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El director de La Opera de la Calle, Ulises Aquino Guerra, volvió a lamentar el éxodo de artistas que sufre el país, y con ello su proyecto cultural.
"En estos 17 años he tenido que decir muchas veces hasta pronto, incluso a mis seres más queridos como mis hijos y mis nietas, siempre con un dolor que me estruja el alma, pero con la satisfacción de saber, que los que estuvieron, los que están, y los nuevos que llegan, siempre tendrán las puertas de su compañía abiertas", escribió en Facebook.
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Aquino Guerra recordó que en pocos días dos miembros de su grupo se han marchado de Cuba, y se mostró convencido de que habrá muchos más.
"No se trata de nosotros, es la triste realidad que atraviesa la madre de todos, la Patria", acotó.
Asimismo, deseó para todos los que se marchan lo mismo que quiere para sus hijos y familiares: lo mejor del mundo.
"Mi corazón siempre estará con todos, y en cada escenario que se paren, estará un poco de mí, y todo mi orgullo", finalizó Aquino Guerra.
No es la primera vez que el director de La Ópera de la Calle reflexiona sobre los efectos negativos que tiene el éxodo de cubanos para las artes y la sociedad en general.
El pasado año defendió el derecho que tienen las nuevas generaciones de tener una vida donde el trabajo les permita comer, soñar y vivir dignamente.
"Hace mucho que este [país] no es el sueño de muchas generaciones, más bien se ha convertido en la paranoia de los jóvenes y la pesadilla de los viejos”, lamentó.
Ópera de la Calle es un proyecto defensor del patrimonio cultural cubano que se inserta en el panorama lírico actual. Sus integrantes bailan, actúan y cantan combinando ritmos autóctonos y foráneos, y no sólo muestran talento promoviendo el arte lírico, sino que incluso hacen una apertura mucho mayor.
Ulises Aquino Guerra (La Habana, 1963) es además de su director y fundador, cantante lírico, con diversas presentaciones tanto en Cuba como en el extranjero.
En 2020 hizo unas fuertes declaraciones sobre las médicas económicas que entraron en vigor con la Tarea Ordenamiento, y que condujeron a un empobrecimiento cada vez mayor de los ciudadanos.
“Contrario a lo que piensas he entregado mi obra, mis esfuerzos y mi vida a tu misma revolución, y el quebranto de la familia lo he sentido en carne propia, viendo a mis hijos y mi nieta emigrando, corriendo de ese proyecto donde los sueños solo se imaginan saltando fronteras o viajando en balsas”, escribió.
Casi un año después pidió ayuda en internet para que alguien del Ministerio de Cultura se sensibilizara y arreglaran el microbús de la compañía, que llevaba años sin funcionar y bajo la custodia de un chapista que solo ofrecía justificaciones y nada de soluciones.
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