La compañía SpaceX logró un hito sin precedentes en la historia de la exploración espacial y la tecnología aeroespacial este domingo, al realizar un exitoso vuelo de prueba de su cohete Starship.
Este cohete, el más grande y poderoso jamás construido, no solo despegó con éxito desde la base de Boca Chica, Texas, sino que el propulsor fue atrapado de vuelta por unos gigantescos brazos robóticos en la misma plataforma de lanzamiento desde donde despegó.
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Se trata de un acto de precisión milimétrica. Representa un paso gigante en la carrera por la reutilización de cohetes, y es una innovación clave que promete hacer la exploración espacial más accesible y menos costosa.
El mundo celebra estos avances en la tecnología, mientras en Cuba la realidad es muy diferente. La isla sigue atrapada en una crisis energética que parece interminable, con apagones masivos que afectan la vida diaria de millones de cubanos.
Esto se debe, entre otras razones, a tener una infraestructura obsoleta. Las centrales termoeléctricas (CTE) cubanas, la mayoría construidas entre las décadas de 1960 y 1980, sufren un desgaste considerable debido a la falta de mantenimiento adecuado y la antigüedad de sus equipos.
CTE claves como Antonio Guiteras, Mariel, Renté y Felton son ejemplos de cómo la falta de inversión en tecnología y energías renovables ha dejado al país en una dependencia crítica de combustibles fósiles importados, principalmente desde Venezuela.
La situación empeora en los meses de verano, cuando la demanda de electricidad aumenta por el uso de ventiladores y aires acondicionados, y el sistema es incapaz de generar suficiente energía, provocando apagones prolongados que limitan la actividad económica y afectan la calidad de vida de los cubanos.
El mundo ya es testigo de la audaz reutilización de cohetes en SpaceX, pero millones de cubanos solo pueden mirar hacia el interruptor, esperando que las luces vuelvan a encenderse, a pesar de que a oscuras se vean mejor las estrellas.
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