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La policía del régimen volvió a comunicar una detención practicada sobre un presunto ladrón de teléfono móvil con el tono de los dramatizados televisivos, en un nuevo intento de presentar “resultados” de su acción en medio de la creciente ola delincuencial en Cuba.
La proliferación de perfiles en redes sociales vinculados al Ministerio del Interior (MININT), ha provocado la aparición casi diaria de publicaciones en las que se informa de detenciones y sucesos en los que interviene la policía para mantener el orden y la seguridad ciudadana.
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Es el caso del último post compartido por el perfil “Fuerza del Pueblo”, perteneciente a un “periodista” de la provincia de Villa Clara, en la que se comunicó la detención de un presunto ladrón que robó un teléfono celular a un amigo mientras “compartían” y “bebían” juntos.
Sin revelar fuentes, sin respetar la presunción de inocencia y sin contrastar la información, el usuario de “Fuerza del Pueblo” refirió un suceso menor supuestamente ocurrido en el poblado Amaro, en el municipio villaclareño de Santo Domingo, en el que resultó arrestado un hombre por presuntamente robar un teléfono a “su amigo”.
“No se puede creer en nadie”, escribió una internauta cubana al informador, contándole lo sucedido. Más allá del tono paranoico y poco constructivo de la frase elegida para empezar su publicación, el “periodista” terminó contando un presunto hecho menor con la prosopopeya propia de un régimen esclerosado que reduce toda su acción policial a propaganda y represión para “defender la revolución”.
La comunicación del régimen totalitario hace aguas, como la propia acción de gobierno de la “continuidad”. Mientras Miguel Díaz-Canel hace turismo en Santiago de Cuba “asaltando Moncadas” imaginarios, los plumillas del Palacio de la Revolución y ministerios adyacentes componen odas a la “resistencia creativa” y la “vigilancia revolucionaria”.
El país sumido en una crisis cada vez más profunda y el régimen dando muestras cada vez más de su incapacidad para proponer un nuevo pacto social a los cubanos, a los que solo sabe dirigirse para exigirles sacrificios, para atemorizarles y enfrentarles.
La historia de “Fuerza del Pueblo” termina como todas las “historias de éxito” de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), con un cubano que no ha sido llevado ante la justicia provisto de abogado defensor, pero al que ya se le considera probado que es un “ladrón”, y al que “el pueblo” pide sea castigado ejemplarmente.
“Rápidamente avisaron a la policía quienes lograron detener a este ladrón ADONY, y recuperar el medio extraído, refiriéndonos que ADONY debería cumplir sanción por el delito cometido y aprender de la lección que los amigos son sagrados, ya que con toda inescrupulosidad (sic) se apropió de un bien ajeno sin tener en cuenta la amistad de años, que existía entre ellos”.
Así escriben, así piensan, así actúan: las faltas de ortografía y errores de redacción son el mal menor, como menor es el delito de robar un celular. Pero los robos de estos artículos preocupan mucho a los cubanos, algo que activa de inmediato el populismo de la PNR, inherente al presunto “carácter popular” de la llamada “revolución”.
Así también gobierna la continuidad: magnificando minucias para esconder sus abultados crímenes y errores. Y dando “lecciones” de amor, entrega y patriotismo.
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