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Yoshvani Medina (Pinar del Río, 1967), los tirantes más irreverentes del mundo cultural cubano; con los que ha paseado por París, España y Broadway conmoviendo a espectadores con la ironía del transgresor, la rabia del censurado desde chiquitico y el pozo de los socráticos.
Cada noche abre de par en par las puertas de "El Ministerio de mi Interior" y convierte a Youtube en jardín del Edén, donde ríen y lloran perdedores, ganadores y neutrales; convocando a lo peor de cada casa y caso; aguijoneado por Indalecio Sobrado, alter ego jiribilla que aguajea con Platón y camina como Chencha la gambá.
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¡Señores y señoras, ladies and gentleman!: la revolución está hecha. Ni canta ni baila, pero no se lo pierdan.
¿Cómo ves el panorama cultural cubano contemporáneo?
Cuba es varias Cuba: la Cuba de adentro, donde lo que no es obligatorio es ilegal, y la Cuba de afuera, separada de la realidad de la isla, mas no inconexa. Nuestra cultura es clandestina, los de la isla no tienen derecho a decir lo que piensan; los de afuera no tienen tiempo de pensar lo que dicen. Nos necesitamos, nosotros, que no podemos parar de sospecharnos.
La censura es el combatiente que siempre acompaña a la creación en Cuba, ¿cómo lidiaste con ella?
Yo nací con la censura, para mí era una de las reglas del juego. Más bien la extrañé cuando me fui de Cuba. De pronto era como si hubiese perdido contra quién o contra qué escribir. En Cuba me la pasé contornando la censura, cultivando el vergonzoso arte de jugar con la cadena sin molestar al mono. Una cobardía ingeniosa y ponderable, como la mayoría de las obras de arte que se generan bajo la bota.
Broadway y Europa han disfrutado de tu talento como hombre bellas artes, ¿cuéntanos como fueron esos extravíos?
Yo los disfruté más. Diez obras en el sistema de escenas nacionales en Europa, doce en el circuito Off Broadway, en New York.
Sentir la adrenalina de las producciones, tan diferentes de uno a otro país. De Francia me llevé la presión de la prensa; que llegó a comparar el final de mi obra “Suicídame” con el final de “El águila de dos cabezas”, de Cocteau, y el entusiasmo del público, que lo mismo es capaz de romper los tickets y tirarlos en escena al final de la obra, que esperarme a la salida del teatro para vitorearme como una estrella de fútbol. De Bélgica me llevé la deferencia de que me hayan publicado la última obra que escribí en francés: “¡Merde!”, en una editorial donde estaba el Premio Nobel del año anterior. De España me llevé su savia primigenia, allí comprendí por qué soy como soy, por qué los españoles son como son, y por qué tienen esa simpatía natural hacia el poder en Cuba.
A New York llegué por el camino más difícil: ganando el Gran Premio de Dramaturgia Repertorio Español en 2010, uno de los más transcendentales teatros norteamericanos en la lengua de Cervantes. Me ofrecieron una residencia de artista para dirigir la obra, y en el grandísimo apartamento que me facilitaron había un piano, así que por el día dirigía “Probation”, cuyo estreno fue cubierto por el New York Times, y por las noches componía “Huelga de Sexo”, mi primer musical, que estrené en otro mítico teatro, el Thalía Spanish Theater.
Será inolvidable para mí aquel Festival del Comisionado donde ganamos seis premios con mi obra “Matemática del deseo”, incluyendo Mejor texto original, Mejor Director y Mejor Actor.
Son deslices que le perdono al ego, en nombre de mi lucha contra el Alzheimer.
La irreverencia inteligente es una de tus señas de identidad, ¿cómo la reciben tu público y la sociedad?
Yo pensaba que me recibían mal, nunca he sido un artista popular. Tuve un teatro durante siete años y estábamos sold out (agotados) y felices con 75 espectadores. Ahora nos miran al mes más de 32 mil personas y yo trato de visualizar ese público todas las noches, trato de ponerme en su lugar y darles lo que a mí me hubiera gustado que me dieran: la verdad de un hombre que viene a exponerse, a compartir lo que es constante y fundamental en el ser humano.
Al principio, cuando tanto me reía, creyeron que sobreactuaba; después me vieron llorar y empezaron a hacerse preguntas. Hoy lloran y se ríen conmigo, y lo gozamos, lo gozamos con todas nuestras fuerzas, porque sabemos que, como los grandes amores, en cualquier momento puede terminarse.
Y es que mi programa lo hizo mi público, a través de sus comentarios me dijeron cómo tenía que portarme, comprendieron mi risa, me perdonaron mis lágrimas, asimilaron mis malos chistes, y hoy somos amigos compartiendo un programa a las 10 de la noche, en el lugar más inesperado. Yo soy un milagro de mi audiencia, yo no nací en las redes, me resucitó mi público, pedazo por pedazo, de la tumba del olvido. Regresaré al teatro el día que pueda tenerlos a todos en una sala y pueda abrazarlos uno por uno, al final de mi stand up comedy.
Has creado un talkshow en Youtube, en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué pasa en el programa cuándo los abres y cuándo los cierras?
Esta pregunta parece salida de un segmento del programa llamado “El Ministerio de mi Interior”. Te diré que cuando abro los ojos veo en el monitor un hombre que se parece a mí, un tipo que perdió cuarenta libras y la mitad del pelo el año pasado y, que mientras hace UBER por las calles de Miami, imagina el monólogo del programa de hoy. Cuando cierro los ojos me veo viajando el mundo entero con mis amigos del programa, esos que me sacaron de las tinieblas y me han puesto donde creen que debo estar. Con mucho sacrificio he logrado ingresar en la Asociación Norteamericana de Agentes de Viajes, he abierto una compañía que se llama Parte Tours, que propone viajes artísticos por el mundo entero, viajes donde siempre hay un taller práctico y creativo (literatura, fotografía, teatro, música, canto, humor), donde se viaje creando, y yo pueda explorar el mundo con esos que me trajeron de vuelta a la vida.
Y ahora vas a publicar un libro, ¿qué quieres contar?
El que publicará el libro es un señor que se llama Indalecio Sobrado, que trabaja conmigo en el programa. Indalecio hace unos monólogos donde habla cosas de actualidad utilizando una suerte de “aguaje filosófico”, de “guapería lírica”, que tiene el don de disparar el rating del programa. Por mi parte, no pienso publicar más que esas dos horas de show diario por mi canal de YouTube.
En abril, durante el primer viaje organizado por mi nueva empresa, podré hablar con mis seguidores, y determinar qué haré con mi carrera. Por el momento quiero agradecerle a CiberCuba esta oportunidad, y decirles que estamos en el mismo bando, somos perros de la misma jauría que, de olernos, sabemos quiénes son nuestros amigos.
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