La hija de Dorothy La O Recino, de solo 10 años, vende durofríos para ayudar a su familia a enfrentar a la crisis económica que sufren la mayoría de los cubanos.
Aunque dijo sentirse orgullosa de la hija que está educando, también se mostró desconcertada porque no cree justo que una niña tenga que vivir estas experiencias.
"No sé qué hacer", escribió La O Recino en un grupo de Facebook.
Con los elevados precios que tiene actualmente la comida en Cuba, producto de la inflación, la escasez y el desabastecimiento de tiendas y mercados, la cubana explicó que paga unos 700 pesos semanales en meriendas, y otros 1,600 en bolsa de leche cada tres semanas.
"Se le ocurrió la idea de vender durofrío y la verdad que lleva dos días que no deja de vender uno detrás del otro", aseguró.
Tras su comentario, otras madres aseguraron que conocen de historias similares de menores que se involucran para ayudar a sus familias y colaborar económicamente.
"Mi hijo tiene seis años y también se le ocurrió la misma idea, aunque él no los puede hacer solo, lo hacemos juntos y él se encarga de venderlos cuando viene de la escuela; y yo no le quito la idea, eso hará de él un gran hombre y sé que será luchador", contó una mujer.
"Con cinco o siete añitos iba con mi abuela al campo, a traer sacos de maíz. Lo molíamos en casa para hacer tamales y yo recogía el pedido por toda la cuadra y los vendía. El dinero que me ganaba lo dejaba a mi abuela o mamá para ayudar en los gastos. Gracias a eso y otras cosas que aprendí soy tan independiente", rememoró otra.
Las noticias de niños que venden en productos para ayudar a sus familias no dejan de ser desgarradoras para muchos cubanos, sobre todo, porque el oficialismo reitera que en Cuba los menores de edad no tienen que hacer esas cosas que solo se ven en países capitalistas.
El pasado año se hizo viral un niño de 12 años que vendía ají cachucha en la calle, porque el salario de su madre era insuficiente.
Los ajíes fueron sembrados por el menor de edad, quien los vendía en la vía pública a escondidas de su madre.
"Nuestros niños no deberían pasar por eso", dijo la persona que contó la historia.
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