Al gobernante cubano Miguel Díaz-Canel no le gusta hablar de su persona, pero le contó al periodista Ghassan Ben Jeddou, del canal de televisión árabe Al Mayadeen, que en su tiempo libre le gusta nadar y hacer pesas para mantener su forma física... Y que ama a Lis.
“Bueno, yo creo que soy un deportista frustrado y un músico frustrado, un artista frustrado”, dijo el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba, preguntado por su “distinguida persona”, su vida íntima y su afición por el deporte.
Interesado por esa “faceta humana” del heredero del poder de la familia Castro Ruz, el informador panarabista le requirió por sus costumbres y su relación con su familia, sus hijos y la no primera dama de Cuba, la funcionaria Lis Cuesta.
“Yo soy un deportista, digamos, de medio rendimiento, ni alto ni bajo”, confesó el gobernante con una sonrisa de mediocre resignación pintada en su rostro.
El líder de la llamada “continuidad” jugó béisbol en su etapa infantil y baloncesto en su etapa de “secundaria y pre”. Luego incursionó en el polo acuático y en estos tiempos, “en que uno se va poniendo más viejo”, le gusta jugar al softball.
“Tengo la costumbre, el hábito, de practicar deporte diariamente. Trato de caminar cuatro o cinco kilómetros todos los días y los fines de semana hago un poco de pesas [hace el gesto de levantar los antebrazos, típico de los ejercicios de bíceps] y trato también de nadar cuando puedo”, dijo Díaz-Canel.
Sus declaraciones dejaron ver el “cuidado” que también pone en alimentarse, pues con semejante rutina de ejercicios físicos diarios, su anatomía no para de volverse más rolliza y su vientre de hincharse y crecer, aunque quizás se deba al intenso trabajo de su musculatura abdominal.
“En la música traté de aprender a tocar guitarra, pero parece que no tengo buen oído. No pasé de aprender los acordes, después traté de aprender percusión, batería [gesto de tocar el tambor en una fanfarria]. Y después, en el empeño de hacer algo en la música, hice una prueba para tocar la trompeta [gesto de trompetero] en una banda en la secundaria, y era el peor trompetista”.
Suelto en su gesticulación y abierto en canal en su confesión ante el entrevistador árabe, el gobernante cubano admitió que a pesar de ser el “peor trompetista”, no hubo cuórum suficiente y lo aceptaron en la banda… algo parecido a lo que sucedió con sus cargos políticos en la actualidad.
“No me arrepiento de los supuestos fracasos que he tenido con mis pasiones, porque me han dado emociones y vida”, dijo el casateniente del Palacio de la Revolución para, a continuación, contar a los espectadores de Al Mayadeen cómo es su vida familiar, a la que también dedica tiempo.
“No se pueden enfrentar tareas de dirección de esta complejidad sin tener el apoyo de la familia y sin tener un espacio para la familia. Nosotros somos una familia muy unida, donde el mejor tiempo que pasamos es cuando estamos juntos. Por lo tanto, tenemos el hábito, por lo menos los domingos de reunirnos todos en familia”.
Ese día, acuden sus tres hijos a casa con sus familias, sus parejas, con los nietos, las abuelas, los hermanos con sus parejas y sus hijos, y también varios amigos. “Es un tiempo para compartir, para conversar, es un tiempo para entre todos darnos fuerza”.
“De nuestros tres hijos, hay uno que vive con nosotros y que además trabaja conmigo. Graduado del Derecho. Muy exigente. Yo digo que es la oposición en casa. Siempre me está criticando, pero no siempre tiene la razón. Los otros dos son músicos, artistas, tienen una banda, componen canciones y yo soy su principal fan”.
En lo tocante a su relación con Lis Cuesta, el gobernante cubano dijo tener una “relación muy intensa”.
“Tengo una relación de amor, de verdadero amor, que también nos da responsabilidades con la familia. Yo creo que Lis es un poco el centro de la familia, la que acoge los problemas de todo el mundo, de los amigos, de los muchachos, de los nietos… Y tiene una habilidad para llegar a todos y compensar las ausencias de uno”.
Su “mujer” es también “una amiga y una compañera de lucha, de ideas revolucionarias, es una gente con un sentido muy crítico de todo lo que se hace, muy perspicaz, tanto en su trabajo profesional como en las valoraciones que hace de mi trabajo, de las cosas que nosotros también hacemos…”.
Según el Dr. Díaz-Canel, su relación con la Dra. Cuesta Peraza, le permite compartir horas, “no solo de amor, sino también de discusión, de reflexión, de análisis, de propuestas, de planes… Y a mí son cosas que me han enriquecido mucho en la vida, porque hay otra perspectiva, también desde una mirada más cultural, más intelectual de lo que en política y en economía nos proponemos”.
“Es un aporte también desde los sentimientos, de las emociones, desde el respeto al criterio de los demás. Y eso ha sido una oportunidad para mí de mejoramiento humano y también como dirigente te ayuda a apreciar mejor la diversidad de opinión, a tener más paciencia para escuchar. Siempre con una máxima, el mejor tiempo que uno dedica es a la familia, pero también al pueblo…”.
Escuchando a Díaz-Canel, desde su piedra de Santa Ifigenia, las cenizas del “comandante” parecían ascuas al ver cómo el líder de la “continuidad” se reconocía como un mediocre frustrado, un advenedizo, pero buen padre de familia y respetuoso de su mujer.
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