60 años del primer gaznatón soviético a Fidel Castro

La invasión rusa a Ucrania evidenció que la Guerra Fría y la amenaza nuclear no son peligros pasados.

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Hace 60 años, un bodeguero de Sagua la Grande bajó la puerta enrollable y metálica de su tienda y, camino a casa, quedó cegado por la repentina oscuridad que se adueñó de la villa, por donde empezaron a pasar zorras, cargadas con largos tubos ocultos, que cogieron en vuelta del Camino de los rusos.

Villoldo, un agente de la CIA en Cuba, que había recibido información sobre silos para cohetes soviéticos en Pinar del Río; avisó a Langley y los oficiales cotejaron los datos con las fotos de los aviones espías U-2, encendiendo la alarma de combate en la Casa Blanca, el 14 de octubre de 1962; porque -cinco meses antes- Nikita Jruschov ordenó meterle "un erizo en los calzoncillos" a Estados Unidos.


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La operación secreta Anádir desplegó en Cuba 45 ojivas nucleares, desatando la mayor crisis geopolítica del siglo XX, saldada con el primer gaznatón soviético a Fidel Castro; el segundo fue cuando tuvo que apoyar la invasión del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia y el tercero, cuando Yuri Andropov comunicó a Raúl Castro que se acababa el pan de piquitos.

Algunos filósofos de barbería concluyen que la Crisis de Octubre reveló la inconveniencia de depender de una gran potencia; desconociendo que el invicto comandante en jefe estaba contra la pared, desde 1959, cuando acudió a Washington en busca de lana y salió trasquilado por Richard Nixon, que alertó sobre el peligro del carismático barbudo, respaldado por la mayoría de los cubanos de la época y la prensa norteamericana, que lo mimó hasta su muerte.

Entre junio y octubre de 1962, la Unión Soviética envió a Cuba 45 ojivas nucleares, plataformas de lanzamiento de misiles, cohetes tipo R-12, bombarderos, un regimiento de MIG-21, dos divisiones de defensa antiaérea, cuatro regimientos de infantería mecanizada; para un total de cincuenta mil asesores, oficiales y soldados; en claro menoscabo de la soberanía nacional, ya mermada por la antigua Base Naval norteamericana de Guantánamo.

Algunas fuentes sostienen que las cargas atómicas nunca estuvieron en suelo cubano, pero los tres países involucrados siguen manteniendo mucha documentación secreta; aunque Moscú reconoció que la segunda parte de su plan, la operación Kama, se frustró, cuando los norteamericanos descubrieron cuatro submarinos soviéticos navegando hacia la isla, armados con torpedos nucleares.

El erizo soviético se convirtió en el ratoncito Nikita, anunciando -unilateralmente- que retiraba los cohetes para enfado de Castro, que había planteado una estrategia de cinco puntos y sugerido a Moscú que atacara primero en caso de conflicto, como probó una de sus cartas desclasificadas en 1989.

Cuba obtuvo la garantía que Estados Unidos nunca la invadiría; como ha ocurrido, pese a la mentirosa propaganda castrista sobre el peligro imperialista; el fracaso de Bahía de Cochinos pesaba mucho en Washington. Jruschov consiguió que el Pentágono retirara sus cohetes nucleares de alcance medio, emplazados en Turquía y la Casa Blanca dejó claro que cualquier injerencia en su zona de influencia, que suponga un peligro para la seguridad nacional, tendrá una respuesta demoleadora; como hizo Vladimir Putin ante la expansión de la OTAN hacia el este de Europa.

El mundo aprendió que todos los conflictos, por enconados que sean o parezcan, pueden solucionarse mediante el diálogo y Fidel Castro inauguró la diplomacia tercermundista, que lo premió como presidente del Movimiento de Países No Alineados, pese a su condición de peón soviético; aunque para ello tuvo que sacrificar las relaciones con Israel y Marruecos, por presiones del mundo árabe.

Castro fracasó, creyendo que subiendo la parada a los norteamericanos, con apoyo soviético, incluido el derribo de un avión espía y el embalsamamiento del cadáver de su piloto; conseguiría el levantamiento del embargo económico, que fue la respuesta de la Casa Blanca a las expropiaciones forzosas sin indemnización de 1960, y el desmantelamiento de la Base Naval de Guantánamo que -desde 1994- es un vecino fraterno y colaborador; aunque siga siendo incómodo para los patriotas cubanos; no confundir con castristas intoxicados.

En el plano militar, Cuba es nada, su ejército quedó reducido a la insignificancia, careciendo de aviación y marina y sus Tropas Especiales están dedicadas a reprimir violentamente a los cubanos indefensos, que alzan su voz contra los desmanes e injusticias de la casta verde oliva y enguayaberada.

Doce quinquenios negros separan el apagón generalizado que sufre Cuba de aquellos selectivos y temporales para que pasaran las rastras encohetadas; pero, en el interín, el bodeguero de Sagua la Grande perdió güiro, calabaza y miel; Villoldo murió en La Habana, tras cumplir doce de los veinte años de cárcel a los que fue condenado, y Cuba ha sido empobrecida a marchas forzadas por la combinación de manuales soviéticos, megalomanía del líder espiritual de la segunda mitad del siglo XX, la cobardía política de Raúl Castro Ruz y la nefasta capacidad de su pupilo Miguel Díaz-Canel Bermúdez para generar represión, hambre y oscuridad.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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