Un cubano que fue baleado por policías durante las protestas del 11 de julio de 2021, afirmó que si no tuviera familia en Estados Unidos se hubiera muerto.
Osiris José Puerto Terry, un cuentapropista residente en el municipio Diez de Octubre, en La Habana, tiene en su abdomen una enorme cicatriz que le quedó tras la operación para extraerle dos balas que estuvieron a punto de matarlo ese día.
Más de una vez él ha dicho que no participó en las manifestaciones, sino que le dispararon cuando intentaba llegar a su casa. Seis oficiales le dieron tres tiros: "el primero fue para la cabeza pero no me dio, el segundo me dio en la tibia y cuando caigo en el piso me da el tercer disparo por la espalda", declaró a la agencia CubaNet.
Puerto Terry fue atendido en el hospital Calixto García, donde le extrajeron una de las balas, la otra aún la tiene alojada en su espalda.
"Un año y ocho meses tirado en cama, gastando en medicamentos, porque no tenían medicamentos en el policlínico mío. Gracias a mi padre en Estados Unidos, gracias a mi hermana, pude cerrar la herida, porque si no tuviera esa familia del lado de allá, que me ayudaron, me hubiera muerto", detalló.
En todo este tiempo, no ha dejado de exigir que se le dé una reparación económica por los daños sufridos, pero la Fiscalía Militar rechazó su reclamación y certificó que la actuación de los oficiales no constituyó un delito porque "obraron en cumplimiento de un deber".
"Ellos decidieron no indemnizarme porque los oficiales que me tiraron los tres tiros estaban cumpliendo con su deber y la orden que tenían era esa", subrayó.
A pesar de eso, él asegura que no dejará de pedir por la injusticia que se cometió con él, porque "si me hubieran matado, hubieran dicho que mataron a un delincuente", señaló.
La lucha de Puerto Terry para que se le haga justicia lo puso en la mira de la Seguridad del Estado.
En muletas y casi sin poder andar, tuvo que ir cuatro veces al centro de investigaciones del Ministerio del Interior de 100 y Aldabó, a Tulipán y Boyeros y a la Fiscalía Militar.
Semanalmente debe presentarse con su esposa en la unidad de policía de su barrio a firmar un acta de compromiso de que no se meterá en política. Además, cada vez que la Seguridad del Estado determine, tiene que estar tres o cuatro días sin salir de la casa.
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