El régimen cubano reconoció el fracaso de la llamada “tarea ordenamiento” y se marcó un nuevo rumbo en su política económica, encaminado a conseguir la “estabilidad macroeconómica”.
Así lo admitió el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, durante el VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado este viernes en la capital.
La "tarea ordenamiento", implementada con la esperanza de mejorar la situación económica, se reveló como ineficaz y no alcanzó los objetivos previstos, expresó Gil Fernández.
En un intento por corregir el rumbo, el ministro planteó modificar los Lineamientos de la Política Económica y Social y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
“Se suprime el [lineamiento] 35, que versa sobre el seguimiento a la implementación de la Tarea Ordenamiento, ya que esta no ha cumplido todos los objetivos trazados, y se propone adicionar nuevos lineamientos asociados al Programa de estabilización macroeconómica”, subrayó un artículo publicado en el oficialista periódico Granma.
Planteado con el objetivo fundamental reestructurar la economía del país, el “ordenamiento económico y monetario” iniciado en enero de 2021 fracasó. Diseñado por el llamado "zar de los Lineamientos", Marino Murillo, las reformas económicas trajeron nefastos efectos para los ciudadanos de a pie, como reconoció él mismo en octubre de 2021 ante los diputados a la Asamblea Nacional.
Mientras el ejecutivo de Miguel Díaz-Canel y demás dirigentes y altos funcionarios del régimen se dan cuenta de ello ahora, desde el inicio, economistas, expertos y ciudadanos de a pie lanzaron críticas a un programa “mal diseñado” que disparó la inflación y mermó aún más el poder adquisitivo de los cubanos.
En su intervención, el ministro Gil mencionó la eliminación de algunos lineamientos, entre ellos los vinculados a la supervisión de la “tarea ordenamiento” y otros relacionados con la concesión de facultades a las empresas estatales socialistas. Además, se propuso la adición de nuevos lineamientos dirigidos al programa de estabilización macroeconómica, para el periodo 2021-2026.
Aunque mencionado como una solución a la aguda y sistémica crisis cubana, dicho programa carece de detalles concretos sobre su implementación. Se plantea la creación de un entorno monetario, cambiario, financiero y fiscal para impulsar la recuperación económica, la reducción de la inflación y la estabilización de la moneda nacional. Sin embargo, no se ha brindado una hoja de ruta específica para lograr estos objetivos.
Por su parte, el primer ministro Manuel Marrero Cruz hizo hincapié en la necesidad de trabajar eficientemente en un contexto de "economía de guerra", enfatizando la producción como la base para el crecimiento futuro.
Sin embargo, críticos como el economista Pedro Monreal cuestionaron la viabilidad del enfoque propuesto, calificando el esquema de planificación como obsoleto y no adaptado a la realidad actual. Monreal instó a eliminar ciertos lineamientos que considera desconectados de la situación real del país.
El Pleno del Comité Central del Partido también aprobó la suspensión de la Segunda Conferencia Nacional del Partido, prevista para el primer trimestre de 2024, justificándola por la situación económica actual.
Como no podía ser de otra forma, Gil Fernández culpó de esta situación al “bloqueo, la crisis económica multidimensional, la insuficiente generación de ingresos de divisas, y los desequilibrios macroeconómicos de la economía cubana”; pero sacó pecho porque, a pesar de ello, han podido mantener la canasta familiar normada, que “a pesar de su inestabilidad, nos cuesta 1,600 millones de dólares”.
Sin el menor asomo de autocrítica ante su gestión, el ministro Gil Fernández, propuso “avanzar” con la creación de 15 nuevos lineamientos, la modificación de 36 y la eliminación de tres.
“Los lineamientos que se propone modificar incorporan nuevos elementos atendiendo a prioridades, políticas y medidas de implementación, así como actualización de términos, regulaciones, estructuras organizativas y funcionales, entre otros criterios”, señaló.
Entre los nuevos lineamientos, subrayó el relacionado “con la necesidad de avanzar en la implementación de un programa de estabilización macroeconómica que establezca un entorno monetario, cambiario, financiero y fiscal para impulsar la recuperación y el crecimiento de la economía, la convertibilidad y funciones de la moneda nacional y la reducción de la inflación”.
Sorprendente resulta el llamamiento a “avanzar en el proceso efectivo de desdolarización de la economía; desarrollar un mercado cambiario con un tipo de cambio económicamente fundamentado y estable (…) y detener el deterioro del poder adquisitivo de salarios y pensiones”.
Marrero Cruz volvió a insistir en la necesidad de “trabajar, y trabajar bien” y consideró que “la planificación en tiempos de crisis es más necesaria que en tiempos de bonanza”. También repitió el mantra de aumentar “las inversiones extranjeras”, “transformar la matriz energética”, “aumentar la producción nacional”, “fortalecer la filosofía del ahorro”, y “lograr verdaderos encadenamientos entre todos los actores de la economía”.
“Se trata de que todo cuanto se diseñe tribute de verdad al desarrollo económico de Cuba”, concluyó Marrero Cruz, dejando en el VII Pleno del Comité Central una conocida sensación de “déjà vu”.
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