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Entrevista a Vicyohandri Odelín, lanzador cubano

"Vestir la franela de las Cuatro Letras me colmaba de satisfacción, me enorgullecía. Lastimosamente, mi generación no fue como la actual, en la cual hay contratos para jugar en el exterior, sin contar con la gran cantidad de jugadores que han tomado otros rumbos hacia la pelota profesional"

Vicyohandri Odelín © Cubadebate
Vicyohandri Odelín Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 1 año

Cuando se escriba la historia de la pelota cubana, específicamente del pitcheo, nunca podrá dejar de mencionarse a un camagüeyano nacido en Guantánamo en febrero de 1980, cuyo nombre ha sido escrito de mil y una formas, el estelarísimo Vicyohandri Odelín.

Por esta maravilla de las redes, “el Villo” y yo mantenemos una habitual comunicación y después de muchos intercambios, decidió contestarme algunas preguntas que sé serán bien recibidas por los lectores de Cibercuba.

¿Orígenes? ¿Siempre te gustó la pelota, practicaste algún otro deporte? Sé que Omar Luis influyó mucho en ti, fue tu ídolo ¿piensas que lo superaste?

Siempre me gustó el béisbol, nunca practiqué otro deporte. Yo me le escapaba a mi mamá para meterme en un terreno de pelota. Crecí viendo a Omar Luis que ha sido mi ídolo. Soñaba con ser como él, lo cual era muy difícil pues era un grande del box, integrante de la selección nacional y eso en aquellos tiempos era la máxima aspiración.

¿Lo superaste?

Mira, más allá de las estadísticas, más allá de victorias o ponchados… nunca lo superaré; él para mí es mi ídolo y no quiero ser mejor que él. Lo tengo en un pedestal y siempre estará ahí. Por cierto, ahora el también monarca olímpico fungirá como el entrenador de pitcheo del Camagüey a la serie sub 23; o sea, estaremos juntos en tratar de guiar a los jóvenes jugadores de Agramonte al triunfo, algo que me enorgullece.

Además de lanzar ¿jugaste otras posiciones?

Yo jugaba en el infield además de lanzar. Nunca fui a la EIDE porque era bajito; sin embargo, integré el equipo Cuba 15-16 al Panamericano de San Luis, Estados Unidos y de allí debuté exitosamente en la Serie Nacional del 98 al vencer a Sancti Spíritus.

Después del revés olímpico en Sydney, la pelota cubana estaba necesitada de un triunfo y lo alcanzó en el Mundial de Taipei de China 2001 que sirvió para que cinco grandes dijeran adiós. Tu trabajo ante Estados Unidos aún se recuerda.

Si te dijera que con 21 años no estaba presionado, te engañaría, pero salí a darlo todo y puedo decirte que ese éxito signó mi vida como lanzador. Ellos eran buenos, buenísimos: muchos serían profesionales después pero pude imponerme.

Para ti integrar la selección nacional ¿qué fue?

Vestir la franela de las Cuatro Letras me colmaba de satisfacción, me enorgullecía. Lastimosamente, mi generación no fue como la actual, en la cual hay contratos para jugar en el exterior, sin contar con la gran cantidad de jugadores que han tomado otros rumbos hacia la pelota profesional.

Sí, te digo algo: no me arrepiento de mi vida; fue la que me tocó y a los que hoy juegan en otras ligas, les deseo suerte y que nunca renieguen de sus raíces.

Es cierto que a veces no me dieron el lugar que por mi calidad me correspondía. Quizás no estaba en los planes de muchos pero mira… ¿Quién hizo llegar a Cuba a la final del Primer Clásico Mundial 2006 con ese ponche al estelar boricua Alex Rodríguez, algo que siempre tendré presente?

Llegamos a San Diego y frente a República Dominicana, Yadel Martí y Pedro Luis Lazo hicieron lo suyo y fuimos a la finalísima. Eso ha sido quizás lo más grande de mi carrera, aunque soy campeón olímpico de los Juegos de Atenas 2004, pero allí no competí en plenitud de facultades por una lesión previa y fui el perdedor ante Japón en la fase eliminatoria. Claro, asistir a un evento como ése ya es un premio, ya es asombroso, te marca para toda la vida.

Japón, Australia, Canadá, no hubo adversario fácil… pero todo se da por bueno cuando subes a aquel podio y te ponen la medalla de oro y te dan la corona de laureles con las que premiaban a los campeones olímpicos de la antigüedad. Vaya, Atenas fue inolvidable y de hecho, la última vez que Cuba se imponía en unos Juegos Olímpicos.

Para algunos ese segundo lugar en el primer Clásico fue negativo para el béisbol cubano ¿qué crees?

¿Negativo? No, para mí fue muy positivo. Se demostró que en esta Isla sí había buen béisbol, había peloteros con los que se podía contar; enseñamos de lo que éramos capaces, a pesar de no jugar en ligas profesionales.

Eso ha sido lo más grande para mi generación; ahí todos estábamos tensos, el que diga lo contrario miente. Bueno Julita tú estabas ahí, viviste cada momento, cada hit, cada error ¡qué voy a decirte a ti! Nadie nos veía en el Petco Park y mira… hasta allí llegamos.

Se nos dieron tres partidos consecutivos históricos; el último frente a Puerto Rico en San Juan con toda la afición de su parte. El primero en San Diego cuando Lazo logra el histórico ponche a Alfonso Soriano y bueno, el último por el oro ante una muy disciplinada escuadra japonesa, con la que no pudimos.

Quizás Higinio se apresuró en sacar a Osmany Romero que sólo había permitido dos machucones por el cuadro pero bueno, decisión es decisión y hay que ponerse en el lugar del que dirige que no es nada fácil. Pero de que estuvimos al nivel del mejor béisbol del mundo… ¡estuvimos!

En 21 Series Nacionales cuántas anécdotas podrías contar…

Alegres y tristes… ¡hay muchas! Una simple derrota, aunque sea una por cero, es triste. Clasificar para los plays off, los momentos más felices. El peor fue en 2000-2001, cuando estuvimos a punto de ganarle a Santiago de Cuba.

Empezamos imponiéndonos en el Guillermón en los dos primeros desafíos. No creímos en la famosa “aplanadora”, nos creímos campeones antes de tiempo pero nos cogió la ansiedad, el deseo de que llegar a la final y discutir el cetro. Así fue que cedimos y perdimos tres seguidos en el Cándido.

No tuve la oportunidad, vistiendo el uniforme de Camagüey de ganar un título ni siquiera discutir una final. Fui refuerzo con Industriales en el 2014 y tampoco pudimos vencer.

Vicyohandri Odelín debutó en la trigésimo séptima Serie Nacional años 1997-98 y se despide en la temporada 59, año 2020. Una fructífera carrera que comprende 371 juegos lanzados con 133 victorias y 16 salvados así como 20 lechadas. Su promedio de limpias es de 3,47 y un whip de 1,34. Sus ponches ascienden a 1223, estadísticas excelentes si tenemos en cuenta que en los años en los que lanzó Camagüey jamás llegó a una final.

Internacionalmente, ha alcanzado los principales podios a los que ha subido el béisbol cubano; sin embargo, poco reconocimiento ha recibido. ¿Qué haces en estos momentos, dónde entrenas, a quiénes?

Hace días fui designado para dirigir el equipo sub 23 de la provincia pero anteriormente era como si no existiera. No se corresponde la atención que no había recibido hasta ahora con mi trayectoria como pelotero.

Dirigí al municipio cabecera en la provincial agramontina, los Príncipes de Camagüey, y salimos airosos. Voy acumulando experiencias que sumadas a las que tengo como atleta pueden ayudarme mucho a ser un buen director.

Precisamente, entre tus actuaciones inolvidables está el juego completo lanzado en el regreso del CUBA a la Serie del Caribe en Isla Margarita 2014.

¡Para olvidarlo! Yo fui de refuerzo, me solicitó el propio Ramón Moré, el manager. Nos encontrábamos en una situación difícil y ya él había utilizado a todo el mundo, Norge Luis Ruíz, Ismel Jiménez, Freddy Asiel Álvarez. Yo le dije a Moré que me diera la pelota y lancé todo el encuentro; no me afectó tirar completo, más de 130 lanzamientos. No es usual ahora en el béisbol moderno pero yo estaba en muy buena forma, tenía experiencia y quería que Cuba ganara.

Fue nuestra primera y única victoria. Derrotamos a los Indios de Mayagüez que representaban a Puerto Rico. Sólo permití 2 hits, di un boleto y ponché a 2 rivales.

He leído que no estás de acuerdo con un CUBA unificado para el próximo Clásico Mundial entre los peloteros profesionales y los que integran nuestra Serie Nacional ¿por qué?

Deportivamente hablando, sí estoy de acuerdo. Ellos son los mejores, tienen las mejores condiciones, ganan mucho dinero. No hay comparación con los que animan la pelota aquí en la Isla; entonces ¿qué les va decir a los que recorren nuestras carreteras, juegan al sol día a día y cuya alimentación no es la más óptima? No es justo. No tengo nada en contra de mis compañeros que tomaron otro camino, pero no es justo.

Odelín era un pitcher flemático, cuidadoso, estudiaba a los bateadores, poseía buen control. Llegó a alcanzar las 94 millas aunque nunca se caracterizó por ser el clásico supersónico sino por su inteligencia y envíos de rompimiento. Formó parte de la última generación de peloteros que se conformó con diplomas y gladiolos. A él respeto eterno y desearle que triunfe en su nuevo sendero como mánager.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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