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El sí pero no de la Unión Eléctrica de Cuba

Atrapada en el remolino de su déficit de capacidad de generación y azotada por el torbellino de opiniones de los cubanos que soportan prolongados y frecuentes apagones, la UNE zozobra en cámara lenta, incapaz de poner remedio al colapso del sistema electroenergético nacional.

Díaz-Canel en la Central Termoeléctrica del Mariel (agosto de 2022) © X / Presidencia de Cuba
Díaz-Canel en la Central Termoeléctrica del Mariel (agosto de 2022) Foto © X / Presidencia de Cuba

La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) quiere, pero no puede. La empresa estatal socialista se debate en estos días entre dos estrategias comunicativas o “relatos”: la de prometer un futuro medianamente esperanzador a sus usuarios, o prepararles para un escenario aún más “terrible y complejo”.

Atrapada en el remolino de su déficit de capacidad de generación y azotada por el torbellino de opiniones de los cubanos que soportan prolongados y frecuentes apagones, la empresa que dirige Alfredo López Valdés zozobra en cámara lenta, incapaz de poner remedio al colapso del sistema electroenergético nacional (SEN).

Lastrados por infraestructuras obsoletas, falta de inversión, crudos pesados y sulfurosos, y la centralidad de las empresas estatales en el diseño postcomunista del gobernante Miguel Díaz-Canel, el SEN y la UNE se hunden en el cieno de sus propias declaraciones, aparentando transparencia en un baile de megawatts diarios que provoca espasmos entre los cubanos.

"Con la posibilidad de ser linchado en la red, lo cierto es que esta noche la nación se puede acercar a los mil 200 MW de déficit. Mañana veremos las cifras de la UNE. Pero (y siempre hay un pero) Felton ya se alista para que en un par de días, quizás tres, retome la generación. También reconocer que a mitad de semana, se incorporan 500 MW, así que se resucitan los apagones en tiempo, pero, en honor a la verdad, tendremos", dijo este lunes el periodista oficialista José Miguel Solís en sus redes sociales.

Captura de pantalla Facebook / José Miguel Solís

Semanas llevan la UNE, los dirigentes del régimen y su prensa oficialista diciendo que los apagones se deben a los mantenimientos planificados (estrategia que anunció Díaz-Canel en 2022 para restablecer la generación eléctrica en 2023), que concluirán a finales de junio para garantizar un verano sin apagones en los meses de mayor calor.

Pero, ¿quién puede garantizar el “cero apagones”?, se preguntaba recientemente el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC). Así que la estrategia ahora es “reducir” los apagones, hacerlos más cortos, llevaderos que diría el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, quien afirmó recientemente que, tal y como transcurren en la actualidad, los apagones son “una molestia soportable”.

El gobernante designado que prometió que en 2023 estabilizaría el SEN, y que los “terribles” apagones acabarían en junio, antes del verano, ahora dice que sí, pero no, que la situación mejorará, pero no del todo.

En esas ambigüedades anda también la UNE, celebrando la sincronización al SEN de la Unidad 6 de Nuevitas después de 77 días de mantenimiento, para volverse a desconectar en menos de 24 horas, restablecerse (es “normal” que pasen estas cosas, afirmó uno de sus directivos), y volver a aparecer en la lista de unidades averiadas que publica la empresa en su parte diario de redes sociales (la víspera, sin ir más lejos), aunque en su parte de viva voz el ingeniero Lázaro Guerra Hernández, director técnico de la UNE, dijo que estaba en funcionamiento.

Toca ahora entretener a los clientes con la Unidad 1 de termoeléctrica de Felton, que ayer el Noticiero de la Televisión Cubana celebraba su entrada en la “fase final de mantenimiento programado” y preveía su sincronización al SEN este miércoles, destacando la “proeza laboral” de sus trabajadores.

No le alcanza la vida al periodista oficialista Bernardo Espinosa para explicar lo que pasa en el SEN y las decisiones de la UNE. Se le quedan cabos sueltos en todos sus reportes, que no buscan la verdad del asunto (misión imposible en un régimen totalitario sin libertad de prensa), sino propagar los dictados de Palacio, ese reducto climatizado donde el “sí pero no” deviene el arte de gobernar de la llamada “continuidad”.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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