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El sacerdote cubano, Alberto Reyes, mostró su profunda preocupación por la situación en Cuba y cómo, durante sesenta y cuatro años, los ciudadanos han sido testigos de cómo la vida se ha vuelto cada vez más precaria y difícil, con la tierra volviéndose menos productiva, la esperanza escasa y el deseo de escapar más urgente.
En su publicación en Facebook, el sacerdote reflexionó sobre el fracaso del proyecto conocido como "Revolución cubana" y señaló que no ha traído progreso ni ha logrado el ideal de formar un "hombre nuevo".
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Los problemas que prometió resolver siguen sin resolverse, y a lo largo del tiempo, no ha logrado ganarse el corazón del pueblo, en cambio, sostiene que el poder se ha mantenido mediante el miedo, la desconfianza, los discursos de odio y la represión inhumana.
Reyes se cuestiona hacia dónde se dirige el país y qué futuro, esperanza e incentivo hay para vivir en Cuba. También plantea una pregunta a aquellos que dirigen los destinos de la nación, así como a todos aquellos involucrados en los mecanismos de poder en la isla.
Lleno de angustia, el sacerdote preguntó si los dirigentes no ven ni sienten el sufrimiento que rodea al pueblo cubano; mencionó la dificultad de acceder a lo más básico, como alimentos, medicinas, transporte, educación, vivienda y atención a los ancianos. Destacó la falta de esperanza y la desilusión de los jóvenes, así como el agotamiento generalizado de la gente.
Además, señaló cómo la precariedad ha afectado a las familias cubanas, desarticulando la célula básica de la sociedad debido a la emigración, las "misiones internacionalistas" y las guerras en territorios ajenos.
También cuestionó la posibilidad de hablar de "resistencia creativa" sin brindar los medios, la libertad y los resultados tangibles que den sentido a esa resistencia.
El sacerdote concluye su mensaje instando a aquellos que no ven la realidad a despertar y enfrentarla. También anima a aquellos que reconocen la situación pero atribuyen las culpas a factores externos a enfrentar la verdad. Finalmente, llama a la reflexión y la acción, recordando que la inacción o la falta de compromiso solo perpetúan el sufrimiento de su propio pueblo.
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