La carencia de alimentos en Cuba trae de vuelta el recetario del Periodo Especial, cuando se cocinó el bistec de toronja, el picadillo y hasta la ropa vieja de cáscaras de plátanos.
En el grupo de Facebook Recetas desde el Corazón, una cubana compartió un platillo que aprendió haciendo una cola para comprar pan, cuando conversaban sobre la carencia de alimentos y varias mujeres dudaban qué llevarían a la mesa esa noche.
"Una señora explicó que podrían aprovechar las cáscaras de los plátanos haciendo ropa vieja. Sí, ropa vieja. Dio la receta y yo escuchando todo aquello. La curiosidad me inundó de pies a cabeza y me dije 'tengo que probar esto'", comentó la autora del post.
Detalló la receta vegana de ropa vieja, un plato donde el ingrediente estrella no es la carne de res, prohibida por décadas a los cubanos, sino cáscaras de plátanos hervidos deshilachadas.
"Herví las cáscaras de plátano y después de haberse refrescado, les pasé un tenedor por la parte de adentro a todo lo largo creando surcos. Volví a pasar el tenedor entre estos surcos y la piel de la cáscara, sacando las fibras de proteína vegetal. Lo sofreí en una cazuela con aceite y le agregué puré de tomate, vino seco, sal a gusto y un poco de azúcar", dijo la cocinera.
Esta cubana asegura que la ropa vieja de cáscaras de plátanos es un plato "no solo para salir de un apuro". En su criterio "el sabor es exquisito" y alertó que "con otros sazones y condimentos puede quedar mejor todavía".
En la actualidad el consumo de cáscara de plátanos, como sustituto de la carne, está muy incorporado en las recetas veganas. Sin embargo, fuera de Cuba las personas llegan al veganismo por elección, no por imposición indirecta del Estado, ni por carencias, ni por tener que inventar algo comestible que no intoxique a sus hijos.
El consumo de carne es necesario para el organismo, porque aporta nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo. Es cierto que se puede vivir sin comer carne, pero no alcanzará ese individuo el mismo desarrollo físico que otros con una dieta balanceada.
La receta clásica de ropa vieja tiene a la carne de res como protagonista principal, pero los cubanos no pueden elaborarla desde hace décadas, porque el producto tiene precios inaccesibles para la población trabajadora. En la actualidad hasta el pollo es imposible de pagar en muchos hogares.
Los cubanos no encuentran carne en los mercados y cuando la ven en venta, tienen que pasar de largo y conformarse con saborear cáscaras.
En un doloroso contraste con la cruda realidad que viven muchas familias cubanas, la élite política del país no parece sufrir las mismas penurias alimentarias.
Mientras un pueblo ingenioso cocina cáscaras de plátano para aliviar el hambre, hay quienes, por el privilegio de su posición, disfrutan de una seguridad alimentaria negada a la mayoría.
Esta disparidad alimenticia no es solo un reflejo de la inequidad que vive la isla, sino también una afrenta a la dignidad de aquellos que merecen más que restos de su propia tierra.
La habilidad para transformar la escasez en sustento es admirable, pero el hecho de que ello sea necesario, mientras los dirigentes engullen carne de todo tipo tras las puertas cerradas de las casas de visita del PCC, es una profunda injusticia que clama por un cambio.
El sabor amargo de la desigualdad en Cuba, supera con creces cualquier receta de supervivencia.
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