El sacerdote cubano Alberto Reyes afirmó que el país empezó 2023 con los mismos discursos vacíos y ridículos, en una reflexión en redes sociales a propósito del inicio de año.
En una publicación este miércoles en Facebook, el padre Reyes se refiere a algunos de los principales problemas de Cuba y sostiene que “el presente es sombrío y, desde el punto de vista meramente humano, en el futuro inmediato de Cuba no existe la luz”, por lo cual conserva la esperanza de que este año sea mejor para el pueblo.
“Empezamos el 2023 con los mismos discursos vacíos y ridículos a los que ya estamos acostumbrados: esforzarse, luchar, ser creativos, hacer más con menos… en fin, versiones múltiples del ‘resistir y vencer’, que no es sino un modo solapado y cínico de decir que no habrá una apertura a la libre creación de riquezas”, observó el párroco de Guáimaro, perteneciente a la Diócesis de Camagüey.
En sus palabras, desde las que aflora un sentimiento de reprobación por la situación de los cubanos, expresó que el llamado a la “resistencia” por parte del gobierno no es más que un llamado a sobrevivir como se pueda y terminar el año para repetir en el siguiente lo mismo.
Afirma el eclesiástico que este año tampoco hay voluntad política para que en Cuba se realice un cambio que permita un mejoramiento real de la vida de la gente, y las circunstancias son las mismas desde hace un tiempo atrás.
Entre los problemas que enumeró Reyes, aludió a las cárceles llenas de presos políticos, sobre los cuales no parece que haya una intención de amnistía; el alto grado de robo y violencia, que no se justifica, pero que responde a la crisis generalizada en Cuba.
En su reflexión esbozó también las necesidades básica de los cubanos, que se han convertido en un problema: la comida, las medicinas, el transporte, la inflación.
Además, cerró la referencia con otro de los males que aquejan al país, la emigración.
“Empezamos el 2023 con un pueblo en fuga, que cada vez más concibe la emigración como el único modo de resolver sus problemas, una fuga que deja tras de sí separaciones, soledad, tristeza y un país cada vez con menos jóvenes”, confesó.
El panorama apunta, dijo el clérigo, a que el gobierno no parece darse cuenta de la situación de este pueblo o ha decidido ignorarla, apelando a su discurso bélico “imágenes paradisíacas de un país feliz y próspero que sólo existe en la televisión, y leyes represivas que advierten muy claramente que no se tolerarán voces ni actitudes discordantes”.
A finales de noviembre, en otro escrito sobre la situación política y social cubanas, el párroco había afirmado que al sistema político no le importan las personas, las ven solo como piezas necesarias para mantener una estructura de poder.
Según su texto, el valor de una persona y su dignidad es intrínseco a ella pero a veces se vincula al discurso político, que transmite el mensaje de que “la persona vale si se integra a un programa político o ideológico, si defiende una determinada línea de pensamiento, si participa socialmente a favor de un proyecto partidista”.
El sacerdote aborda con cierta frecuencia los temas medulares de la crisis cubana. En varias ocasiones ha hecho un llamado a liberación de los presos políticos y en otras ha ahondado en la escasez y la miseria en que el gobierno tiene sumido al pueblo.
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