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Hace dos décadas el mundo se despedía de una de las leyendas de la música: Celia Cruz, conocida como la "Guarachera de Cuba", y que será recordada en diversos homenajes en Miami y Nueva York.
Omer Pardillo, albacea de la cantante, prepara los homenajes a la Reina de la Salsa, que supo ganarse un lugar en el olimpo musical con su distintivo grito de "¡Azúcar!".
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“No dejó que la fama la cambiara. Siempre estuvo muy pegada a la tierra”, comentó Pardillo a la agencia de noticias EFE.
Según Pardillo, quien la conoció cuando él era joven y quedó cautivado por su energía, la fama nunca cambió a Celia, quien siempre mantuvo los pies en la tierra. Aunque aún se guardan algunos detalles, se revela que la Parada Cubana de Nueva York y una calle en Miami Beach llevarán su nombre en el aniversario de su fallecimiento.
En Miami, existe un proyecto especial propuesto por Pardillo: la instalación de un banco dedicado a Celia Cruz frente al malecón de la Ermita de la Caridad, en el barrio de Coconut Grove.
Este lugar, donde la cantante solía visitar incluso en la madrugada debido a su devoción por la virgen patrona de Cuba, es considerado muy apropiado para honrar su memoria.
Además de los homenajes, este año se lanzará una nueva edición del libro autobiográfico de Celia Cruz, titulado Celia: Mi vida.
Esta versión actualizada, que estará disponible en septiembre a través de Amazon, incluirá datos y fotografías adicionales, así como una nueva portada.
El texto permite a los fans sumergirse aún más en la vida y trayectoria de la famosa cantante, nacida en La Habana el 21 de octubre de 1925 y cuyo nombre real fue Úrsula Hilaria Celia Caridad.
Desde su muerte, Celia Cruz ha sido objeto de múltiples honores y reconocimientos en todo el mundo. Se han lanzado ediciones especiales de sus álbumes, exposiciones con objetos personales, maratones benéficos y diversos homenajes, no solo en Estados Unidos, sino en diferentes lugares alrededor del globo.
La voz de éxitos memorables como "La vida es un carnaval" y "Yo viviré" nunca regresó a Cuba después de su partida al exilio, aunque en 1990 visitó la Base Naval de Guantánamo, donde tomó un puñado de tierra para llevarlo consigo a Nueva York.
Pardillo, quien organizó los funerales de Celia en 2003, recuerda dos momentos imborrables: el aplauso espontáneo de los habitantes de los barrios latinos al paso del cortejo fúnebre por el Puente George Washington, que une Manhattan con Nueva Jersey, y el gesto de los empleados de American Airlines al arrodillarse al llegar el féretro al aeropuerto de Miami.
El 19 de julio de 2003, cumpliendo uno de sus últimos deseos, el cuerpo de Celia Cruz fue trasladado en avión a Miami para un funeral "corpore in sepulto" en la emblemática Torre de la Libertad, símbolo del exilio cubano.
Dos décadas después, su legado perdura y su música continúa resonando en los corazones de sus admiradores en todo el mundo.
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