El dramaturgo Irán Capote denunció que fue expulsado del claustro de profesores de la nueva escuela de Instructores de Teatro en Pinar del Río luego de una depuración acometida por la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) de esa provincia.
En un extenso post de Facebook, el también integrante del proyecto Faro, una articulación de activistas y artistas que brinda ayuda a los sectores más necesitados de Pinar del Río, contó como fue el proceso que terminó con su expulsión del grupo de profesores escogidos para este nuevo centro de la enseñanza artística.
“Hace días ya que me llamaron para informarme que no seré parte del claustro de la nueva escuela de Instructores de Teatro que recién abre las puertas en nuestra provincia. Hace días ya. Mi nombre estaba en la lista del claustro que la propia dirección de la carrera había formulado, los programas de estudio ya estaban en mi mano. En una guagua Girón y junto a otros profesores de la misma lista, nos fuimos monte adentro al proceso de captaciones de los municipios. Y tal. Y tal”, comenzó explicando Capote.
“En una de esas rachas que vienen después del ciclón, ‘bajó’ la información desde el CNEART de que el claustro debía ser ‘revisado, depurado, re seleccionado, organizado’ por la presidencia de la UNEAC. Y ahí, como es lógico, como se desprende, mi nombre quedó fuera de la lista. Mi nombre quedó fuera. La justificación, la que debía llegar hasta mi persona fue simple: ‘Hemos optado por otros artistas’”.
Aunque el joven dramaturgo reconoce que la decisión pudiera ser legítima en cierto nivel, debido a su juventud y experiencia, asegura que en este caso su exclusión es parte del “relato cíclico de la injusticia en Cuba socialista”, ya que está al tanto de quienes la tomaron se escudaron en sus “problemas ideológicos”.
“Todos sabemos el trasfondo de esto. (Y lo sé de buena tinta, con la evidencia) Lo sé y también lo saben los cuatro (literalmente cuatro) asistentes a aquella reunión en la UNEAC en la que se analizó mi caso y donde el término ‘problemas ideológicos’ fue la pelota de tenis en esa mesa. Ahora pueden decir lo que quieran, lo que la misiva aguante, lo que las declaraciones aguanten, lo que sus integridades aguanten”, explicó.
En un post que alude al asombro de amigos y colegas, Capote recuerda que la exclusión de la diferencia es una práctica histórica del régimen cubano, y que esto no detendrá su trabajo.
“Lo único que me asombra es el asombro de mis colegas. Ya sabemos cómo funcionan estos temas en este país inclusivo. Ya sabemos cómo funcionan las cosas en este país con democracia, en el que disentir es un ‘derecho’. Yo sigo feliz. Nada de esto me detiene. Sigo con mi trabajo en Teatro Rumbo y Teatro Alas. Sigo con mis escrituras, mis publicaciones. Sigo con el taller de dramaturgia y mi asesoría literaria en la Casa de Cultura”, afirmó.
“Yo sigo con lo mío y en las noches puedo dormir a pierna suelta. Esto no es más que otro suceso del relato que cuenta la historia de la cultura nacional. Lo que viene, el final, lo conocemos desde el primer acto”, concluyó Capote.
La denuncia del joven dramaturgo ha suscitado la solidaridad e indignación de amigos y colegas del gremio.
“Un día triste, el pasado retorna en sus más vergonzosas aristas. Un desprecio a la cultura, al ISA, y a tus profesores. Qué mentalidad pobre y mediocre la que es capaz de restar, desdeñar el talento honesto. Por decencia tengo que pronunciarme”, escribió la profesora Lili Vázquez.
“Hace rato vivimos una versión peor que los 70. Esta historia es rotunda. Ni siquiera el lenguaje ha cambiado mucho, salvo algunas actualizaciones. Yo invitaría a los acusadores a que revisen la historia y se miren en el papel y lugar de sus antecesores. Hay que cortar de tajo esa ‘continuidad’. Lo lamento mucho. Sigue creando. Como lo hicieron aquellos que una vez también fueron acusados. Contra esa pelea no pueden”, dijo por su parte la investigadora Maite Hernández-Lorenzo.
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