El invencible luchador cubano Mijaín López dedicó su quinto título olímpico, con el que reafirmó su estatus de leyenda en el deporte, a su padre Bartolo, fallecido en septiembre de 2023.
En una emotiva declaración tras la victoria, el ahora pentacampeón olímpico expresó su satisfacción por cumplir con sus promesas y dedicó el triunfo de manera especial a su papá.
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"Estoy contento por cumplir con lo prometido y con el pueblo de Cuba. Este triunfo se lo dedico de manera especial a mi papá Bartolo, que Dios lo tenga en la gloria", expresó visiblemente emocionado quien logró la mayor hazaña deportiva de los últimos 128 años en los juegos olímpicos modernos.
En una entrevista con la prensa oficial cubana, Mijaín respondió: "Mi papá no pudo verlo, pero él lucha conmigo. Esta medalla va dedicada a él. La vida no le permitió llegar a este momento, pero él cumplió, dejó al mejor del mundo en la tierra."
López acrecentó el martes su leyenda y venció a su compatriota Yasmani Acosta (6-0), representante de Chile, para convertirse en pentacampeón olímpico en una final histórica en los 130 kilogramos del estilo greco de París 2024.
El triunfo representó el primer oro de la isla en la actual justa bajo los cinco aros.
Su única derrota en los Juegos Olímpicos aconteció el lejano 24 de agosto de 2004 versus el ruso Kashan Baroev. Después llegaron solo triunfos en Beijing 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020.
Es considerado uno de los mejores deportistas de la historia.
Los cubanos también celebraron la plata conquistada por Acosta, un luchador formado en la isla que decidió emigrar en 2015, justo en busca de mayores oportunidades al tener a López en la misma división.
En declaraciones al diario oficialista Granma López afirmó que sería "una final muy bonita, de hermandad. Yasmani Acosta y yo empezamos en esto hace mucho tiempo, éramos unos niños, y ahora nos mediremos por un título olímpico".
Tras la pelea, Mijaín confirmó que se retira del deporte activo. Con un andar lento, retornó a la superficie competitiva y regaló una despedida legendaria ante miles de personas presentes en el Champ de Mars Arena: se quitó las zapatillas, y las colocó de rodillas y entre lágrimas sobre el logo olímpico impreso en el colchón.
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