Alberto Reyes: La fidelidad a una ideología no puede exigir ir contra la justicia, la libertad y la prosperidad ciudadana

"En Cuba se puede amar la ideología marxista, preferir el modelo socialista, optar por el Partido comunista. Es un derecho, pero no puede hacer que se niegue lo evidente".

Sacerdote cubano Alberto Reyes © Alberto Reyes / Facebook
Sacerdote cubano Alberto Reyes Foto © Alberto Reyes / Facebook

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El sacerdote Alberto Reyes, ferviente crítico del régimen, compartió este viernes un texto en el que pide reflexionar sobre qué postura deben asumir quienes hoy en Cuba siguen defendiendo el modelo socialista a pesar de la grave crisis que azota el país.

El Padre Reyes señaló que amar la ideología marxista o ser miembro del Partido comunista es un derecho, pero que ello no puede llevar a negar lo evidente: que la vida cotidiana es muy difícil, con escasez de productos básicos y altos precios, represión a quienes reclaman un cambio político, un sistema educativo colapsado y un aumento alarmante de la violencia.


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Reyes, de la diócesis de Camagüey, aseguró en su perfil de Facebook que si defender una ideología implica ir contra la justicia, la libertad y la prosperidad ciudadana, quien acepte esa exigencia elige ser cómplice del mal, no por fidelidad, sino por sumisión y servilismo.

A continuación, CiberCuba comparte el texto íntegro de la publicación:

"He estado pensando… (LXXV) por Alberto Reyes Pías

He estado pensando en la diferencia entre partidismo y evidencia social

La 'catatimia' es un término psicológico que se usa para designar situaciones donde la persona experimenta una carga afectiva tan grande, que es incapaz de evaluar correctamente la realidad que tiene delante, y se aferra a la ilusión de su mente, dando por real lo que quiere creer, lo que quiere que exista y no lo que realmente existe. ¿No solemos decir, por ejemplo que 'el amor es ciego'?

El amor, el miedo, la incertidumbre… pueden llegar a ser tan intensos en el ser humano, que hacen que niegue la realidad evidente que tiene delante, o que la evalúe desde los afectos y no desde la razón.

Hoy, en Cuba, se puede amar la ideología marxista, se puede preferir el modelo socialista, se puede optar por el Partido comunista, se puede ofrecer la vida por nuestros líderes políticos… Todo esto es un derecho, pero es un derecho que no puede cegar la razón ni hacer que se niegue lo evidente.

¿Y qué es evidente? ¿Qué es lo que la realidad nos pone delante cada día?

Captura de Facebook / Alberto Reyes

Que la vida cotidiana es extremadamente difícil: la comida tiene precios muy por encima del poder adquisitivo de las personas, los medicamentos escasean o no se encuentran, trasladarse es dificultoso y caro, los sueldos no permiten adquirir lo necesario para la vida…

Que cuando una persona expresa públicamente su descontento, o se manifiesta a favor de un cambio de la situación social, es amenazada, acosada o encarcelada.

Que al no existir la separación entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, todo el poder está concentrado y manejado por los órganos partidistas del gobierno, y esto hace que el sistema de justicia esté comprometido a favor de las decisiones del Partido que rige la sociedad, lo cual significa que una persona que discrepe del sistema político actual pueda ser condenada injusta e impunemente.

Que el sistema educativo ha colapsado, y es incapaz de ofrecer una formación con calidad.

Que el sistema de salud es ineficiente y precario, y no puede hacer frente a las necesidades médicas de la población.

Que hay un aumento alarmante de la violencia y la agresividad, elevándose significativamente los robos con fuerza, los asesinatos y los feminicidios.

Que la emigración se ha vuelto una realidad habitual en nuestras familias, con su consecuencia inevitable de abandonos, rupturas y soledades.

Esta situación puede mirarse desde distintas posturas ideológicas o partidistas, pero no puede decirse que no son evidentes, y no puede negarse que necesitan, desesperadamente, una solución.

Si la fidelidad a un Partido o a una ideología exige de una persona una postura en contra de la justicia, la libertad, la verdad y la prosperidad ciudadana, entonces, aceptar esta exigencia no es sólo optar por la ceguera sino elegir ser cómplice del mal. No es fidelidad sino sumisión. No es pasión sino servilismo, en contra de tu propio pueblo y, en realidad, en contra de ti mismo".

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