Me remonto a 2012 cuando Londres acogió los Juegos Olímpicos. Me encontraba junto a mi camarógrafo Ángel Melis en la villa para tratar de conversar con varios deportistas cuando nos saluda nuestro entrevistado de hoy, quien muy amable nos fue a buscar algo de comer y beber pues a esa hora de la tarde noche, las 6 y media pm más menos, no habíamos podido “parar el pie” como decimos los cubanos.
A más de una década de aquella acción supe del luchador Pedro Isaac y me lancé a su captura. Tan cordial como siempre el camagüeyano accedió gustoso a la entrevista.
¿Dónde vives, qué haces, algo relacionado con la lucha?
Vivo en Miami, con anterioridad lo hicimos en Fort Myers, con mi esposa Amanda Durán y dos de mis hijos, Allison Chloe e Isaac Eli, que próximamente cumplirán tres y cinco años, respectivamente. En Cuba tengo mis hijos mayores, Melissa, 21 y Pedro Isaac,10. Mis padres están en la Isla y en este caso mi papá es preso político; cumple una sanción de cuatro años.
Desde que yo era un niño, él mantenía una posición opuesta al gobierno establecido en Cuba y el 11 de julio salió a manifestarse pacíficamente, algo que lo caracteriza. Y así, por ese solo hecho fue castigado a cuatro años de privación de libertad.
Yo abogo por la libertad de los presos políticos, por la libertad de expresión, nada violento, por cauces pacíficos. Que cambie lo que tenga que cambiar para que ese pueblo pueda respirar. Por eso es la huida de atletas y de personas, en general.
¿Cuántos profesionales se han ido? Y eso se debe a la carencia de un futuro feliz, con posibilidades. Te obligan a emigrar, fuera de lo tuyo. Ciudades que ni pensaste conocer, trabajar en lo que aparezca para darle el pan de cada día a los tuyos y de paso ayudar a los de allá.
Aquí he tenido suerte, he constituido otra familia sin olvidar aquélla. Mi suegra es una bendición para mí. Jamás me he arrepentido de la decisión que tomé de dejar Cuba y buscar un futuro a pesar de que las cosas no han salido como yo he querido, pero Dios premia a los buenos. No ceso de buscar mi oportunidad como entrenador y sé que llegará.
Aquí he hecho de todo porque lo que persigo es el bienestar familiar y aunque me gusta la lucha como deporte también hay que coger “lucha” para salir adelante jajajaja. He laborado en la construcción, poniendo techos; he sido empleado del aeropuerto de Fort Myers y ahora hago UBER, ya sabes, taxi. El problema es trabajar en lo que sea mientras sea honesto.
¿No has podido hacer nada relacionado con el deporte?
Sí, en los Estados Unidos he estado en varias ocasiones relacionado con mi deporte: en el 2015, en Colorado Springs, con la lucha grecorromana en el programa del Army WCAP de USA.
En el 2017, como entrenador en Minneapolis Minnesota, en unos de los mejores programas de lucha grecorromana aquí en USA (Minnesota Storm)
He tenido discípulos experimentados y con ranking como Spence Mango, Ellis Coleman, Alex Sancho, Justin Lester, Pat Smith, Josef Rau, Alan Vera y Hayden Zillmer.
Estuve en el high school Sunnyside de la ciudad de Arizona; fuimos campeón del estado y muchos de los atletas fueron para las universidades y fui asistente de entrenador en el club Garage Boyz en Miami alcanzando buenos resultados a nivel nacional juvenil y promoción a las universidades. También fui preparador en el club Iron Elite de Cape Coral en Florida. Tengo otras posibilidades pero prefiero no hablar de eso por ahora.
Háblame de tus inicios en el gimnasio “Esperanzas del Futuro” ¿quién te descubrió, primer entrenador?
Yo empiezo en Florida. Me descubre Manuel Rubio, que era el entrenador en ese entonces en mi municipio natal. Me incorporo al grupo de desarrollo con Jorge Castro y después paso a ser dirigido por Ignacio Márquez Pino, a quien le agradezco muchísimo. Él me guió por competencias de todos los niveles en esas edades tempranas. Estuve dos años y entré a la EIDE en quinto grado.
¿Sabes? Yo tengo el récord de Juegos Escolares ganados con cinco. En la EIDE no puedo dejar de mencionar a Juan Manuel del Risco “el chino”, Manuel Rubio, Humberto Ginestá, Norge Pacheco (muchos años en la selección nacional) y el profe Douglas. Hay que ser agradecido y estos técnicos pusieron su granito de arena en mi carrera como luchador.
En el 2001 me ascienden a la ESPA nacional Juvenil, fui dirigido por Juan Carlos Linares, José Luis “el gallego”, Néstor Almanza, Raúl Trujillo, Ángel Torres, entre otros. Había algo muy bueno en ese tiempo y era que el mejor entrenador de provincia lo invitaban un año al CEAR, lo que significaba un gran estímulo y una forma de superación. No sé si eso se mantiene.
Te cuento que la etapa mía en la ESPA nacional fue la peor de mi carrera deportiva. Imagínate Julita yo llegué con 15 añitos. Tuve problemas de indisciplinas, dos sanciones… bueno ¿para qué hablar de esto? A pesar de lo cual en mi primera competencia en los 60 kilos quedé tercero. Perdí nada más y nada menos que con Roberto Monzón, subcampeón olímpico después en Atenas y que ya en ese momento era primera figura.
Me pasaron cosas tremendas: yo ganaba y el subcampeón iba a los eventos internacionales, me decían que por mi corta edad. El caso es que yo me fui desestimulando, algo que tuve que superar, y es que una persona no puede dejar de luchar.
Me separaron del equipo dos veces, una por una discusión y otra por no cumplir con el peso. La segunda sanción fue en el 2005 y estuve casi dos años sin entrenar, alejado de los colchones. El entrenador Ángel Rubio me llama para participar en la tercera versión de la Olimpíada del Deporte Cubano (yo había ganado la primera) en el 2006 y con un solo mes de entrenamiento cogí bronce.
Esa actuación me valió ser invitado para el equipo nacional, al cual vuelvo a pertenecer oficialmente en febrero del 2007, tras mi plata en la Gala de Campeones.
A partir de ahí empiné mi camino y desbrocé escollos y cuando abre el ciclo olímpico 2009 rumbo a Londres 2012 ya yo era el primer hombre de los 66 kilos. Ese 2009 fue muy bueno: gané el fuerte torneo internacional Granma, me impuse en el Panamericano de Lucha mientras en el Mundial de Dinamarca fui tercero, mi primera medalla de bronce en eventos de tal magnitud.
El gladiador cubano también subió al podio con su segundo bronce en el Mundial de Estambul 2011 y se coronó campeón en los Juegos Panamericanos Guadalajara del mismo año. En Londres 2012 arañó el podio al quedar en el cuarto puesto de los 66 kilos.
Sé lo mucho que significaba la medalla olímpica ¿qué experimentaste tras el revés con el francés Steeve Guenot 2-0?
No hay excusa Julita. Llegué muy cansado a ese combate, ya que tuve que luchar dos peleas en el repechaje; eran cada 15 ó 20 minutos una de la otra, poco tiempo de recuperación. Subí al colchón por inercia, no me respondía nada en mi cuerpo y ¡cómo dolió perder esa medalla olímpica! Es el sueño de todo atleta.
¿Anécdotas de ese cuatrienio que, sin dudas, te resultó muy positivo?
Siempre hablo de ese ciclo porque a pesar de que la lucha se ha convertido en uno de los puntales del movimiento deportivo cubano en juegos múltiples, apenas hubo fogueo internacional, las condiciones en el Cerro Pelado peor no podían ser: alimentación precaria a pesar de estar en el comedor olímpico, pésimo estado de los albergues. Yo me salvaba porque vivía con mi esposa de ese entonces, cinco años, sino no sé cómo lo hubiera podido resistir.
Pero ¿qué hacías cuando te indicaban descanso entre arduas sesiones de entrenamiento en un mismo día?
¡Ay! ¿pa'qué? Yo no tenía cama y tenía que descansar en el colchón de lucha y tender las trusas, las medias, las zapatillas en la cerca de la piscina que quedaba frente al gimnasio para que cogieran sol después de lavarlas. Con suerte se secaban y esa era la ropa del entrenamiento vespertino.
Únele a esto, como te dije el escaso fogueo; apenas las Copas del Mundo del 2009, 2010 y 2011 que yo no fui a ninguna, el Panamericano del deporte y el Mundial. Pregúntale a cualquier atleta, bueno tú lo sabes, sin ver a un contrario en topes internacionales ¿cómo se llega a un gran evento? Y en Cuba se pretende entrenar, entrenar y entrenar… ¡Y que haya resultados! A pesar de todo no salimos tan mal.
¿Por qué no fuiste a ninguna Copa?
Bueno, por ejemplo, para la del 2010, después de ser yo bronce mundial, me dejan por faltar a la escuela. Me molesté muchísimo; llevaron a Alexander Casal que no ganó ningún combate. Me dejaron por gusto. Yo estaba en una facultad y sí, falté, pero no era para eso.
Pero no fue solo eso. Ese año, 2010, Moscú era sede de un certamen del orbe y preparándonos en Italia (una de las pocas bases que tuvimos) me hacen el análisis antidoping y me sale la testosterona alta. Yo, ya en mi peso, con mi preparación, con mi inscripción en el Mundial, con mi boleto de avión… ¡y todo se esfumó! Me mandaron para Cuba solito.
Resulta que después de muchas pruebas se valoró que lo mío era endémico, o sea, yo producía la testosterona de esa forma. Nada, no tuve suerte.
Desertas en Puerto Rico hace ya 10 años, en el 2014, al no asistir a la revisión médica previa al Campeonato Centroamericano y del Caribe de Lucha ¿cómo tomaste esa decisión, por qué, hacia dónde fuiste?
Para nadie es un secreto que en Cuba no hay futuro para nosotros. Mi decisión la tomé después de los Juegos Olímpicos de Londres donde no pude alcanzar el podio. Ese era mi sueño. Perdí la motivación, ya yo no era el mismo.
En el 2013 apenas entré en acción, una sola competencia. Para el torneo de primera categoría luché en 74 kilos, imagínate; bajé a los 66 kg para el Granma, lo gané pero no me llevaron al Panamericano del deporte aunque sí al Mundial de Hungría, directo y sin escala jajajaja…O sea, sin fogueo, y ahí quedé séptimo.
En 2014 vamos a una base de entrenamiento en Brasil en enero y ya en abril era la cita regional del deporte en San Juan y Julita ¿a qué iba a esperar? Yo me estaba pasando en el peso y además, me miré en el espejo de muchos atletas que ¿qué tienen al retirarse?
Campeones olímpicos y mundiales y no tienen nada. Mi espejo más cercano era Yandro Quintana, un luchador gigantesco, titular olímpico, de Florida igual que yo y en qué condiciones nada halagüeñas vivía. Aproveché el torneo clasificatorio en Puerto Rico, que podía pedir asilo y así lo hice.
¿Qué te caracterizaba en el colchón?
Yo luchaba arriba agresivo. Enfrente a excelentes gladiadores del planeta y de Cuba. Luchaba metiendo el brazo zurdo; no luchaba dos en uno ni afuera, sino metiendo el brazo. Tenía un buen desbalance abajo pero también buen suplé lo que por el sistema de competencia que me tocó a mí que era por períodos, un minuto y medio arriba y treinta segundos abajo, yo me reservaba ya que con un desbalance ya ganaba.
Por supuesto que cuando tenía que hacer suplé y levantarlo (algo característico en el doble campeón olímpico Filiberto Azcuy) lo hacía pero si con un desbalance lograba mi objetivo preservaba el suplé para otro momento.
Mi fuerte era el cuatro puntos, mi defensa estaba catalogada entre las mejores del mundo en mi época y arriba era técnico, agresivo. Al cambiar el sistema de competencia, todo era más táctico y te reservas más, te limitas: mis tacles por el lado, mi brazo zurdo, mis torciones; el cuatro puntos el desbalance, combinación amague y cruce y el suplé. Te reitero, era muy técnico.
¿Rivales más encarnizados?
Mi división estaba plagada de muy buenos luchadores; por decirte algunos, el kasajo Darkhan Baya Khmetov, el armenio Sasun Ghambaryan, Kum Chol Kin de Corea del Norte, el azerbaiyano Farid Mansurov, Tamás Lórincz de Hungría, Manuchar Tsjadaia de Georgia, el francés Steeve Guenot, el sudcoreano Hyeon-Woo Kim y Ambako Vachadze de Rusia, entre otros.
¿Algo de lo que te arrepientes?
Pues sí, no haber sido más disciplinado. Eso se lo inculco a mis atletas cuando he tenido la posibilidad. La disciplina va pareja con el buen deportista. Yo era el clásico “barco” y unido a las pésimas condiciones que teníamos y el poco fogueo internacional, pues ahí están los resultados que no han sido malos pero pudieron haber sido muchísimo mejores.
Quiero aclarar que yo entrenaba bien, me comía el colchón; y siempre respeté a todos mis entrenadores, fuera de él era que yo me desbocaba.
Pregunta clásica ¿cómo ves el deporte cubano en la actualidad?
Imagínate tú, si ya en mis tiempos estaba mal, ahora está peor. Los atletas cubanos son estoicos, sacrificados, dignos de encomio, pero ¿para qué se sacrifican? Sencillo: para recibir migajas ¿qué profesional en el mundo, un profesional con resultados vive como vivimos nosotros en Cuba?
Eso es un desastre y cada día estará peor. Ya no hay ni base. Creo que lo único que mantiene el deporte cubano es la buena estructura de entrenamiento, aunque las EIDES están muy golpeadas y cada día se reduce más la matrícula.
Para concluir agradezco a CiberCuba la posibilidad de poder contar mi vida y mi agradecimiento eterno a mis primeros entrenadores, desde los hermanos Rubio, el Chino, los de la base, que muchas veces no son ni mencionados. Sólo se habla de los del alto rendimiento y eso no es justo.
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