Alejandro Ramírez Mustelier, un emprendedor cubano residente en España, sorprendió a su mujer italiana Elena Calamandrei, en el restaurante Trocadero, de la localidad del Pilar de la Horadada, en la provincia española de Alicante, donde le pidió matrimonio, "ahora, de verdad", con un ramo enorme de rosas rojas en la mano.
El propietario del bar Willy, ubicado en La Torre de la Horadada, se dirigió a su mujer, madre de sus dos hijos, y le entregó un anillo que llevaba oculto entre las flores.
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"Caballero, no me miren así", se le escucha decir al cubano, dirigiéndose al resto de comensales del restaurante, mientras su mujer al verlo, respondió: "Yo lo sabía". Pero en ese momento, se acercó un músico tocando el saxofón y ella se derrumbó y se le abrazó al cuello, visiblemente emocionada.
Fue entonces cuando él, delante de todos los clientes del restaurantes le dijo: "Señora Elena Calamndrei, madre de mis dos hijos, mujer de tantos años, de veinte ya, de veintitantos, ¿quiere casarse conmigo, pero ya ahora, como es, ahora de verdad?"
Mientras tanto se ve a una joven que estaba en otra mesa del restaurante, tapándose la cara, muy emocionada, al ser testigo de una escena tan romántica.
En ese momento, Elena Calamandrei se abrazó al músico, que pidió después disculpas al resto de clientes del local, aclarando que era una sorpresa que ella no se esperaba. Y en ese momento, la pareja recibió un fuerte aplauso de todos los presentes en el restaurante.
Alejandro Ramírez salió de Cuba casado con Elena Calamandrei, cuya familia estaba muy vinculada a la gastronomía. Fue ella la que le dio el impulso para abrir un restaurante cubano en España. Por eso se mudaron de Italia a Madrid y de Madrid a La Torre de La Horadada. En Madrid, Ale, como le llaman cariñosamente los amigos, se dedicó a distribuir publicidad. Y esa agilidad que consiguió en el reparto de folletos la utilizó en La Torre para promover fiestas cubanas que organizaba en el Bar Willy con "comida gratis" y cobrando sola las copas.
Costó que la gente del pueblo se hiciera a la idea de que el Bar Willy de toda la vida se convertiría, poco a poco, en un local de comida cubana que sólo abre ocho meses al año. Cuando llega la hora del cierre, muchos vecinos de la zona encargan tamales para congelarlos.
La pareja es propietaria, además, de un bar de copas (La Bodeguita) en una localidad cercana al Mar Menor, en el municipio de Los Alcázares (en Murcia).
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