Iroel Sánchez pidió a sus hijos que pagaran la cuota del Partido antes de morir

Falleció en La Habana a los 58 años, pero, antes de irse de este mundo, el propagandista del régimen cubano Iroel Sánchez encargó a sus hijos que pagaran la cuota del Partido Comunista de Cuba.

“Tenía un nombre inconfundible. Nadie se llamaba como él y nadie se le parecía. De haber vivido hasta el 12 de septiembre de 2023, hubiera cumplido 59 años. Se fue absurdamente antes, y lo peor es que no lo esperábamos, ni nosotros, ni él, que en sus últimas horas pidió a sus hijos que pagaran la cotización del Partido…”, dijo la periodista Rosa Miriam Elizalde en el sitio oficialista Cubadebate.

Lo anterior constituye el comienzo de las “Palabras en la despedida de duelo de Iroel Sánchez, en la Casa de la Amistad, el 19 de mayo de 2023”, escritas por su colega y vicepresidenta primera de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Un texto que hace honor al fallecido y a su legado para la historia insular de la infamia.

Poseída por el espíritu de la ópera revolucionaria norcoreana, la periodista que escribió el obituario de Iroel reveló un dato que –de ser cierto- amerita que el propagandista de “nombre inconfundible” sea llamado de ahora en adelante “Encarnación máxima del amor revolucionario y de la camaradería”.

Cabe la posibilidad de que la anécdota sea apócrifa y constituya una alegoría al estilo juche del tremendo compromiso y entrega de Sánchez a la llamada “revolución” y al Partido Comunista; una imagen en clave para aquellos que se identifican con esa frase escatológica de "los hombres mueren, el Partido es inmortal".

Acuñada en 1973 por Fidel Castro, la frase de marras ha formado parte del pedestre adoctrinamiento del régimen cubano, impresa en miles de carteles, engalanado murales de la escuela del Partido Ñico López, y piedra de toque de todo discurso de cuadro mediocre.

De las 721 palabras con las que Rosa Miriam despidió el duelo de su amigo y camarada, 42 corresponden a una cita del mismísimo Iroel, las únicas que el abatimiento le permitió recordar y transmitir como paradigmáticas del ideólogo del régimen.

“Oye, no somos de izquierda ni comunistas por generosidad, ni por piedad, ni por compasión, sino porque antes de poder tomar partido por una causa hacemos de ella nuestra propia causa, y como el Che ponemos el pellejo para demostrar nuestras verdades”.

Constituye esta revelación el grado cero de la escritura y el pensamiento, una aporía insuperable que se abisma en la mente de uno de los grandes lavadores de cerebro del régimen cubano, descubriendo, ¡ay dolor!, unos campos de soledad y mustios collados por los que yerran un fantasma argentino, pellejos demostrativos y apodícticas causas.