Años ha, la poeta Nancy Morejón exclamó: Aquí no hay problema en ser maricón o tortillera, siempre que sean de izquierda.
La anécdota viene como anillo al dedo a la apropiación indebida que comete la casta verde oliva y enguayaberada con la bandera, que es de todos los cubanos.
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El bochinche comunista es el penúltimo capítulo de la saga "La calle es de los revolucionarios" y "Abajo los derechos humanos", entre otras creaciones de los estudios fílmicos del pan con na'.
Al tardocastrismo no le interesa la bandera; como no le interesa la historia de Cuba, salvo para su patiñero permanente, pero legisla para castigar a opositores como Aniette González y Luis Manuel Otero Alcántara; agitando el fantasma patriotero que anida en su alma anticubana y jinetera.
¿De qué sirve fingir indignación selectiva por supuestos uso indebido de la bandera, cuando se ordena masacrar cubanos y se condena a la mayoría a vivir vigilados y empobrecidos?
¿De qué sirve legislar para reprimir a los adversarios; cuando el presidente de una parte de los cubanos, la usa como pulóver arrogante o se pone un mono deportivo con la palabra Cuba a la altura de sus nalgas? La Fiscal General, si no fuera una empleada de la dictadura más vieja de Occidente, debería juzgar al presidente.
¿De qué sirve atacar y encarcelar a cubanos que usan la bandera en sus perfomances; mientras se tolera el mal uso en un rapero extranjero y en un activo gusañero?
La bandera, como el escudo, deberían unir y nunca separar a cubanos por razones politiqueras; pero ese día Díaz-Canel no fue a clases y nunca se preocupó por aprenderlo porque su prioridad es ir saltando de una maldad a otra, de ocurrencia en ocurrencia y; sobre todo, agredir a cubanos, a quienes desprecia e insulta continuamente.
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