Gilberto Reyes (Camagüey, 1955) Un hombre cordial, alejado de cualquier vanidad; hasta el extremo de pedir disculpas por un leve retraso en sentarse a conversar con los lectores de CiberCuba, con el pretexto de "Plantadas", donde se mete en la piel de Salvador, un rector universitario que se viste de miliciano, en cuanto sabe que el Ejército Rebelde asoma por el Cotorro.
Gilbertico y su esposa, Carmen Franchi, crearon una tienda de antigüedades en Florida, como parte de su proyecto de libertad, que implica la ventaja de elegir en qué, cómo y cuándo actuar; casi un lead periodístico que -en su voz- suena a visión de futuro y la certeza del trabajo bien hecho, una de sus señas de identidad actoral que le permiten mudar de piel de un Fonomemeco a ese funcionario oportunista, sumado al carro de los triunfadores, y que ha conmovido al público de Miami, con diez semanas seguidas en cartelera y varias sesiones con lleno total.
Hiciste doblete en Plantados y Plantadas; ¿cómo construiste ambos personajes?
En Plantadas fue menos complicado; personajes como el rector los teníamos alrededor y es un comportamiento que no varía mucho entre ellos. De hecho la frase “los americanos están ahí” se la propuse a Lilo durante la filmación, la escuchábamos constantemente. Plantados fue difícil y a la vez accesible. Siempre pensé que todos los hombres teníamos un precio hasta que los conocí. Y el poder relacionarnos con ellos nos dio la oportunidad de entender algo del coraje de esos hombres. Todos trabajamos duro y Lilo es muy buen director de actores y fue impulsor y parte de los encuentros. He recibido críticas por mi trabajo durante los años en que he hecho Teatro, cine, radio y televisión pero lo que me dijo uno de ellos el día del estreno a la salida, “todos nos vimos reflejados en ti”, no va a superar el placer profesional y humano que sentí.
La versatilidad actoral es quizá tu rasgo dramático más persistente. ¿Qué es menos complicado hacer reír o llorar a los espectadores?
En la actuación no hay nada fácil. La Comedia (sin apellidos) es muy difícil porque te puedes dejar llevar por la reacción del público y se convierte en astracanada, farsa o cualquier otra cosa que no es Comedia. En lo dramático me siento más cómodo, si se puede decir. Tuve la oportunidad de tener muy buenos profesores de actuación y los años de trabajo en todos los medios le han sumado experiencia a mi trabajo. Reír o llorar es una responsabilidad muy grande cada vez que te enfrentas a un nuevo personaje.
Te fuiste de Cuba en la cima de la popularidad, ¿por qué?
No es que en Cuba estuviera en la cima de la popularidad pero trabajaba mucho, sobre todo en el teatro. Te confieso que no pensaba volver a actuar, quería decidir sobre mi vida; y que mi hija que tenía 4 años pudiera lograr lo que nunca yo logré, vivir realmente en libertad. Y ya ves, a los 14 días de llegar a Estados Unidos, comencé a hacer teatro. He hecho y he logrado más de lo que hubiera pensado así que me doy por complacido. Ahora sólo me queda caminar a mi hija en su boda y ver si logro ver nacer a los nietos.
¿Cómo es tu vida en Estados Unidos?
Normal, después de hacer cosas que nunca pensé ahora mi esposa Carmen Franchi de Alfaro y yo tenemos una tienda Twice Vintage en la que ponemos corazón y me permite hacer lo que quiero con quien quiero y; si no, no lo hago. Bajo esa premisa hago teatro o cine porque los demás medios se han quedado detrás en muchos aspectos y no voy a hacer algo mal pago y para que me conozcan.
¿Que ganaste y qué perdiste con la mudanza?
Todo ha sido ganancia que la resumo en una sola palabra LIBERTAD (ponlo en mayúsculas). Perdí, creo, la época más hermosa que nos toca a todos en Nueva York o en Madagascar, el riesgo de la juventud. Pero tomo pastillas contra la nostalgia y hasta ahora me va bien. Aunque no puedo evitar llevar a Cuba conmigo.
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