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Cubano que se niega a vender su casa en Coral Gables enfrenta multa diaria de 150 dólares

Hace cinco años le ofrecieron comprarla para usar el terreno en un proyecto de modernos apartamentos y tiendas en esa ciudad del condado de Miami-Dade.


Un cubano residente en el condado de Miami- Dade se enfrenta a una multa diaria de 150 dólares por no querer vender su casa en la ciudad de Coral Gables, en el sur de Florida.

Orlando Capote reside en la vivienda desde hace 35 años y la municipalidad le impuso una multa de 150 USD diarios por una estructura de metal que tiene en las afueras de su casa desde que fuera comprada por sus padres en 1989, apuntó este fin de semana Telemundo 51.

Las autoridades de esa ciudad alegan que las normas actuales no permiten tener esa estructura que le sirve a Capote para resguardar su automóvil frente a su vivienda que quedó prácticamente atrapada en medio de un lujoso edificio, conocido como The Plaza, que se construyó en 2019 y que es considerado como uno de los proyectos más importante de apartamentos y tiendas en esa ciudad.

Capote denunció que durante casi cinco años la construcción de ese edificio cerró la calle frente a su casa y que él se negó a vender su morada porque no le hicieron una buena oferta por la propiedad, por lo que decidió quedarse ahí sin vecinos cercanos.

Aseguró que las cuentas nunca le daban cada vez que analizaba las ofertas que recibía por la casa, la cual quedó atrapada por el lujoso edificio y hasta para pasar a su patio debe acceder por la parte trasera de ese inmueble.

Pero ahora Capote se enfrenta a otra decisión de la ciudad de Coral Gables, que en sus normas actuales no permite la estructura metálica que la casa siempre ha tenido desde que se compró en 1989.

Las autoridades consideran que él está violando los códigos de la ciudad por una cerca y una estructura de metal para el toldo que protege a su auto cuando está estacionado frente a la casa.

Capote asegura que esa estructura estaba allí desde que fue adquirida la casa a finales de los 80, en el siglo pasado.

"Me dicen no, el código de hoy no lo permite y es correcto. Pero cuando investigo un poquito, digo espera, pero el código de hace 35 años sí lo permitía", comentó al citado medio.

Tras una audiencia de la Junta de Cumplimiento de Código de Coral Gables en junio último, a Capote le impusieron una multa de $150 hasta que la situación se resuelva.

La municipalidad de Coral Gables argumentó en su decisión que el cumplimiento del código "es importante para mantener el carácter estético de la ciudad".

También dijeron que recibieron una queja sobre múltiples violaciones en noviembre de 2022 y que un equipo de la ciudad se reunió con el residente para indicarle lo que necesitaba rectificar, pero que a seis meses de ese encuentro “no ha cumplido".

Capote aún no paga los primeros 150 USD de multa, porque está esperando una segunda audiencia en septiembre, además de asegurar que ha hecho todo lo posible para llegar a un acuerdo, aunque le dieron otros 30 días más para hacer los arreglos en su propiedad, que ya se vencieron.

En 2021, Capote fue noticia por su negativa de vender la casa de sus difuntos padres.

“La casa es mi alma. Entonces, ¿de qué sirve vender tu alma por todo el dinero del mundo?”, dijo Capote a CBS4 News en esa ocasión. “Esta casa es como un disco duro. Mientras miro a mi alrededor, vivo en él, me muevo a través de él y revivo muchos recuerdos”, añadió el nostálgico propietario.

La historia comenzó en 1989. Mientras en el mundo se vivía la conmoción geopolítica de la caída del Muro de Berlín, la familia Capote conseguía comprar una pequeña casa unifamiliar en Coral Gables, una municipalidad con altos niveles de ingreso entre sus residentes.

Trabajando doble y con muchos sacrificios, el padre de Orlando consiguió comprar la casa a la que se fue a vivir la familia. Ahora el hijo recuerda cómo su padre pasaba la mayor parte de su tiempo al aire libre, contemplando los árboles de mango del patio.

Sin embargo, en 2005 falleció el padre de Orlando. Quince años después el hijo también perdía a su madre. Según el testimonio de Orlando, en todos esos años su madre le dijo en innumerables ocasiones que no quería vender el tesoro de su familia, esa pequeña casa en la que se conservaban vivos los recuerdos y la huella del padre y toda la familia.

Para entonces, en pleno 2020, la que había sido una vida apacible en este suburbio de la ciudad de Miami empezaba a verse trastocada por el desarrollo comercial más grande en la historia de la ciudad.

La vivienda que los Capote nunca quisieron vender, quedaba encajonada entre edificaciones nuevas y grandes torres de apartamentos, rodeada por un enorme proyecto de construcción en Coral Gables cuyo presupuesto, el mayor en la historia urbanística de Coral Gables, ascendía a $600 millones de dólares.

La parcela que ocupa la pequeña casa unifamiliar se volvió una pastilla codiciable de terreno y las ofertas comenzaron a lloverle a Orlando. Según afirmó, en los últimos seis años, ha rechazado más de 60 ofertas para vender a desarrolladores, agentes de bienes raíces o ‘flippers’, los cuales llegaron a hacerle ofertas de hasta 900 mil dólares por la casa de dos dormitorios, dos baños y 1,300 pies cuadrados.

“No quiero tirar los dados. No quiero apostar. Entonces, los recuerdos valen más”, aseguró Capote en esa ocasión para explicar que no estaba dispuesto a especular con los recuerdos que atesora en su humilde casita de Coral Gables.

Aunque Orlando dice que la ciudad ha incumplido la normativa urbanística con este megaproyecto, la ciudad de Coral Gables sostiene que no se ha violado ninguna ley, como tampoco el código de incendios.

Mientras su casa sigue en pie, rodeada por torres de apartamentos, Capote insiste en que no irá a ninguna parte. Su historia encuentra similitudes con el personaje de ‘Up’, la conmovedora película de Pixar en la que un anciano se niega a abandonar la casa donde atesora sus recuerdos y que está en medio de un desarrollo urbanístico moderno.

Los recuerdos de mis padres aún perduran en la casa, aseguró en esa ocasión el vecino de Coral Gables. “No me siento solo en la casa. Quizás mis padres estén aquí conmigo”, expresó el hijo del matrimonio de inmigrantes cubanos, junto al mango de gran follaje que luchaba por ver el sol entre los altos edificios que ahora le rodean.

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