Pinar del Río se encuentra en una situación crítica tras acumular más de 120 horas continuas sin suministro eléctrico, un apagón que comenzó el martes 5 de noviembre y que ha llevado a la población al límite de la resistencia.
Según reportes de José Rolando Casares Soto, periodista independiente y opositor, la ciudad se encuentra prácticamente en tinieblas, a excepción de algunos puntos específicos como las instalaciones de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A. (ETECSA) y el conocido como Reparto Los Militares, que mantienen la luz mientras el resto de los pinareños lidian con la oscuridad y sus consecuencias.
Así lo denunció el activista en un video compartido en las redes sociales de la organización no gubernamental Cubalex, en el que mostró desde una azotea una panorámica de la ciudad completamente a oscuras, salvo en dos puntos: la mencionada empresa estatal y el barrio donde residen los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Pinar del Río.
“Además de la falta de energía, el periodista reporta una notable presencia policial en las calles de Pinar del Río, lo que intensifica la tensión en la ciudad”, explicó en su publicación la ONG, denunciando que “la crisis energética ha intensificado la grave situación humanitaria” en el país.
El llamado Reparto Los Militares –denominación que recibe en los comunicados de apagones programados por la Empresa Eléctrica de Pinar del Río- se encuentra, según indicaciones de Casares Soto cercano o perteneciente al Reparto 10 de Octubre.
Más allá del susodicho reparto, la panorámica de la ciudad mostraba luces en la antena de ETECSA, una estación policial y menos de una docena de puntos iluminados en residencias gracias a plantas eléctricas de particulares.
“Pinar del Río completamente a oscuras”, resumió Casares Soto en su publicación, alertando que esta situación se remonta al colapso total del sistema electroenergético nacional (SEN), ocurrido el pasado 18 de octubre, fecha desde la cual la provincia más occidental de Cuba se encuentra en un masivo apagón.
Crisis energética en Cuba y su impacto en la provincia de Pinar del Río
Este prolongado corte eléctrico no es un hecho aislado, sino parte de una crisis energética que afecta a Cuba desde hace meses, y que se ha agudizado en las provincias occidentales como Pinar del Río.
De acuerdo con informes previos, al menos cuatro provincias, incluyendo Pinar del Río, han experimentado desconexiones recurrentes del sistema eléctrico nacional. La falta de mantenimiento en las infraestructuras, la escasez de combustible y una red eléctrica desfasada han contribuido al colapso del servicio, obligando a miles de familias a vivir en condiciones que rozan la emergencia humanitaria.
La situación es particularmente preocupante en Pinar del Río, donde la falta de electricidad ha impactado severamente el acceso a servicios básicos como el agua potable y la conservación de alimentos.
La prolongada ausencia de energía eléctrica dificulta el funcionamiento de bombas de agua y sistemas de refrigeración, lo que a su vez afecta la salud pública y la seguridad alimentaria de la población. A medida que las horas pasan sin señales de una solución cercana, la incertidumbre y la frustración crecen entre los habitantes.
Los ciudadanos han señalado que la distribución desigual del suministro eléctrico, donde solo algunas zonas específicas tienen luz, aumenta la percepción de desigualdad y discriminación.
Mientras el reparto de los militares y otros puntos estratégicos continúan con electricidad, las comunidades más vulnerables quedan sumidas en la oscuridad, sin medios para enfrentar el calor ni la falta de recursos básicos. Este contraste ha generado un fuerte descontento social y ha llevado a algunos a cuestionar las prioridades de las autoridades locales y nacionales.
La presencia policial, reportada por Casares Soto, añade una capa más de tensión a la ya delicada situación. La vigilancia en las calles y la represión de cualquier intento de protesta son prácticas comunes en contextos de crisis en Cuba, y Pinar del Río no es la excepción.
En ocasiones anteriores, las protestas por apagones prolongados en diferentes partes del país han resultado en detenciones y medidas represivas. Recientemente la Fiscalía General del régimen cubano confirmó arrestos relacionados con manifestaciones por la falta de electricidad.
El problema de los apagones no es nuevo en Cuba, pero ha alcanzado una intensidad sin precedentes en los últimos meses. La Unión Eléctrica de Cuba ha admitido que las “afectaciones” en el servicio se deben tanto a la falta de combustible como a fallas en las infraestructuras eléctricas.
Sin embargo, las soluciones propuestas hasta ahora han sido vistas como insuficientes para cubrir las necesidades de la población. En el caso de Pinar del Río, la falta de inversión y modernización de las plantas eléctricas ha hecho que la situación sea especialmente difícil, limitando las alternativas para los residentes.
La crisis energética en Cuba ha puesto a prueba la paciencia de los cubanos. En Pinar del Río, los habitantes se enfrentan diariamente a un escenario de incertidumbre, intentando mantener un sentido de normalidad mientras el suministro eléctrico sigue siendo intermitente y limitado.
Los apagones prolongados afectan no solo a los hogares, sino también a hospitales, centros educativos y pequeños negocios, paralizando actividades y sumiendo a la región en una profunda crisis económica y social.
Los especialistas han subrayado la urgencia de implementar cambios estructurales en el sistema eléctrico de Cuba para prevenir que situaciones como esta se repitan. No obstante, las soluciones a largo plazo siguen siendo un desafío monumental en un país que depende en gran medida de una infraestructura obsoleta y de recursos energéticos limitados.
La población de Pinar del Río, al igual que en otras regiones de Cuba, enfrenta un futuro incierto mientras la crisis energética persiste. En el corto plazo, la expectativa de una mejora parece distante, y las comunidades continúan luchando con la esperanza de que la situación cambie antes de que la falta de recursos y la fatiga social se conviertan en una crisis aún más profunda.
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