“Quedan muchos Moncadas por asaltar para resolver todos los problemas que nos acechan”, dijo el gobernante Miguel Díaz-Canel este 26 de julio en Santiago de Cuba.
Tres días después se mostró ante los cubanos haciendo turismo con su familia por una ciudad donde casi medio millón de personas conviven en medio de la creciente desigualdad y extrema pobreza.
Este sábado, acompañado de su esposa Lis Cuesta Peraza, familiares y allegados, el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba recorrió lugares de interés en la ciudad, como la Casa Natal del poeta José María Heredia, el Museo Bacardí o la Granjita Siboney.
“Hoy anduvimos con algunos de los más pequeños miembros de la familia por dentro de la historia de Santiago de Cuba. Gracias a los conservadores de esta memoria que estremece”, publicó Díaz-Canel en Twitter, compartiendo con los ciudadanos imágenes de sus paseos guiados, acompañado de su particular comitiva.
No se quedó atrás la “no primera dama” de Cuba, que desde su ambigua posición institucional también quiso hacer público el interés suyo y de su familia por la historia y la cultura santiagueras, resaltando el papel de la mujer en ambas esferas.
“Hoy, de recorrido por la historia santiaguera con parte de la familia. Me satisface mucho ver la fuerza de la presencia femenina en cada sitio, en cada momento. Tenemos Memoria”, dijo Cuesta Peraza en Twitter, compartiendo una imagen con la biografía de Elvira Capé Lombard, una aristocrática patriota cuyos actos quiso resaltar la “continuidad”, dejando a un lado la manoseada figura de Mariana Grajales, y otras santiagueras exaltadas por la “historiografía revolucionaria”.
Crece la afición del gobernante cubano y su esposa por los viajes institucionales mezclados con intereses particulares, así como crece la comitiva de familiares que lo acompañan en estos “recorridos”.
A finales de junio, en el contexto de su visita "de cortesía" al Vaticano, Díaz-Canel presentó a su hijastro al Papa Francisco y bromeó diciendo que era "el opositor" de la familia. "Es graduado de Derecho, trabaja conmigo. Es la oposición en la familia", dijo el gobernante en referencia a Manuel Anido Cuesta, primogénito de Cuesta Peraza.
La confusión y el nepotismo campean a sus anchas en el Palacio de la Revolución, llegando al punto de proyectar imágenes grotescas como la hecha pública en sus redes sociales por el hijo del gobernante, Miguel Díaz-Canel Villanueva, tras el histórico estallido social del 11J en Cuba: unos hechos que provocaron el encarcelamiento y torturas sufridas por el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), el santiaguero José Daniel Ferrer García, quien todavía permanece en prisión.
“¡Mi religión es la patria que amo! ¡Con mi presidente (mi puro) orgulloso y siempre con la frente en alto y en primera fila! ¡Pa' lo que sea pipo pa lo que sea! ¡PATRIA O MUERTE!”, dijo entonces el vástago del gobernante. “No vamos a entregar la soberanía de nuestra patria. Revolucionarios a las calles”, concluyó el hijo de Díaz-Canel replicando la “orden de combate” dada por su padre.
En Palacio creen que los 433,498 santiagueros (cifras de 2017) se sienten orgullosos de tener al gobernante designado por el dictador Raúl Castro haciendo turismo con su familia apenas pasadas 72 horas de haber prometido en su discurso que “mientras no alcancemos un nivel de prosperidad digna para cada cubano, tendremos un Moncada que asaltar”.
Son los mismos santiagueros que, una vez finalizados los “festejos revolucionarios”, volverán a su rutina de apagones, escasez de comida, combustible y medicamentos.
Son los mismos santiagueros que ven en sus calles a ancianos malnutridos, abandonados, comiendo “guineos” para llevar algo a sus estómagos.
Son los mismos que padecen la creciente ola de violencia y asaltos a machetazos, que cogen “palo” si protestan, que sufren la retórica y las mentiras de “cuadros” y prensa oficialista, y que ven a sus dirigentes cada días más brutos y mantecosos.
“La batalla contra las ilegalidades, el delito y sobre todo por el incremento de la oferta de bienes de uso y consumo para combatir la inflación, son un difícil Moncada que tenemos el deber de asaltar, aquí y en todo el país. Cuba lo merece”, dijo Díaz-Canel en su discurso del pasado miércoles.
Pero a continuación, se fue de turisteo con su extensa comitiva de familiares y amigos, de la cual presume su esposa pública y ostensiblemente.
No regresó Díaz-Canel a La Habana a trabajar por la prosperidad, la justicia y la tranquilidad de los cubanos. Se quedó en Santiago “asaltando Moncadas” imaginarios con la misma candidez de un pionerito aplicado, o alumno aventajado de la propaganda y adoctrinamiento propios de la escuela Ñico López.
“Lo han hecho bien, santiagueros”, dijo el “hombre de paja” del régimen totalitario. “Y seguramente lo pueden hacer mejor”, concluyó el gobernante al que los cubanos conocen por un epíteto que resuena constante en sus mentes.
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