Alberto Luis Gómez Rodríguez, un cubano dedicado en Sancti Spíritus a la preparación de cadáveres para que puedan ser expuestos en los velorios, admite que también en su oficio se ha notado la crisis.
“Es duro, porque aquí carecemos del material que antes estaba en existencia, como el maquillaje, por ejemplo, las máquinas para afeitar y otros recursos; pero siempre contamos con la colaboración de los familiares que, a pesar del sufrimiento, nos apoyan y colaboran con algunos de estos productos y nosotros lo agradecemos, porque así cubrimos las necesidades que puedan existir”, explicó en entrevista con el diario Escambray.
Gómez Rodríguez, que antes de prestar servicios en la funeraria de Sancti Spíritus trabajó durante 12 años en la fábrica de ataúdes, cuenta que cuando recibe el cadáver de un accidentado el reto es importante debido a la desfiguración del rostro en algunos casos.
Detalla que a veces consultan a los familiares para intentar que ellos aprueben sellar el ataúd y velar al fallecido solo con una foto.
Como parte de su trabajo, Alberto Luis Gómez Rodríguez -quien aprendió su oficio de un amigo y de otro colega que ahora alterna los turnos con él- apuesta por devolver a los cuerpos inertes la forma del rostro, los colores de la piel y el acomodo del pelo.
“Desde hacía tiempo venía a la funeraria para ver cómo se realizaba la preparación del cuerpo, porque no se trata solo del arreglo del pelo y la ropa, sino del maquillaje que se usa para disimular un hematoma, del afeitado en caso de un hombre, el relleno en las cavidades de la cara, los oídos y las fosas nasales, en fin, es un trabajo detallado, que requiere de paciencia y cuidados”, detalla, poniendo en valor su trabajo.
Interrogado sobre el momento más duro en un oficio ya de por sí complicado, reveló que cuando ha tenido que arreglar el cuerpo de un niño o de una persona joven.
“Resulta muy duro ver su cuerpo pequeño sobre esa mesa fría y pensar que no alcanzó a vivir lo suficiente”, lamenta.
“Yo tengo sentimientos y, aunque debemos ser fuertes, a veces resulta difícil”, subraya, y añade que para hacer bien su trabajo se necesita de mucho valor.
Además de recibir y preparar el cuerpo -trabajo que en ocasiones hace a domicilio en caso de celebrarse el velorio en una casa- Alberto Luis Gómez lo coloca en la capilla y va revisando al occiso por si hay alguna dificultad. En el momento de salir para el entierro es la persona encargada de sellar el ataúd.
La tanatopraxia, el conjunto de prácticas que se realizan sobre un cadáver para su conservación, embalsamamiento, restauración, reconstrucción y cuidado estético, es un trabajo duro y complejo que en Cuba no ha escapado de la crisis, a pesar de que su impacto sea menos visible que en otras áreas de los servicios necrológicos.
Al deterioro de las infraestructuras funerarias y del colapso de los cementerios, se suma de forma destacada la escasez de carros fúnebres para trasladar a los cadáveres, algo que ha dejado penosas escenas, entre ellas féretros transportados en triciclos, carretones tirados por caballos y hasta carretillas.
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