Objetos robados de la Iglesia Evangélica Getsemaní, en el reparto Pueblo Nuevo, de la ciudad de Holguín, fueron devueltos por la policía esta semana.
Los bienes restituidos fueron una laptop, un disco duro, dos ventiladores y una caja de agua con sus accesorios, que habían sido sustraídos de la instalación religiosa el pasado 16 de octubre, según informó el perfil de Facebook vinculado al Ministerio del Interior (MININT), "Realidades desde Holguín".
La publicación que busca enaltecer la labor de las autoridades policiales cubanas no dudó en describir la acción como un "emotivo suceso".
El reporte del acto de entrega pone en boca de la población frases como "el amor es lo que debe prevalecer siempre", "qué rápido dieron con los delincuentes" y "gracias a todos los que ayudaron", que "entre aplausos y buenas vibras se alcanzaban a escuchar".
Sin embargo, el triunfalismo de esta publicación no debe restar importancia a lo común que se han vuelto los hechos delictivos en contra de iglesias cubanas durante este año.
La escasez que se vive en Cuba ha convertido a las iglesias en blanco de ataques de ladrones, como ocurrió en la de Catalina de Güines, donde en menos de un año se robaron dos ventiladores.
También, en abril pasado, la Iglesia de San Charbel y de Santo Tomás de Villanueva, ubicada en Miramar, en el municipio habanero de Playa, fue objetivo de atracadores, que entraron por una ventana, "dejaron al templo sin bocinas, lámparas, ventiladores y como si fuera poco, también se llevaron el cirio pascual", dijo en su muro de Facebook Adrián Martínez Cádiz, corresponsal de prensa de la agencia católica en EWTN.
En junio de este año, igualmente, la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en la calle Línea, en El Vedado, fue blanco de maleantes.
El sacerdote católico Lester Rafael Zayas Díaz lo denunció en una publicación: "Otra vez nos visita el 'hermano ladrón'. Esta vez por necesidad de lámparas y bombillos. Es un ladrón que tiene llaves y entra y sale cuando quiere. En esta ocasión lo hizo dos veces: primero para llevarse las lámparas y luego para romper el candado que olvidó romper antes, para dejarnos claro que no entró con llaves sino rompiendo".
Esta no es la única forma de ataque que reciben los practicantes de religión en Cuba ni las casas religiosas. En mayo trascendió el asalto a un sacerdote de la iglesia de San Francisco en Santiago de Cuba, para robarle su moto.
El párroco, identificado como Eliosbel Pereira y rector de dicha iglesia, fue sometido a una intervención quirúrgica por una profunda herida que le hicieron en su mano izquierda durante el atraco.
Estos hechos resultan preocupantes para la sociedad cubana, que ha visto una rápida degradación de los valores morales en los últimos años, que se manifiesta en el alza de la delincuencia y la criminalidad, a la que no escapan ni las instituciones religiosas.
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