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He sido víctima del robo de huesos en el cementerio de Matanzas. El panteón familiar fue profanado y sustraídos muchos de los restos de mi familia.
Después de reclamar a la administración del cementerio, fui a la unidad de la policía de la ciudad de Matanzas y puse la denuncia correspondiente, que tiene el número 13680 del 20 de octubre de 2020.
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Posteriormente radiqué la situación en el Partido Comunista provincial, y se le dio conocimiento al entonces primer secretario, Liván Izquierdo.
Nadie hizo nada, a nadie le preocupó esta situación.
Hoy la situación ya es del conocimiento de la nueva secretaria, Susely Morfa, quien tampoco me ha dado respuesta.
Si las máximas autoridades del territorio ignoran la situación, ¿a dónde más acudir?
Lo que yo vi cuando llegué sorpresivamente al cementerio es un horror. De más está decir que regresé con los restos de la tía que llevé a enterrar y está en la casa.
¿Tendremos que enterrar a nuestros muertos en los patios o conformarnos con saber que después de muertos pasan a servir en una prenda de la regla de Palo Monte?
¿Existe un cártel de huesos en Matanzas?
¿Quién se está enriqueciendo con los sagrados huesos de nuestras familias?
¿Por qué no se detiene esta situación? ¿Es para no afectar a los "padrinos"?
¿Y mi dolor por la pérdida de los restos de mis tíos, de mis abuelos, de mis padres, de mi esposo?
¿Y mi angustia por pensar lo que puede ocurrir con sus espíritus? Quien no sepa, que lea El monte, de la escritora Lidia Cabrera.
No abundo más en el tema, no es necesario. Solo decir que espero que se haga algo al respecto. Es muy triste, muy triste. Desde entonces vivo con mucha angustia pensando en qué pasará si se muere alguien más, incluso yo misma, ¿se van a rifar mis huesos?
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