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El reconocido pintor cubano Cosme Proenza Almaguer falleció en la madrugada de este lunes en Holguín a consecuencia de la COVID-19, según informaron fuentes familiares.
Sandra Proenza, hija del artista, dio a conocer en sus redes sociales la noticia del deceso, ocurrido poco antes de las 4 am, y adelantó detalles del sepelio.
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"Acaba de fallecer mi padre Cosme Proenza Almaguer después de varios días en lucha por su vida en el hospital de nuestra ciudad, se encontraba con COVID. Sus cenizas serán llevadas a su tierra natal junto a sus padres".
El artista había ingresado el martes último en el Hospital Provincial Universitario Vladimir Ilich Lenin. En las últimas horas su estado se había deteriorado, se encontraba ventilado y reportado de “muy grave”, dijo a CiberCuba una persona cercana al pintor.
Cosme Proenza Almaguer nació el 5 de marzo de 1948 en el poblado rural de Tacajó, municipio Báguanos, en la provincia de Holguín. Al momento de su muerte tenía 74 años.
Pintor, dibujante, ilustrador, grabador y muralista, desarrollo además una amplia labor como docente e investigador.
Su obra, esparcida por el mundo en más de una treintena de muestras personales y colectivas, y murales, se caracteriza por la reapropiación de los códigos de la tradición del arte universal y una imaginería personal que proporciona al conjunto de su trabajo un particular ambiente mitológico.
Sus pinturas han sido admiradas en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, el Museo Nacional de Bellas Artes, en Krasnodar, Rusia, así como en el Instituto Superior de Bellas Artes de Kiev, en Ucrania y hasta en el Museo del Vaticano.
Asimismo, su arte ha ido a parar a coleccionistas privados en Polonia, Ucrania, México, Rusia, Checoslovaquia, Laos, Vietnam, Italia, Venezuela, Perú, Bolivia, Nicaragua, Georgia, Costa Rica, Estados Unidos Austria, Francia, Panamá, Alemania, Puerto Rico y España.
Su legado, desde Holguín y para el mundo, cuenta con los trazos de Mujer con sombrero y los claroscuros de Año Cero, que fue puesta en movimiento por la compañía de danza contemporánea de su tierra natal, Codanza.
Cosme también lega al patrimonio cultural series como Boscomanías, Manipulaciones y Los dioses escuchan, en las que se observan la mitología y la intertextualidad a través del estudio de los códigos del arte europeo.
De igual modo rindió tributo con su pincel a joyas de la literatura cubana como Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, y Jardín, de Dulce María Loynaz.
Su obra profunda es admirada por públicos de todos los estratos sociales, más que nada por su belleza, misterio y su capacidad para seducir, cuestión que resaltara como atributo de la creación artística el pintor en una entrevista en 2020: “Lo grande que tiene el arte es precisamente su capacidad de expansión. La belleza es imperdonablemente adhesiva, no hay manera de escapar de ella”.
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