Ulises Toirac cuenta divertida anécdota de Antolín el Pichón con Paulo FG en grabación de Sabadazo

Según Ulises, los salseros llegaban tarde a la grabación del programa: se daban lija o se quedaban dormidos por el concierto de la noche anterior, y los actores debían esperar.

Gustavito, Boncó Quiñongo, Carlos Otero y Ulises Toirac en Sabadazo © Ulises Toirac / Facebook
Gustavito, Boncó Quiñongo, Carlos Otero y Ulises Toirac en Sabadazo Foto © Ulises Toirac / Facebook

El humorista Ulises Toirac relató una divertida anécdota que ocurrió en Cuba en los años 90, cuando el popular programa Sabadazo hacía olvidar al pueblo al menos por un rato las escaseces y penurias del llamado Periodo Especial.

Ulises recordó que en aquella época los actores cómicos eran tan famosos y queridos como "los Beatles", pero aclaró que siempre había alguien que les bajaba el ego, y se refirió a los salseros, que "eran mundo aparte".

"Igual que los humoristas de Sabadazo, eran estrellongas en el firmamento del cubano. Había un boom de la música bailable cubana y las principales figuras de las orquestas eran superhéroes Marvel", dijo en su muro de Facebook.

Según el comediante, los salseros siempre llegaban tarde a la grabación del programa. "Se daban su lija la mayoría... o sencillamente se les pegaban las sábanas del concierto de la noche anterior", dijo.

Captura de Facebook / Ulises Toirac

Los actores, ya vestidos y caracterizados, se sentaban a conversar en el salón de maquillaje mientras los esperaban.

Un día en que debía actuar Paulito FG, eran las tres de la tarde y Antolín, desesperado y molesto, empezó a quejarse del abuso de los músicos.

"¡El Paulito ese! ¡Ni que fuera Alain Delon!", exclamó, sin ver que el cantante había asomado la cabeza en el salón sin decir nada.

"¡Con su bobería y su risita yo no sé quién coño se ha creído que es!", agregó el guajiro de Manacas, mientras Paulito en la puerta lo miraba con aspecto serio.

Los demás solo podían tratar de aguantar la risa, hasta que Carlos Otero le indicó con un gesto que se diera la vuelta.

La historia concluye cuando el humorista se viró y al ver a Paulito dijo, con voz casi inaudible: "¿Qué hay, figura?".

"La de gente dándole a las paredes y tiraos en el piso ahogados de la risa no la pude contar. Yo estaba disfrutando reírme como pocas veces en la vida", concluyó Ulises.

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