La reciente propuesta del gobernador de Florida, Ron DeSantis, de construir campos de golf, hoteles y canchas de pickleball en parques estatales ha encendido un intenso debate entre diversos actores estadounidenses.
Los planes de la Administración han sido duramente criticados por grupos ambientalistas, que advierten sobre el impacto negativo en ecosistemas que albergan especies endémicas y amenazadas.
El Departamento para la Protección del Medioambiente de Florida anunció el domingo la cancelación de uno de estos proyectos, que contemplaba la construcción de un campo de golf en el parque estatal Jonathan Dickinson, ubicado en el condado de Martin, en la costa este del estado.
Esta retirada marca la primera victoria para los opositores, aunque aún quedan otras ocho propuestas similares en evaluación.
Erika Zambello, portavoz de Audubon Florida, la organización de conservación más influyente del estado, manifestó el rechazo total a todas las iniciativas presentadas.
Según la agencia EFE, Zambello expuso que "destruir 1,000 acres de hábitat crítico para especies como el arrendajo de Florida y las tortugas de tierra es lo opuesto a lo que representan los parques estatales".
El parque estatal Jonathan Dickinson, señalado por Audubon Florida como un refugio vital para el arrendajo de Florida —una especie amenazada que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo—, fue el foco de atención de la propuesta impulsada por la fundación Tuskegee Dunes.
Sin embargo, la presión social obligó a la fundación a desistir, declarando en un comunicado que "no entendíamos el panorama de la comunidad local y agradecemos la claridad. No seguiremos construyendo en el querido Parque Estatal Jonathan Dickinson".
Las demás propuestas incluyen desarrollos en parques estatales como Topsail Hill Preserve, Grayton Beach, Camp Helen, Honeymoon Island, Hillsborough River, Oleta River, Dr. Von Mizell-Eula Johnson y Anastasia.
Los ambientalistas argumentan que estas zonas son cruciales para la preservación de hábitats esenciales y el mantenimiento de la biodiversidad, además de proteger a las comunidades de incendios forestales, inundaciones y floraciones de algas nocivas.
Este controvertido plan ha puesto de manifiesto la tensión entre el desarrollo económico y la conservación ambiental en Florida, un estado que lucha por mantener su frágil equilibrio ecológico ante el creciente interés en proyectos de infraestructura turística.
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