En el juego de las bolas y los strikes no hay nada predeterminado y un ejemplo de ello ha sido Mario Jorge Vega “Mayito”, quien a pesar de demostrar que es el segunda base con las mejores cifras defensivas de la pelota cubana jamás integró como adulto la primera selección nacional.
Mayito jugó una era dorada de la pelota cubana donde los buenos camareros proliferaban: Antonio Pacheco, Juan Padilla, Alexander Ramos… pero yo siempre defendí al avileño y, créanme, motivos más que suficientes tenía para ello.
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¿Qué hace en la actualidad el estelar intermedista avileño; has pensado en dirigir?
En estos momentos trabajo en la Academia Provincial de Béisbol y no, aún no he pensado en dirigir. Me gusta más ser entrenador, asesorar al director como ya lo hice con Roger Machado. Sin embargo, no descarto esa posibilidad.
El éxodo de deportistas, entre ellos peloteros, es cada vez más creciente. ¿Qué opinas sobre tan escabroso tema, podría frenarse esa fuga casi masiva?
Hay mucha tela por donde contar en ese tema. Creo que sí pudiera verse un futuro en Cuba si se le da al jugador cubano un estímulo económico, una ostensible mejoría en sus condiciones de vida, que algunos la pasan muy mal. Entonces, miras los que se van y si no son millonarios, por lo menos viven con las mejores condiciones, no sólo los de la MLB sino los de Taipei, Sudcorea y Japón; los de México ¡no hay comparación posible!
Tiene que mejorarse todo, desde la alimentación hasta las condiciones de vida social. Debe prestarse mayor atención a las categorías inferiores, a la base que está desprovista quizás hasta de lo más elemental.
¿Inicios; primer terreno que pisaste? ¿Siempre pelotero?
Me inicié a los ocho años en la ciudad de Ciego de Ávila, en un área especial, con un entrenador que además de admirar, lo considero mi amigo, Darío Cid, por varios años director del equipo Ciego y que comenzó a hacer soñar a los tigres que sí podían llegar a campeones.
Después tuve otros técnicos como Kiki, pero considero que mi padre fue el factor fundamental de hacerme pelotero; él me llevaba a las prácticas, estaba encima de mí todo el tiempo ¡en fin! También jugué baloncesto, pero poco tiempo.
Debut en Series Nacionales: ¿qué recuerdas de ese hecho?
Mi debut se materializó siendo aún juvenil; en la serie 1991-92 integré el equipo grande bajo la dirección de Miguel Albán, en una subserie ante Santiago de Cuba en el Guillermón Moncada, en juego inaugural ¡te puedes imaginar! Aquel estadio repleto, enardecido, apoyando a su aplanadora.
Yo estaba tranquilo porque el mánager me había dicho que jugaría poco a poco para coger confianza y ni le eché ojo al line up. Resulta que el torpedero regular era Raúl González padre, pero en el calentamiento se lesiona y ahí me dicen: ”prepárate que vas tú”.
Aquello fue un shock. Empecé a sudar frío. Fui noveno bate. Nosotros le caímos encima al abridor José Luis Alemán y cuando me tocó a mí ya estaba de relevo Eulogio Simón, a quien le di una línea de hit por el center field.
Tremendo debut
Pues sí, pero al campo, las piernas me temblaban y el primer bate, Manuel Benavides da un rolling que se me fue entre las piernas ¡mira! yo quería que la tierra me tragara jajajaja. Por suerte no pasó nada más. Al final nos llevamos la victoria.
¿Siempre fuiste segunda base?
No, en las categorías escolares fui torpedero, incluyendo esa primera Serie Nacional que jugué, pero en la segunda, se lesiona el intermedista, me sitúan en el segundo cojín y gracias a Dios jamás abandoné esa posición.
Eres uno de los poquísimos bateadores cubanos en batear a las dos manos. Frederich Cepeda y Luis Ulacia son otros de los que recuerdo, al menos, los más estables. ¿Te resultó fácil ser ambidextro?
Empecé a la derecha, pero en mi último año de la categoría 10-12 años, mi padre me enseña a batear a la zurda y déjame decirte que mucho insistió porque a mí no me gustaba. Pero mira, al final lo logramos; por supuesto, detrás de los dos monstruos que mencionaste: Cepeda y Ulacia.
Precisamente, hablando de tu padre, siempre lo recuerdo junto a tu ya fallecida mamá en el palco detrás del banco avileño.
Así es; ellos no se perdían nada. Por suerte, pude regalarle el triunfo frente a Industriales a mami. Somos una familia corta. Aquí sólo mi padre y mi esposa; en el exterior, mi hermano y mi hija.
Nunca sobresaliste por tu velocidad ni potencia de brazo, ¿qué te hizo tan bueno al campo?
Eso que dices es muy cierto pero yo lo compensaba estudiando minuciosamente al contrario, por dónde bateaban, a qué envío le tiraban y juego a juego iba sumando experiencias. Buscaba la mejor de las ubicaciones según las características del bateador y así fildeaba limpio, seguro; me daba tiempo a tirar a primera, a donde fuera.
A la ofensiva hacía lo mismo; analizaba los pitchers y por lo general sabía por dónde venían los envíos. Esto es lo que trato de enseñarles ahora a mis discípulos. Cuando no eres una estrella, no tienes ese gran super talento, el entrenamiento diario, la inteligencia pueden hacer milagros. Eso me pasó a mí.
Ciego de Ávila venía amenazando por años, primero para clasificar a los plays off, y luego para ganar el título hasta aquel espectacular triunfo frente a Industriales en la SNB 51 en un abarrotado José Ramón Cepero. Tú perteneciste a una generación dorada, de los que pocos, uno de esos tú, pudieron coronarse esa noche. ¿Qué representó esto para ti?
Como bien dices, teníamos un gran team pero nos quedábamos cortos. Al fin, en la SNB 50 llegamos a jugar la finalísima pero Pinar del Río fue mejor en siete juegos ¡tremendo play off! Ahí aprendimos mucho y cuando enfrentamos a los leones ya estábamos maduros y listos para obtener el triunfo.
Claro, recordarás que aquello fue difícil. Primero superamos a Las Tunas desmontando desventaja de 1-3; después, daban a Industriales como favorito pero en su propia casa, el Latino con 55 mil almas, ganamos los dos primeros. Ellos no fueron rivales fáciles pero al final nos impusimos en el quinto desafío. Nosotros sabíamos que el play off no regresaba a la capital. Era un merecido premio a una generación que abrió las puertas del éxito para los avileños.
Sin embargo, tras varios triunfos dirigidos por Roger Machado, no han podido mantener el triunfo como sí lo han hecho Granma y Las Tunas, por ejemplo.
La respuesta está en el trabajo con la base. Ellos han hecho un mejor trabajo en las simientes. Además, Ciego ha perdido muchos peloteros que se han marchado del país (ellos también, no discrepo) pero somos la única provincia que tiene a tres jardineros jugando la MLB: José Adolis García en los Rangers de Texas, Luis Robert en los White Sox de Chicago y Rusney Castillo en Boston. Pero nada, no hay justificación. Los granmenses y tuneros han logrado una mejor labor con jóvenes y niños.
Mario Jorge Vega, tras 21 Series Nacionales, en 11,420 entradas y un total de 7,963 lances encabeza defensivamente a los camareros del país con un increíble promedio de 0,09 de pifias por partido, por encima de Juan Padilla, Antonio Pacheco, Alfonso Urquiola y Félix Isasi, según estadísticas suministradas por el colega especializado en béisbol Mario Martín al propio Mayito.
En relación con esto, es duro sobresalir; incluso ser el mejor y no ser considerado nunca para el equipo grande ¿te afectaba mucho?
Me afectaba como pudiera haberle afectado a cualquiera pero mi época, como bien dijiste, era dorada. No eran Padilla, Pacheco y Alexander ¡no! en casi todos los equipos había muy buenos segundas bases. Yo me enorgullezco de haber estado entre ellos. Creo que la única que me defendía a brazo partido eras tú jajajaja.
Seguía jugando como siempre, complaciendo a los miles de fanáticos de los tigres y era muy feliz. Además, cuando aquello iban a torneos en el extranjero hasta cuatro selecciones y en una de ellas aparecía yo.
Además, como entrenador tuve la gran oportunidad de fungir como coach de primera en el equipo que nos representó en el cuarto Clásico Mundial en el 2017, la escuadra que dirigió Carlos Martí y quedó finalmente en el sexto escaño. Así que mira, ahí tuve mi recompensa pues ¿sabes lo que fue para mí codearme con lo más valioso de la pelota universal? ¡Lo máximo!
Eres campeón mundial juvenil de Canadá 93, monarca mundial universitario 2002 y titular del III Torneo Challenguer en Canadá 2013. Precisamente, al regresar de Canadá decides decir adiós al deporte activo. ¿Fueron determinante tus lesiones?
Mira, yo tenía ya muchas lesiones y había conseguido lo que me había propuesto; me retiré por todo lo alto porque además de imponernos en el certamen fui el segunda base del all star.
Hay algo en tu trayectoria que impresiona y son tus 101 juegos consecutivos sin cometer una pifia. ¿Cómo, dónde, quién te rompió esa increíble cadena?
En Cuba es muy difícil hacer algo igual; sabes que los parques no presentan homogeneidad en los terrenos, ninguno se parece a otro en sus condiciones con la yerba, la tierra; si llueve, el fango. Cuando eslaboné esa cadena se jugaba en terrenos de municipios que aquello era la debacle.
Mis compañeros, que estaban más al tanto de mi récord que yo, me aconsejaban que no jugara en tales casos pero lo mío era la pelota, entrarle “al lío” y siempre jugué, fuera cuales fueran las condiciones y… ¿quién te dice a ti? Fue en mi estadio, en mi querido Cepero que vine a fallar: un rolling de Roel Santos, fácil, y nada ¡cosas del béisbol!
Llevaba 101 juegos sin cometer errores y después del de Roel estuve otros 70 más.
Roger Machado, primero compañero como jugador, después tu mánager y luego como integrante junto a él del cuerpo de dirección de Ciego. ¿Más que amigos hermanos, no?
Imagínate Julita. Tú sabes que éramos compañeros de cuarto; éramos hermanos. Tremendo atleta. Después, ser dirigido por él fue lo máximo y compartir junto a él, en el staff de dirección, otros dos títulos y un subtítulo lo dice todo. Para mí de los grandes mánagers que han pasado por Series Nacionales y tiene Cuba; no lo han sabido aprovechar, es mi opinión.
Mayito Vega nació en 1976, jugó entre 1992 y 2013 con sus queridos Tigres, fue campeón nacional como jugador en la Serie 51 y como entrenador en la 54 y 55. En diciembre del 2010, según los numeritos de Abel Dorta, se convierte en el primer pelotero avileño en batear mil 500 hits. Es el mejor segunda base defensivo de la pelota cubana.
¿Qué haría Mayito Vega hoy de ser un pelotero joven como aquel que debutó hace muchos años en el Guillermón Moncada?
Jajajaja. Eso es un envío de más de 90 millas, vaya de 100. Por lo bajo, trataría de encontrar un contrato donde fuera ¡apretaste Julita!
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