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Cuando apenas quedan 48 horas para la apertura de los colegios electorales donde se votará por los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), siguen alzando sus voces los cubanos que se niegan a participar en lo que consideran una “farsa”.
Entre los más escépticos con un proceso en el que se eligen 470 diputados y se presentan 470 “candidatos”, están los jóvenes cubanos, para quienes las prioridades de sus vidas no sintonizan con el “papel de la juventud” que describe la propaganda del régimen.
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“Yo no quiero ir a votar. Tal vez lo haga porque los de la FEU y los CDR te lo preguntan constantemente. La verdad es que mi meta es salir del país. Ser parte de las elecciones no está entre mis prioridades”, explicó Mario, un joven cubano, a la agencia EFE.
A pesar de la intensa campaña del régimen en los medios de comunicación bajo su poder (los únicos legales en Cuba), Mario no se enteró de que había elecciones hasta hace unas semanas, cuando los representantes de la oficialista Federación Estudiantil Universitaria (FEU) se presentaron en su aula para “invitarlos a participar”.
A su lado, una estudiante universitaria coincide con la visión de Mario. “No tiene sentido” ir a votar el próximo domingo cuando la ANPP es percibida como un adorno político de la dictadura, cuya única función es sancionar por unanimidad y dar una presunta legitimidad a la acción legislativa de un régimen que busca perpetuarse en el poder.
“La idea es graduarnos de la universidad, y tener un diploma para salir (del país) y buscar trabajo”, coincidieron ambos estudiantes de grado superior que, al igual que cientos de miles de otros jóvenes “no se ven en el futuro” en Cuba.
Muchos de ellos conformaron y conforman el mayor éxodo de la historia de Cuba, que dio comienzo con la represión desatada tras las históricas protestas del 11J, en la que los manifestantes eran mayoritariamente jóvenes.
La persecución policial, las golpizas, las largas penas de cárcel y la comprobación de que el régimen optaba por la violencia y el enfrentamiento antes que por el diálogo y el cambio, unido todo ello a la crisis provocada por el “ordenamiento” económico, dieron pie a la crisis migratoria actual, en la que cientos de miles de jóvenes y personas en edad laboral abandonaron la isla.
Quedarse el domingo en la cama es una forma de mostrar su insatisfacción para Gabriela, una trabajadora de un hospital en Pinar del Río que conoce de primera mano el funcionamiento de la destruida sanidad pública cubana.
En conversación con EFE, la joven contó que ha visto en su trabajo cómo los pacientes son atendidos de manera diferente en función de sus conexiones con el partido o los dirigentes. "Para la gente fuera de esos círculos no hay ni carros fúnebres", señaló.
La misma actitud tiene María, una cubana de 21 años que confesó que planea pasar el domingo en la cama. “Valen más mis horas de sueño”, sentenció la joven. El 90 % de sus amistades piensa igual. Según EFE, los comicios del 26 de marzo no solo no les representan, sino que les importan “cero”.
“No lo veo como una cosa ideológica, es más bien inconformidad. Normalmente tú vas porque tienes que hacerlo, no porque quieres”, dijo la universitaria a la citada agencia, que preguntó sobre la participación en las elecciones a jóvenes nacidos a finales de los noventa y principios del 2000, conocidos como la “generación Z”.
Para Gabriela, de 24, no todo es una cuestión de edad. "La gente que va (a los colegios) lo hace porque en su familia hay militares, porque son de las agrupaciones de masas (grupos afines al Partido Comunista de Cuba -PCC-, único legal) o simplemente para evitar problemas", señaló.
Por su parte, Mario (19 años) reconoció diferencias de actitud en función de la edad. "Mi abuelo es una persona de otro mundo, diferente al que estoy viviendo hoy", aseguró. "Yo no sé ni quiénes son (los candidatos) ni si ellos entienden mis problemas. No me representan", concluyó el joven.
Para Julia, también de 24 años, la simulación sigue siendo clave en la realidad cubana, mucho más en la esfera política. "Mi mamá es de la idea de que hay que ir porque lo mejor que puedes hacer es pasar desapercibido y cumplir", reconoció.
"En Cuba tienes un modelo social en el que la ideología está en el centro. El desinterés es subversivo en el momento en el que tiene un impacto y no se participa en los rituales de reproducción del sistema, como el Primero de Mayo o las elecciones”, consideró la investigadora cubana Hilda Landrove.
Según Landrove, si las nuevas generaciones son refractarias al discurso oficial es porque “la ideología está vencida y no da perspectivas de futuro”.
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