El tardocastrismo ya perdió el juicio de Londres porque muchos cubanos, incluidos quienes padecen en sus carnes y cabezas a la casta verde oliva y enguayaberada, desean que La Habana salga mal parada, tras sus intentos renovados de ideologizar un conflicto entre un acreedor y un deudor, que le debe a las once mil vírgenes.
El filibusterismo financiero castrista ha llevado a Cuba y sus actuales gobernantes a un escenario complicado; sobre todo, por el carácter de precedente del Derecho sajón que, en caso de decidir a favor de CFR I Limited, abriría una cascada de reclamaciones similares; como la que ya ha formulado ICBC Standard Bank PLC, cuyo accionista mayoritario es el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC); que reclama a La Habana un total de 1,344 millones de dólares; entre principal e intereses generados.
Un estado que debe a las once mil vírgenes resulta fallido, pero cuando sus principales víctimas se alegran que pierda en Londres; aún sabiendo que un fallo adverso significará más hambre y miseria para ellos, el divorcio entre gobierno y pueblo es total; por mucho que se afanen los Pinochos de turno de maquillar las amargas verdades.
Desafiar el orden internacional e incumplir reiteradamente compromisos de pagos solo conducen al suicidio; aunque la comisión de embullo aparezca ahora denunciando la inmoralidad del capitalismo mundial, que no debe ser tan malo, cuando el comunismo se cayó solito y sin que lo empujaran. ¡Se desmerengó!, como -copiando a Raúl Castro- le gustaba decir al deudor en jefe; reconocido experto en el tumbe, socializar pérdidas y privatizar éxitos; siempre con algarabía antiimperialista.
Excepto el período reformista de Raúl Castro Ruz, que intentó honrar los compromisos internacionales; el resto de la recholata castrista ha consistido en no pagar, desde 1959 hasta la actualidad, regatear a los acreedores con excusas baratas, pícaras maniobras y hasta promover una insurrección mundial contra la deuda externa.
Algunos analistas sostienen que los impagos del castrismo provienen de la campaña contra la deuda externa, en los años 80 del siglo XX; pero la historia demuestra que Fidel Castro tuvo claro, desde 1959, que su revolución debía distinguirse por no pagar los créditos y, en caso que el acreedor se pusiera farruco, escamotear el débito con maniobras e intentar desprestigiarlo; como hace ahora el tardocastrismo con el fondo CFR I Limited, domiciliado en Islas Caimán, llamándolo buitre.
Si tanto asco provocan los buitres financieros a La Habana, ¿cómo explica su conformidad con las operaciones de venta de deuda cubana como bono-basura?
En 1959, el gobierno revolucionario no reconoció; y por tanto tampoco pagó una deuda generada por gabinetes anteriores, por un valor de 52 millones de dólares. Las reservas internacionales de Cuba; en aquel momento, sumaban 505 millones de dólares, siendo la segunda más grande de América Latina, después de Venezuela. En aquel año, el castrismo expropió la banca privada, confiscó depósitos bancarios y a Cubana de Aviación.
En 1960, el castrismo expropió activos norteamericanos por un valor de casi dos mil millones de dólares; por los que no pagó indemnización alguna. Fue la confiscación de bienes norteamericanos más grande de la historia, que provocó el embargo. El régimen confiscó -además- propiedades de cubanos y extranjeros que emigraron, por un valor de 6,7 mil millones de dólares.
En 1991, con la desaparición de la URSS y la caída, por efecto dominó, de la zona CAME, La Habana autodecretó la extinción de sus deudas con el antiguo campo socialista; decisión que complicó las relaciones con Yeltsin, Putin y demás estados nacientes de la ruina comunista.
Una vez que el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales dilucide si el fondo CFR I Limited ostenta la condición de acreedor del gobierno cubano y su fallo sea adverso para La Habana, Cuba reviviría un episodio de 2002, cuando un encontronazo entre Fidel Castro y el entonces canciller mexicano Jorge Castañeda, provocó que el comandante en jefe modificara una deuda privada contraída por empresas cubanas con el Banco de Comercio Exterior de México (BANCOMEXT).
Castro cambió de un plumazo el débito de 279 millones de dólares estadounidenses; de entidades comerciales cubanas con BANCOMEXT; convirtiéndola en deuda soberana (externa) de la República de Cuba, transfiriendo la obligación de su cumplimiento al Banco Nacional (BNC) que, en el pleito de Londres, aparece como garante de la deuda que reclama CFR I Limited.
La entidad financiera mexicana reaccionó con un pleito ante la Corte Internacional de Arbitraje de París, exigiendo la congelación, a su favor, de la parte proporcional de los ingresos de ETECSA; provenientes de la recaudación que, por concepto de tráfico telefónico, le correspondía y embargó cuentas del estado cubano en el banco italiano Intensa San Paolo.
El laudo de París fue demoledor para Cuba; hasta el extremo que la legendaria directora de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) Olga Miranda comentó que, antes de leérselo, había que tomarse una pastillita para los nervios; pero un defecto de forma, apreciado por el estado francés y la llegada de Felipe Calderón a la presidencia de México, impidieron que la hemorragia de dólares llegara al Almendares; aunque La Habana tuvo que asumir la deuda con BANCOMEXT.
En esa época, ETECSA era una empresa mixta con capital italiano de Telecom; pero ahora la compañía telefónica cubana es un monopolio estatal, subordinada al conglomerado financiero-empresarial-militar GAESA, que mantiene operativo igual nicho de negocio con carriers europeos, que proveen a ETECSA de buena parte de sus ingresos por tráfico y recargas internacionales.
Llegado el caso, CFR I Limited podría acudir a la misma opción para cobrar la vieja deuda de Cuba -data de 1981- con la ventaja del precedente del laudo de la corte parisina y conociendo el defecto de forma que facilitó la negociación bilateral con el gobierno de Calderón, entonces.
Culminado el proceso de Londres, si las partes no convienen una solución negociada antes de dictarse el fallo definitivo, el gobierno cubano estará expuesto a que su contraparte ejercite las acciones legales pertinentes para obtener la ejecución forzosa del crédito que le sea reconocido, lo cual implica que podrá instar el embargo o la caución sobre cualquier activo identificado como perteneciente a la República de Cuba; en cualquiera jurisdicción donde se reconozca el fallo dictado por las cortes británicas.
Pero a estas alturas de la bronca, CFR I Limited y el propio tribunal de Londres, saben que la Corte parisina de Arbitraje ha desestimado durante años los recursos y maniobras de Cuba, que es propietaria de la financiera Rafin, S. A., del Banco Financiero Internacional (BFI), del Havin Bank Ltd, con sede en la city londinense, y de Habanos, S.A.; aunque la mayoría de las marcas tradicionales de tabaco ya sean propiedad extranjera.
La opacidad permanente y reiterada del gobierno cubano sobre las cuentas de las entidades citadas, arguyendo el embargo norteamericano, son trucos de mal pagador, que no convencen a casi nadie en el mundo, y el tribunal londinense y la parte contraria, lo saben.
Ante la precariedad actual de la economía cubana, la imposibilidad de accesos a créditos de organismos financieros internacionales y la inveterada postura de incumplir pagos, quizás la única alternativa objetiva que va quedándole al gobierno de Cuba -frente a un eventual fallo desfavorable en el actual pleito que se dirime en Londres- sea ofrecer a CFR I Limited negocios e inversión en la isla, con importantes exenciones y beneficios fiscales.
Pero esa sería otra historia; que tampoco resultaría fácil porque La Habana ignoró propuestas de negociación del fondo domiciliado en Islas Caimán que -antes de denunciar- intentó un acuerdo bilateral mutuamente ventajoso y cuando alguien gana en sede judicial; en caso de pacto, endurece su posición sabiendo que el perdedor anda como el perro del afilador, que se comía las chispas para comer algo caliente.
Más le vale a la casta verde oliva y enguayaberada reflexionar porqué tantos cubanos se alegran de sus derrotas, que andar enredando la pita absurdamente con falacias que solo refuerzan su desprestigio creciente y su absoluta dependencia de Estados Unidos, del capitalismo y de la solidaria emigración a la que desprecia y jinetea.
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