Asamblea de cineastas rechaza la censura en Festival de Cine de La Habana

El Festival de Cine de La Habana es escenario del "sostenido ejercicio de violencia institucional" contra los creadores, denuncian. 

Cine Yara (imagen de referencia) © Facebook / Cine Yara
Cine Yara (imagen de referencia) Foto © Facebook / Cine Yara

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Este artículo es de hace 1 año

La Asamblea de Cineastas Cubanos rechazó este viernes la censura en el Festival de Cine de La Habana, luego de que dos documentales fueran excluidos de la cartelera del evento.

En una carta abierta publicada en Facebook los artistas reiteraron su "rechazo a cualquier política que implique actos de censura y exclusión contra obras y autores", los cuales consideraron "un perverso modelo que anula ese elemental derecho de cualquier ciudadano de disfrutar e interpretar esas obras por sí mismo".


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En la misiva, afirman que una vez más el Festival de Cine de La Habana –a celebrarse del 8 al 17 de diciembre– es escenario del "sostenido ejercicio de violencia institucional" contra los creadores.

"Dos películas cubanas (Llamadas desde Moscú, dirigida por Luis Alejandro Yero y “La Habana de Fito”, de Juan Pin Vilar) han sido nuevamente apartadas del concurso y de otras secciones sin explicación. Hemos sabido que el Comité de Selección del Festival, conformado por prestigiosos especialistas que han dedicado toda una vida a consolidar el prestigio de este Festival, ha sido nuevamente presionado para excluir a estas obras de su curaduría del evento", argumentan.

Publicación en Facebook

La asamblea denuncia que se trata de un "dañino modus operandi" y reitera que no acepta "que nuestra sociedad se siga desmembrando por la incapacidad para aceptar el disenso, la diferencia, el miedo a discutir ideas y por la falta de voluntad para trabajar por encontrar puntos de consenso, de convivencia y de respeto a los otros".

Los realizadores afirman que "no se puede ser anticolonial prohibiendo películas y obras artísticas realizadas por nuestros creadores. No se puede hablar en nombre del pueblo si no se es capaz de escuchar y responder el clamor de ese pueblo. No se puede alertar del peligro de una sola lectura de la Historia proponiendo como única narrativa la que es escrita desde el poder".

Asimismo, califica de "simulacro de guerra cultural" las excusas del régimen para prohibir los citados documentales.

Al respecto, dice que con la excusa de la guerra cultural se "pretende eludir" la exigencia de los cineastas "a una discusión horizontal sobre la censura y la exclusión en el cine cubano", la cual fue planteada hace algunas semanas tras la prohibición de exhibir en una sala de la capital cubana el documental "La Habana de Fito".

"Hemos denunciado cómo desde el Ministerio de Cultura varios altos funcionarios llevan largo tiempo controlando, censurando y, en muchos casos, amenazando a los artistas que deciden expresarse de forma crítica sobre los problemas que nos asedian. Ahí está la principal causa del brutal éxodo de nuestro gremio, sumado a esa estampida en la que se desangra la nación", subrayan.

"No son los artistas, ni los cineastas, los responsables de la dura realidad en que vivimos. No son sus obras las que imponen un pensamiento único. El cine no impone, el que impone es el poder", recordaron.

La asamblea también rechazó la criminalización de los cineastas, y afirmó que "el cine cubano que se hace dentro y fuera de Cuba no le pertenece a una institución ni a un grupo de funcionarios".

La publicación fue suscrita por representantes de La Asamblea de Cineastas Cubanos, entre ellos, Fernando Pérez (director y guionista), Deymi D‘Atri (directora y fotógrafa), Juan Antonio García Borrero (investigador y crítico de cine), Ernesto Daranas (director y guionista), Rosa María Rodríguez (directora y productora), Luis Alberto García (actor y productor), Kiki Álvarez (director y guionista), Katherine T. Gavilán (directora y actriz), Gustavo Arcos (profesor y crítico de cine), Carla Valdés (directora y guionista) y Manuel A. Rodríguez Yong (productor y director).

La víspera Yero denunció que muchos trabajadores del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) fueron amenazados al estilo de una "vil mafia" para que guardaran silencio sobre las presiones ejercidas para excluir del festival las dos obras.

"Es inmoral participar en un festival que oculta estos atropellos y recibe a cineastas de todo el continente como si La Habana –una ciudad hundida en la tristeza– fuera un resort caribeño donde tomar mojitos y darse palmaditas en el hombro los unos a los otros", consideró el realizador.

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