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Padre cubano que ofrece hijo en adopción: "No puedo darle ni desayuno antes de ir a la escuela"

"Tendría que ser muy desvergonzado para querer cambiar a mi hijo por dinero. No quiero eso. Lo que busco es que crezca en un país libre, con oportunidades, sin adoctrinamientos", dijo Jorge Yanko Heredia.

Jorge Yanko Heredia y su hijo © Facebook/Jorge Heredia
Jorge Yanko Heredia y su hijo Foto © Facebook/Jorge Heredia

Jorge Yanko Heredia, el padre cubano que días atrás ofreció a su hijo en adopción fuera de Cuba porque no quiere que sufra más carencias, afirmó que mantiene su decisión, la cual desató un debate en las redes sociales.

En entrevista con la agencia CubaNet, Heredia dijo que a pesar de los riesgos, sigue dispuesto a entregar la custodia de su hijo de 12 años a un desconocido, porque no quiere que viva en un país que atenta contra el progreso de todos.

"No hice esto de la nada. He estado pensándolo y es la única solución que veo para que mi niño deje de pasar trabajo. Todo el que me conoce sabe que este niño es por lo que miran mis ojos, pero no puedo darle ni para que desayune antes de ir a la escuela", aseguró.

"No me alcanza el dinero ni para lo imprescindible. Cuando mi hijo me pide para comprarse alguna bobería no se lo puedo dar porque, entonces, ¿cómo compro el arroz para que almuerce?", cuestionó.

El padre de 39 años, residente en Santiago de Cuba, recalcó que no está pidiendo nada para él, solo que lo ayuden a sacar a su hijo del infierno en que vive.

"Tendría que ser muy desvergonzado para querer cambiar a mi hijo por dinero. Y no, no quiero eso. Lo que busco es que crezca en un país libre, con oportunidades, sin adoctrinamientos", agregó.

Aunque no apoya al gobierno, Heredia aclaró que no es opositor ni activista político, solo "un ciudadano harto".

Es panadero, pero desde hace seis años no trabaja para el Estado para no seguir cobrando un salario miserable que no le alcance para nada. Sobrevive haciendo mandados o lo que aparezca.

Acerca de aquellos que lo critican por intentar enviar a su hijo a un lugar desconocido con extraños, con los riesgos que ello implica, respondió que nadie sabe cómo viven él y el niño.

No obstante, reconoció que le da miedo que el pequeño caiga en malas manos, pero confía en que Dios no permitirá eso.

"No están en mis zapatos. Soy un hombre que cree en Dios y sé que en el mundo hay personas magníficas de muy buen corazón, que podrían darle una vida digna a mi hijo. El sueño de él es ser pelotero de Grandes Ligas y aquí no hay ni comida en las escuelas de deporte", recordó.

"Para mí, no hay salida. Toqué fondo: ni de alimentar a mi familia soy capaz, pero quizá mi hijo aún está a tiempo de no repetir mi historia. Estoy loco por comprarle un par de zapatos porque lleva dos años con los mismos, que no le quedan casi, y no puedo. Mi mayor miedo es que mi hijo se quede en este infierno de país", concluyó.

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