Entregan a Museo en Pinar del Río el Premio Cervantes otorgado en 1993 a Dulce María Loynaz

Dulce María Loynaz recibió el Premio Miguel de Cervantes de manos del Rey Juan Carlos de España en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

Premio Cervantes de Dulce María Loynaz © Facebook/Centro Cultural Hermanos Loynaz
Premio Cervantes de Dulce María Loynaz Foto © Facebook/Centro Cultural Hermanos Loynaz

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El Premio Cervantes otorgado en 1993 a Dulce María Loynaz por el Rey Juan Carlos de España fue recibido este martes por el Centro Cultural Hermanos Loynaz, ubicado en la provincia de Pinar del Río.

Según una publicación en Facebook de la propia institución cubana fue el director del museo Luis Enrique Rodríguez Ortega, quien recibió el importante premio obtenido por la destacada poetisa.


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“A 31 años de este trascendental suceso, María del Carmen Herrera, heredera del patrimonio de quien es una de las más reconocidas autoras de Hispanoamérica, lega al sitio que acoge su obra y fomenta el desarrollo de la literatura tan importante distinción”, dijeron.

Nacida en La Habana, el 10 de diciembre de 1902, Dulce María fue hija del general del Ejército Libertador Enrique Loynaz y del Castillo.

Desde pequeña alimentó el amor por la poesía y otras artes. Y ese amor por el refinamiento y la aristocracia del espíritu también se trasmitió a sus hermanos, Enrique, Carlos Manuel y Flor, todos ellos poetas, aunque solo Dulce y Enrique llegaron a publicarlos.

Antes de optar por el aislamiento, y de renunciar voluntariamente a escribir poesía, todo lo cual ocurrió alrededor de 1959, Dulce viajó por el mundo entero, visitó Estados Unidos en 1920, y más tarde estuvo de visita en Turquía, Siria, Libia y Egipto.

En 1929, en ocasión de su viaje a Egipto, en una visita a Luxor y a la recién descubierta tumba del joven faraón escribió Carta de Amor al Rey Tut-Ank-Amen.

También en 1928 había comenzado a escribir su novela Jardín, cuya redacción le tomó siete años, hasta 1935 y que solo vino a publicar en 1951. La novela, con una trama muy escueta, ya vaticina su posterior recogimiento, pues se trata de la meditación de una mujer encerrada en su jardín.

Aun cuando se dejaba ver muy poco en público, y concedía escasas entrevistas, su obra fue reconocida clamorosamente por los cubanos luego de 1984, cuando resulta candidata al Premio Miguel de Cervantes.

Finalmente, la belleza y calidad de su obra le ganó la partida a los muchos esquemáticos que quisieron silenciarla como parte del "pasado burgués". En 1985 se publica en La Habana una edición de Poesías Escogidas y en 1987 es nominada nuevamente al Cervantes.

Finalmente, recibió el Premio Cervantes, de manos del Rey de España, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 23 de abril de 1993. Este premio la instaló nuevamente, ya en el ocaso de su vida, en los planos más estelares del mundo literario iberoamericano, incluyendo a su amada Isla.

En 1992, vio la luz Fe de vida, su última obra, entregada años atrás a su amigo Aldo Martínez Malo, con la condición de que solo se conociera cuando hubiese cumplido 90 años, o después de su muerte. Durante estos años dicta conferencias, discursos, recibe premios y condecoraciones y es homenajeada por distintas instituciones culturales cubanas.

La última aparición pública de Dulce María Loynaz, ocurrió el 15 de abril de 1997, con motivo del homenaje que le rindiera la Embajada de España, en el portal de su casa, celebrando el aniversario 45 de la publicación de su novela Jardín.

Falleció diez días después, en su mansión de El Vedado, rodeada de obras de arte, recuerdos de otras épocas y una decena de perros.

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