Expertos del Consejo Nacional de Innovación propusieron este viernes al gobierno cubano que se retomen las conocidas como “microbrigadas” para ayudar a solucionar la crisis de la vivienda en Cuba.
“Por la construcción por microbrigadas es que hoy existe Alamar. Es cierto que es criticado con razón por los problemas urbanísticos, arquitectónicos y algunos de calidad de la construcción. Pero, pese a ello, hoy habitan en ese municipio alrededor de 100,000 personas”, señaló el Dr. Gilberto Quevedo Sotolongo, profesor titular de la Universidad Central de Las Villas.
Escuchado con atención por el gobernante Miguel Díaz-Canel, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández y otros dirigentes del régimen cubano, el catedrático consideró que las “microbrigadas” constituyen una fórmula viable para incrementar el paupérrimo fondo habitacional en Cuba.
“Les puedo asegurar que es un concepto muy socialista que, con el tiempo, nosotros mismos fuimos eliminando”, indicó el experto sin explicar las razones que llevaron al abandono de las “microbrigadas” en Cuba, a pesar de ser un “concepto muy socialista” y una idea del eterno líder y comandante en jefe que, en persona, cernió arena en varios jibes de la geografía insular.
Las cuadrillas de “microbrigadas” de construcción fueron conformadas por empleados estatales que dejaban su trabajo para dedicarse, sin experiencia en la mayoría de los casos, a levantar edificaciones a cambio de obtener su propia casa, fruto de sus esfuerzos.
El resultado de esta idea, que comenzó a implementarse en la década de los 70, fue la proliferación por toda Cuba de feos edificios de hormigón con sus pequeños apartamentos estilo Europa del Este. Pensados como ejemplo de arquitectura funcional y urbanismo racional, la ejecución de estos proyectos resultó uno de los mayores fracasos del régimen totalitario en materia de construcción.
Conocidos como "micro", los edificios de apartamentos, generalmente de tres o cuatro pisos de altura, utilizan un método que llegó a Cuba de la antigua Unión Soviética en cuya construcción se usan piezas prefabricadas. Tras el fracaso de Alamar y "Micro 10", nadie quiso volver a escuchar de microbrigadas, hasta que, en septiembre de 1986, Fidel Castro revitalizaba el concepto y se proponía la terminación de 20 mil viviendas cada año, un plan que apenas consiguió cumplir al 12 por ciento.
“No hemos obtenido todo lo que nos habíamos propuesto a esta altura, pero sin duda que hemos avanzado”, decía Castro el 30 de septiembre de 1989 en un discurso en el que, sin embargo, culpó a los ineptos, a los corruptos y a los derrochadores de haber frenado la eficiencia del Movimiento de Microbrigadas.
Según dijo, alguien (no dijo quién) se había propuesto detener el avance económico del país mediante ortodoxas teorías y dogmáticos manuales de acción sobre cómo construir el comunismo. Tal y como recogió El Estornudo, en un discurso días después ante el contingente Blas Roca, el dictador decía que “esa gente” merecían ser fusilados.
Por suerte, aseguró, el proceso de rectificación de errores iniciado en el año 86 había llegado para enderezar las torceduras ideológicas y económicas del país, comenzando por la reactivación de las microbrigadas.
Ahora la “continuidad” quiere volver a reeditar el “éxito” de las microbrigadas, pero son otros tiempos y el discurso de los herederos de la llamada “revolución” dice que “la problemática de la vivienda es una responsabilidad estatal”, pero esto no quiere decir “que deba ser financiada totalmente por el Presupuesto”.
Así lo reflejó en Granma la jefa de comunicación de Presidencia, la compañera Leticia Martínez Hernández, cantando una oda al primer secretario del Partido Comunista de Cuba.
Según la periodista oficialista, en la reunión de este viernes con el órgano consultivo del Estado cubano, el gobernante de la “resistencia creativa” convocó a “no renunciar nunca al ideal de bienestar, de belleza, al confort, a la armonía entre la vivienda, el entorno y el diseño, para que nuestro pueblo tenga más calidad de vida”.
Transcurrido un mes desde que el gobierno cubano reconoció haber incumplido en casi un 35% su plan de construcción de viviendas para 2022 -a pesar de que su deuda habitacional con la población se elevaba a 862,879 casas en 2021-, Díaz-Canel llama a “no renunciar nunca al ideal de bienestar y de belleza”.
La deuda habitacional del régimen cubano se continúa acumulando año tras año. En 2021 el gobierno incumplió en más de un 40% el plan de entrega de casas, pero en lugar de resolver el incumplimiento con más construcciones, se limitó a reducir sus metas para el siguiente año, y también las incumplió. La situación se agravó aún más luego de que el huracán Ian en septiembre pasado dejara más de 102,527 viviendas afectadas solo en Pinar del Río.
Antes del paso del huracán Ian, en Pinar del Río un total de 6,347 familias llevaban veinte años esperando por una nueva casa; tras haber perdido las suyas durante eventos meteorológicos.
En enero pasado el gobierno cubano reconoció que en 2021 quedaron pendientes 89,496 viviendas con pisos de tierra, unas 8,907 cuarterías y 48,293 hogares afectados por eventos climatológicos, de los cuales el 66% son derrumbes totales, según datos oficiales.
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