Ariel Valdés Pinto, un campesino cubano de Mayajigua, Sancti Spíritus, trabaja entre 15 y 17 horas diarias en el puesto de guarapo con el que recorre varios mercados de Tacoronte, en Tenerife (Canarias), y cuando termina, sobre las tres de la tarde, se dedica a cuidar de sus cañaverales, sus aguacates y su ají cachucha en una finca que comparte en esta isla española.
Valdés Pinto no se imagina su negocio en Cuba porque reconoce que allí todo son trabas. Él ha encontrado en Tenerife lo que le gusta y lo que ha tenido toda su vida: la caña de azúcar. "Yo desde que nací, nací dentro de los cañaverales", dice a CiberCuba.
En una entrevista concedida a este portal, Ariel Valdés confiesa que tiene diagnosticado un tumor cerebral. Se dio cuenta cuando hace unos años estaba friendo chicharrones y sufrió un entumecimiento de los cachetes. Tras realizarse un TAC, los médicos le confirmaron que tiene una lesión del tamaño de un chícharo, que no crece, por lo que creen que pueda tenerlo de nacimiento.
"Lo tengo como compañero de trabajo. Si te pones a pensar en eso, te pones chungo (malo) en una esquina y no sigues adelante", comentó Valdés Pinto, en declaraciones a este portal.
Además, en la entrevista cuenta que no tiene mayor ambición que seguir cultivando varias variedades de caña de azúcar, entre ellas la Cinta y la Media Luna, y recorriendo los mercados de Tacoronte con su puesto de guarapo porque le gusta lo que hace y con eso da de comer a su familia y hace felices a los muchos latinos de Tenerife, a los que le guarapo les recuerda su tierra y sus orígenes.
Por eso, dice, en su puesto pueden beber guarapo los que tienen para pagar y los que no. "Yo no le cobro a una mujer embarazada ni a una señora en silla de ruedas", comenta con humildad.
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