Mi entrevistado ha hecho de la música y la guitarra ese lugar donde combaten sin tregua las conductas humanas: nuestros miedos, las religiones, la emigración y la raíz más honda de una nación; cada obra suya esconde la ambición de ser el espejo en el que el espectador se descubra.
Hablamos de Flores Chaviano, cubano de pura cepa que vio la luz en Caibarién, Villa Clara el 10 de diciembre de 1946.
Como decía Machado: “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”… jajajaja. Mi infancia no reviste nada especial en particular, era una infancia como cualquier niño de una familia amplia: éramos siete hermanos, éramos pobres y quizás lo que recuerdo con mayor alegría es que estábamos juntos y lo compartíamos todo y esa es de las cosas que con mayor cariño guardo.
Realicé mis estudios en un colegio público, mi papá era policía nacional en la ciudad de Caibarién; en la secundaria llegó esta desgracia que tenemos en Cuba ya va por 65 años. Eso lo cambió todo.
A propósito de la llegada de esa desgracia a su vida ¿cuál es la mayor decepción que ha sentido en los tiempos que le ha tocado vivir? ¿En Flores Chaviano ha habido más dolor que felicidad?
Me resulta un poco difícil reconocerlo, pero los cubanos nos sentimos muy golpeados porque el hecho en sí de tener que abandonar tu país, tu familia, tus amigos, tu entorno, tu clima; eso en sí, es suficiente para sufrir fuertes decepciones.
En mi caso, esas decepciones las he transformado en fuerza para seguir adelante, he logrado trabajar sobre la base de mi esfuerzo y afortunadamente por llegar a un país como España que me ha ofrecido todo para que continuase mi desarrollo profesional y espiritual. He sido muy afortunado y por supuesto, estoy muy agradecido de España a la que también le he dado mis modestos conocimientos.
Dolor y felicidad son dos conceptos inmensos y en la vida uno va sufriendo unas veces y disfrutando otras; nadie escapa del dolor, las enfermedades, muertes de familiares, la tristeza por el recuerdo de todo lo que has dejado atrás.
Pero también mucha felicidad que te proporciona haber hecho una familia, ver cómo crecen tus nietos y ver cómo se desarrollan, apoyarlos y ayudarlos. Esa es la vida familiar que me ha dado felicidad y suple todo lo demás.
A propósito de dejar una vida detrás ¿qué representó el no poder decir adiós a su padre?
Esto me golpeó mucho, fue terrible, mi padre estaba muy enfermo de diabetes, ciego en una silla de ruedas y le había dado una especie de embolia. Así, intento ir a verle porque estaba muy malito y cuando voy a la embajada de Cuba en Madrid me dicen que primero tenían que investigar el caso para ver si era verdad y lo más terrible es que fueron a la casa de mis padres a comprobar si era cierto y aun viéndolo así me dijeron que no estaba autorizado porque no era un caso de urgencia.
¿No le dieron visa?
No, no me dieron visa. Por supuesto, mi papá murió y no lo pude ver. Dejar la familia, el país es algo fuerte pero considera que no pude decirle adiós ni a mi padre ni a mi madre y, en la época de la pandemia, murieron tres de mis hermanos que no pudieron combatirla por falta de medicamentos, así que ese sentimiento estará ahí siempre.
Instrumentista, compositor, director de orquesta o simplemente Flores Chaviano ¿cómo le gustaría ser recordado?
Está por descontado que mi música está prohibida tocarse en Cuba igual que la de todos los compositores y músicos que nos hemos ido, empezando por Celia Cruz que es la Reina.
Los compositores del mundo clásico igual estamos excomulgados, nuestra música nunca más se escuchó en la isla donde nacimos, pero me sentiría satisfecho con que me recordaran simplemente como Flores Chaviano.
Todo lo demás como dicen: ¡toda la gloria para Dios todo poderoso! Si Dios depositó en mí una sabiduría fue para que no me lo quedara para mi ego personal sino para transmitirla y hacer llegar a los demás un poco de felicidad; creo en eso firmemente, somos portadores de algo que no nos pertenece.
Entre sus múltiples reconocimientos, Flores Chaviano ha recibido el premio de la “Cintas Fundación” en Miami y la medalla Ignacio Cervantes del Centro Cultural Cubano de Nueva York, honor que comparte con músicos de la talla de Paquito D'Rivera, Tania León, Aurelio de la Vega y Zenaida Manfugás.
Presente de Cuba ¿ve un futuro para nuestro pueblo?
Por Cuba siento una mezcla encontrada de sentimientos. Allí tengo todavía los pocos hermanos que me quedan, pero experimento mucha decepción porque la verdad, me duele tremendamente las cosas que veo y leo, me duele ese pueblo al que atropellan y maltratan y le niegan las cosas más elementales de las necesidades humanas.
¡Que un niño o un anciano no pueda tomarse un vaso de leche!, y qué decir de la represión brutal que sufren, el abandono, tanta gente que se va para donde sea, no les importa para donde; simplemente salen huyendo como el que huye del infierno… ¡estas cosas me golpean mucho, es terrible!
En España he encontrado el lugar donde he podido realizar mis proyectos. Ya llevo más años aquí que en Cuba y he hecho una labor en la música y en la enseñanza, sigo activo como músico y eso me hace feliz porque a los que trabajamos en la rama del arte, desarrollar esa parte de nuestra vida es fundamental.
¿Por qué se fue de Cuba y cómo logró salir del país?
Nunca hay un solo motivo para tomar una decisión de este tipo, pero en los años 1980-81 el país ardía; fue la emigración por el Mariel y nosotros fuimos testigos de muchos abusos y atropellos en las calles por parte del estado.
Estaba la gente que se había metido en la embajada del Perú y yo estaba cansado de soportar las necesidades que ya había en ese momento además de la falta de libertad.
Quería tener una respuesta a mí mismo de mis valores como músico, un poco lo que le pasa a esta ola de deportistas que se han ido porque es lógico que uno quiera medir sus fuerzas, saber realmente donde están ubicados.
Por otro lado teníamos la familia de mi esposa española, con lo cual España nos daba el visado ¡ah! pero sobrevendría otro obstáculo y es que cuando presentamos nuestros documentos ante el Ministerio del Interior, aprobaron a todos menos a mí y lo más triste, no te decían cuándo te liberaban.
Yo conocía personas que llevaban años esperando sin esperanzas y me sucedió algo no fue casualidad. Resulta que yo daba clases en la ENA y rápidamente me botaron del trabajo y me quitaron mi guitarra… ¡mi guitarra! Mi medio de supervivencia que era mía.
Resulta que yo tenía un alumno particular que se salía de lo normal porque era el hijo del embajador de México en La Habana y cuando Erniac Martínez, mi discípulo mexicano, llega a la casa y le informo que no daríamos más clases porque el gobierno me había quitado mi guitarra, imagínese su reacción.
Claro está, él no salía de su asombro y me pregunta: ¿por qué? Yo le respondo que habíamos decidido salir del país y él se quedó perplejo, como se puede quedar una persona que vive en países libres, como diciendo: ¿Y esto que es?
Al rato sonó mi teléfono y era el embajador de México, su padre, Gonzalo Martínez Corbalán para ofrecerme su ayuda ya que Erniac, de ninguna manera, iba a dejar las clases, que él me daba una guitarra. De hecho, me invitó a comer a su casa. Este hombre demostró una sensibilidad tremenda ante aquel atropello… ¡porque aquello fue un atropello a la dignidad humana, uno más! El mío es insignificante al lado de tantas personas que han ido a parar a las cárceles y que todavía están sufriendo la barbarie de ese sistema.
El embajador me ayudó y no sólo porque yo iba a su casa a impartirle clases al hijo sino porque a los seis meses nos llamaron de emigración para la salida.
Quiero significar lo vivido pues tras echarme de mi trabajo, la mayoría de mis amigos, los que creía mis amigos, cruzaban la calle cuando me veían. Esta es una historia repetida de las barbaridades que se vivieron en ese entonces en mi país.
El embajador Gonzalo Martínez Corbalán tenía un alto concepto de la libertad y la moral, sin importarle de qué bando estuvieran, ayudó a muchas personas, no sólo en Cuba.
Lo hizo también cuando el golpe de estado en Chile y él era el embajador allí. Esto fue un poco mi historia, que narro con mucho orgullo y sintiendo que aquello fue algo milagroso.
Mi salida de Cuba fue muy traumática porque lo dejas todo, tu familia, tus amigos, tu contexto, para ir a un lugar incierto y como diría mi amigo, el músico Paquito D' Rivera, yo vine a bailar a la casa del trompo, porque España es la madre de la guitarra.
Y sí, mucha verdad, máxime cuando los comienzos siempre son duros; no obstante, me desenvolví bien y conseguí amigos, trabajo y eché a andar hasta el día de hoy que no he parado y he podido encaminar todos mis proyectos en lo que me gusta que es la música.
Flores Chaviano, compositor y director de orquesta, se ha presentado en multitud de escenarios; entre ellos, la Sociedad Chopin de Varsovia, el Lincoln Center de la ciudad de Nueva York, el Kennedy Center de Washington, el Teatro Real de Madrid, el Círculo de Bellas Artes, el Auditorio Nacional de Música también de esa ciudad y el Teatro de Bellas Artes de México.
Antes de partir de Cuba, intervino en el “Encuentro de Guitarristas de América Latina y el Caribe realizado en La Habana. Ha sido acompañado por las orquestas cubanas de Santiago de Cuba, Matanzas y la Sinfónica Nacional”
¿Cómo empezó en la música?
Comencé mis estudios de música con una gran persona, Pedro Julio del Valle, profesor de guitarra, vecino de mi calle, con él empezó mi afición a la guitarra… guitarra que no tenía y que prestó. Más tarde matriculé al conservatorio de Santa Clara y no borro de mi memoria aquellos instantes vividos en medio de una ciudad alegre, con un puerto de mar con mucho movimiento, los bares con sus vitrolas animando el éter, mis amigos, con algunos de los cuales mantengo comunicación.
¿Qué ha representado la guitarra para usted, que pasa si lo privaran de su instrumento?
Nunca me he preguntado qué sería de mí sin la guitarra; ha sido mi compañera desde muy pequeño. Yo en aquellos primeros años con mi guitarra andaba detrás de los trovadores del pueblo que también alegraban los bares, había quienes tocaban la mandolina y otros cantaban, los tríos de voces, recordemos que uno de los más grandes de la música cubana es de Caibarién, me refiero a Manuel Corona. Además, estaba Crescencio Rojas la mejor voz de los tríos de Cuba.
A los 18 años me fui a La Habana directo a la Escuela Nacional de Arte, hice unas pruebas y me gané la beca; etapa interesante de mi vida a la que agradezco una educación musical rigurosa sobre todo en la guitarra con mi maestro Issac Nicola. Añade a esto lo aprendido en dirección coral.
Comienzo a dar conciertos con la guitarra, gané el primer premio del curso internacional de la UNEAC y tras graduarme de la ENA dirigí el coro madrigalista de Santiago de Cuba.
¿Origen de sus composiciones?
Estando en la ENA escribí mi primera obra, un ciclo de cuatro piezas para guitarra, casi todo lo que escribía era para guitarra y para coro; mis referentes más cercanos fueron Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Heitor Villa-lobos de Brasil y luego cuando estudié composición, exploré todos los caminos más vanguardistas, más abiertos y seguía mi actividad de concertista estrenando muchas obras de colegas compositores que también dejaron una huella en mi visión de la composición.
Cuando escribo música siempre el sentimiento cubano sale y no pongo freno a eso y creo que es el sello que identifica mi música.
Aunque estudió en el ISA no se pudo graduar porque tenía que hacer el servicio social y eso le imposibilitaba su salida del país. En su juventud coincidió con Rolando Moreno, compañero de estudio de guitarra y amigo entrañable.
¿Qué maestros han ampliado su yo?
Primero, mi maestro Issac Nicola, fundador de la escuela cubana de Guitarra; compositores como Caturla, Villalobos, Stravinsky, Béla Bartók, el propio Schoenberg y también de la música electrónica: he trabajado así toda mi vida, me he enriquecido con todos esos contemporáneos.
Flores Chaviano es un compositor de una basta trayectoria para ballet, coro y orquestas donde se destacan varias piezas, entre ellas, Requiem a un sonero para guitarra y Cuatro escenas sobre las Danzas de Isaac Albéniz
¿Le queda algo o alguien en Cuba?
Cuando miro para Cuba y hablo con mis dos hermanos mayores que son los únicos que me quedan allá, realmente me siento aplastado con un dolor inmenso por la situación terrible que está viviendo ese país y que da la sensación de que a nadie le importa.
Me alegro mucho de que mi hija haya crecido aquí, que se hiciera músico aquí que mis nietos nacieran aquí, porque si bien es cierto que el capitalismo no es la perfección creo que es lo que más se le parece y al menos van a disfrutar de libertad.
¿Qué hace hoy Flores Chaviano?
Hace 30 años fundé una de mis agrupaciones, que aún dirijo: “Nuevo Ensemble de Segovia” con el que sigo interpretado todo tipo de música, tengo un cuarteto que se llama “Iberoamérica” donde toco la guitarra además hay violín, viola y cello.
También hago música desde hace más de 20 años con mi hija que toca la viola y mi esposa que canta con otra chica soprano. Se trata de un grupo que le llamé “Trova Lírica Cubana” y nuestro repertorio se basa en todos los géneros de la canción cubana; esas canciones que la gente ha olvidado y que tienen un valor sentimental y artístico tremendo… ¡y por supuesto sigo escribiendo música!
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