El presidente ruso, Vladimir Putin, se dio un baño de pueblo como estrategia de imagen para fortalecer su reputación, la cual se vio afectada tras la rebelión liderada por Yevgueni Prigozhin, del Grupo Wagner, el pasado fin de semana.
En un gesto excepcional, el dirigente se acercó a la multitud en Derbent, Daguestán, repartiendo besos y tomándose selfies, acciones que fueron capturadas y difundidas por la televisión pública rusa.
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Aprovechando las celebraciones por el Día del Sacrificio y con el deseo de felicitar a los musulmanes de la región, Putin recibió un regalo especial, un Corán, el texto sagrado del Islam.
Durante su visita a Derbent, una ciudad ubicada a dos mil kilómetros de Moscú, el presidente ruso exploró una antigua ciudadela y una mezquita histórica. Allí aseguró contar con el respaldo de la población de toda Rusia.
Usualmente, Putin mantiene cierta distancia en sus apariciones públicas y su contacto directo con la gente se ha visto aún más limitado debido a la pandemia, incluso durante sus encuentros con líderes internacionales, a quienes suele ubicar en mesas distantes.
Sin embargo, el motín liderado por Prigozhin lo dejó en una posición debilitada, algo que el líder del Kremlin no puede permitirse.
En su discurso del lunes por la noche, una vez que la rebelión fue controlada, Putin se dirigió a los rusos y dejó en claro que solo él podría protegerlos del caos. Elogió la unidad y el apoyo del pueblo, aunque todos pudieron observar cómo los mercenarios de Wagner avanzaron desde Rostov del Don hacia Moscú, sin encontrar una resistencia significativa.
A pesar de los ataques aéreos que sufrieron y de derribar varios aviones, los combatientes de Prigozhin fueron aclamados como héroes por la gente al regresar a Rostov del Don, luego de que el líder de Wagner ordenara su repliegue para evitar una mayor violencia.
Putin agradeció a los militares del país su respaldo y les atribuyó haber evitado una guerra civil, todo con el fin de acercarse a la fuerza armada rusa.. Ahora ha iniciado una caza de brujas para identificar a aquellos que le fallaron.
Informes no oficiales aseguran que el general Surovikin está bajo arresto y, de hecho, no ha comparecido en público desde el pasado fin de semana.
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