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Yunisley Cruz, una madre cubana con un bebe lactante, denunció este miércoles que solo tiene un pan de la bodega para su comida y la de su niño pequeño.
“Esta es la comida de hoy de mi niño de 6 años y mío una madre que lacta a un bebé, porque cuando fui a la bodega a comprar el arroz que me corresponde me dicen con la mayor facilidad del mundo que hoy 22 de febrero ya no hay arroz”, denunció la joven, que reside en La Habana, según su perfil de Facebook.
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“Cómo se lo explico a mi niño para que lo entienda y cómo calmo mi impotencia de no gritar a los cuatro vientos lo que siento sobre este gobierno ineficiente”, lamentó la mujer en un post que fue difundido en el grupo de Facebook “Madres cubanas por un mundo mejor”.
En los comentarios a la publicación, decenas de madres cubanas empatizaron con la situación de la mujer, relataron sus propias experiencias y se ofrecieron a ayudar.
“Cómo te entiendo a mí me pasó lo mismo con el azúcar y el yogur, es lo que hay, los niños y la canasta básica dejaron de ser sagrados hace rato. Quiero ayudar por favor escríbeme”, comentó una internauta.
“Mamita, tranquila, así estamos casi todas, a mí se me acabó el arroz ayer y hoy salí a comprar harina de maíz a 150 mn 2 lbs, compré 4 paquetes y eso es lo que comeremos mi esposo mi niño de 2 años y yo. Tú me avisas cuando vayas a gritar para que gritemos juntas, a ver quién nos escucha, estoy seguro que primero nos escucha dios ante que este gobierno”, lamentó otro.
Son muchas las madres y padres cubanos que, agobiados por la terrible inflación en el país, sufren al ver cómo sus exiguos salarios no alcanzan para darles una vida digna a sus hijos, muchos menos para ofrecerles ningún lujo.
Hace unos días, un cubano de Las Tunas relató cómo gastó más de 3,000 pesos al llevar a su hijo a comer el día de su cumpleaños.
La historia de Lucas y el pequeño Diego, quien cumplió años el sábado pasado, empezó al ir a la bodega a comprar algo para el desayuno. Allí el niño quiso un nailon con 10 o 12 galleticas que costaba 120 pesos porque, según la dependienta, eran “liberadas”.
Después de gastar otros 200 pesos en el transporte, se dirigieron al restaurante 2007, donde Lucas pagó más de mil pesos por una ración de camarones, chatinos y refresco de cola.
En diciembre pasado, Manuel Viera, un abogado que mantiene una postura crítica contra el régimen relató que su hija Brenda le pidió que le comprara un árbol de navidad, un ingenuo deseo que lo llenó de tristeza.
"Cuesta mucho a cualquier padre en Cuba explicarle a un niño que en este país sin rumbo, con la inflación actual, todo el dinero no alcanza para comer y que de ninguna manera se pueden gastar miles de pesos en árbol y luces", dijo.
Viera también debió explicarle a su niña que no podrían celebrar la cena de fin de año como manda la tradición cubana, con una comida con carne de cerdo, yuca y frijoles negros, porque hasta estos últimos eran inalcanzables para él.
En noviembre, otro padre cubano denunció la inflación que sufre el pueblo, tras visitar una cafetería en La Habana donde gastó 1,400 pesos en una merienda para su hija.
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