reyes consideró, además, de que no cree, en realidad, que los gobernantes de la isla sean felices, “ni que vivan en la satisfacción de una vida dedicada a un pueblo que, en compensación, los respaldaría y amaría”.

No debe ser consolador vivir entre un pueblo que en su presencia los aplaude y en su ausencia huye en masa o sale a las calles pidiendo libertad”, sostuvo el sacerdote, quien no descartó que su mirada se haya vuelto negativa o que cargue con una depresión que no le han diagnósticado.

No obstante, concluyó, “también podría ser que tenga razón, y que no somos felices con lo que hemos construido. Y si es así, ¿no podríamos entre todos empezar a buscar el modo de que sea diferente?”.

Al padre Reyes le aplican los mismos procedimientos de hostigamiento que a otras voces críticas y opositoras el régimen en la isla.

En julio último denunció que estuvo cuatro días sin el servicio de Internet. “A la situación desesperante de apagones, calor, mosquitos y un largo etcétera, se ha sumado el hecho de que llevo cuatro días sin internet, coincidentemente alrededor de la fecha del 11 de julio”, se quejó el religioso, quien precisó que aunque los celulares a su alrededor mantenían su conexión a las redes, el suyo no podía.

“De momento he entrado a Facebook y me he fijado en el conocido ‘¿Qué estás pensando?’, y mi mente se ha iluminado, porque me he dado cuenta de que estoy pensando plantarme delante de la oficina de ETECSA en Esmeralda, donde vivo, con un cartel que diga: ¡ETECSA está bloqueando mi acceso a internet’”, precisó.

“Yo sé que no es ETECSA, porque ETECSA no se manda, ETECSA tiene sus amos, pero como el servicio, que no es gratuito, lo ofrece ETECSA, pues a ella habrá que recurrir como si fuera la responsable”, admitió el sacerdote, residente en la provincia de Camagüey.

También a finales de 2021, en un significativo texto que tituló en Facebook “Entre miedos y esperanzas” el sacerdote cubano afirmó sin rodeos que los cubanos están “cansados de una vida miserable sin otro horizonte que la emigración”, al tiempo que reflexionó sobre cómo a las autoridades del régimen cubano no les interesa el diálogo para resolver los problemas del país.

En esa oportunidad el párroco se refirió a un acto de repudio que un grupo de personas le hicieron el 15 de noviembre, mientras estaba en el Arzobispado de Camagüey, y a otro suceso similar del que fue víctima por esos días, en su parroquia del poblado de Esmeralda.

El sacerdote también ha hecho varios llamados a la unidad en apoyo a los presos políticos cubanos tras las severas condenas impuestas a participantes en las protestas del 11J, al tiempo que pidió a los que imparten justicia en Cuba que entiendan que están actuando mal.

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