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La crisis energética en Cuba sigue agravándose y los prolongados apagones han sumido a la población en una creciente desesperación.
Con la termoeléctrica de Cienfuegos fuera de servicio y un sistema eléctrico nacional colapsado, miles de familias cubanas enfrentan frecuentes y prolongadas interrupciones diarias en el suministro eléctrico, afectando no solo sus rutinas, sino también su salud física y emocional.
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La falta de electricidad afecta desde la refrigeración de los alimentos hasta la imposibilidad de acceder a servicios básicos como el agua potable. "Nos estamos acostumbrando a vivir en la oscuridad, y eso es lo más triste", comentó este lunes un residente de Santiago en las redes sociales de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE), al ver que las “afectaciones” ascendían a 1,370 MW.
Las redes sociales se han llenado de quejas y súplicas de los ciudadanos, quienes no solo exigen una solución urgente, sino que también critican la falta de transparencia y la ineficacia de las autoridades para resolver una crisis que parece no tener fin.
"Es un caos vivir así, no puedes planificar nada", comentó otro usuario, describiendo cómo los apagones afectaban tanto el trabajo remoto, como el bienestar de su familia, especialmente en un contexto donde los alimentos y productos esenciales ya son escasos.
"¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta pesadilla? Ya no se puede vivir en Cuba", dijo otro usuario expresando la desesperanza total ante una situación que parece no mejorar, sino agravarse con el tiempo.
"Cada día es un sufrimiento. Los niños no pueden dormir, no hay luz, no hay agua, no hay nada", protestó una madre poniendo de relieve el impacto emocional y físico de los apagones en los sectores más vulnerables de la población, como los niños y ancianos.
"El gobierno solo nos da excusas, pero no soluciones. Vivimos peor cada día"; "¿De qué sirve tener termoeléctricas si ninguna funciona? La situación es crítica y no hay visos de mejoría", protestaron otros cubanos.
"En mi casa los apagones son de más de 12 horas. No puedo ni usar el ventilador en esta calor infernal"; "Mi mamá está enferma y necesita oxígeno, pero sin electricidad es imposible usar el concentrador", suplicaron otros subrayando cómo los apagones están poniendo en peligro vidas humanas, en especial de personas con condiciones de salud delicadas.
"Antes eran unas horas al día, pero ahora ya ni sabemos cuándo tendremos luz", dijo una cubana haciéndose eco de la incertidumbre ante la falta de un cronograma fiable de cortes, lo que genera una angustia constante en la población.
"Estamos en el siglo XXI y aún no podemos tener electricidad estable. Es una vergüenza total"; lamentó otro usuario haciendo un llamado a la modernización y una crítica al retraso que vive el país en un área tan esencial como la energía eléctrica.
"El derecho a vivir se está desvaneciendo", sintetizó una cubana que, como millones, ve que la vida transcurre cada vez entre mayores carencias y dificultades, cercanas a un nivel similar a las de un pueblo víctima de un ralentizado genocidio.
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