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La selección de Corea del Sur logró un gol in extremis que le dio la victoria sobre Portugal (2x1) y avanzó junto a los lusos a los octavos de final en detrimento de Uruguay, que se contentó con el 2x0 sobre Ghana y acabó siendo eliminada por diferencia de goles.
Portugal y Uruguay, las selecciones con más caché en la llave H, asumían la última fecha de la fase de grupos en situaciones contrastadas. Los lusos apenas necesitaban un empate para acceder al primer cupo a los octavos y de paso evitar un duelo con Brasil; los charrúas, para desgracia suya, estaban obligados a ganar cruzando dedos para que Sudcorea no batiera a la Seleção das Quinas, porque entonces habría que ir al desempate.
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Entendiendo que su misión era más simple, Fernando Santos optó por reservar a algunos titulares (Rúben Dias, Bruno Fernandes, Bernardo Silva y Joao Félix), aunque sí mandó al campo del Education City Stadium a su estrella Cristiano Ronaldo, todavía enfadado por la controversia sobre el “Pelo de Dios”.
Enfrente tendría a unos Guerreros de Taeguk lastrados por la ausencia del defensa Kim Min-Jae (Nápoles) y el bajo momento de forma de su mejor elemento, Son Heung-Min (Tottenham), quien llegó a Qatar mermado por una lesión en un ojo. Otro que no estaría en el bando asiático sería el sancionado seleccionador Paulo Bento, tanto o más portugués que el Oporto.
Poco tardaron los europeos en tomar la delantera mediante un golazo de Ricardo Horta (minuto 5). Sin embargo, los coreanos devolvieron el golpe al ’27 con Kim Young-Gwon y recuperaron la esperanza.
No obstante, lo que acontecía en el césped de Al Janoub no era precisamente alentador para ellos. Eso, porque Uruguay marcó dos veces (’26 y ’32) gracias a Giorgian de Arrascaeta, en ambos casos en acciones donde estuvo implicado Luis Suárez, el hombre más odiado por las Estrellas Negras.
Como se recordará, la discordia de “Lucho” y los ghaneses tuvo su origen en el Mundial de 2010, donde los africanos no arribaron a las semifinales debido a un disparo que Suárez detuvo con la mano sobre la línea de meta en plena prórroga. Luego vinieron el penalty fallado por Asamoah Gyan, la tanda de tiros de castigo, el legendario Panenka de Sebastián Abreu y la eliminación de Ghana.
Así que hoy el ex del Barcelona volvía a verse las caras con el viejo enemigo, y hoy, como la historia es cíclica, otra vez su contrario erró un penal. Esta vez el villano lo puso el capitán André Ayew, cuyo tiro al minuto 20 fue detenido sin problemas por Sergio Rochet. Los fantasmas del pasado habían vuelto.
Poco después del fallo también retornaron los problemas defensivos de un equipo que en dos juegos sumaba cinco goles permitidos, aunque con cinco facturados. De Arrascaeta hizo lo que hizo y Uruguay, que había arrancado la jornada en el último puesto del grupo, mantuvo en pie el orgullo de un grupo glorioso (Godín, Cavani Suárez, Muslera, Martín Cáceres) que no se merecía bajarse tan temprano de su último tren.
Pero tuvo que bajarse. La Celeste pagó caro dejar de intentar un nuevo gol y confiar en que los Guerreros de Taeguk no podrían batir a Portugal, porque estos se colgaron de una genialidad de Son Heung-Min, que en el descuento asistió con exquisitez a Hwang Hee-Chan y le dio la victoria a su país.
Las lágrimas de Suárez, desconsolado al cierre del encuentro, quedarán para siempre en los anales de la Copa del Mundo.
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