Numerosos fieles católicos en Santiago de Cuba consideran que el 2024 ha sido uno de los años más difíciles que recuerdan, en un contexto de crisis económica, apagones prolongados y descontento social.
“Señor, quiero pedirle que se lleve todo lo malo, el hambre, la miseria, la necesidad que estamos pasando en este momento, y espero que para el año que viene pueda mejorar y quedarme con lo bueno, la fe y la esperanza de que algún día pueda mejorar la situación. Llévate todo lo malo”, expresó una mujer en un emotivo video compartido en Facebook por el cura católico Leandro NaunHung.
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En otro fragmento del video, una santiaguera de la comunidad del Oasis, en Baconao, denunció estar cubierta de hollín por verse obligada a cocinar con leña ante la persistente escasez de gas licuado.
Otros testimonios relataron la creciente inseguridad que enfrentan los santiagueros en las comunidades rurales, donde los robos de plantaciones y animales son frecuentes, agravando aún más las ya precarias condiciones de vida.
“Hace dos meses, padre, que no ponen el agua aquí. Mira yo cómo tengo ropa ahí sin lavar porque nada de agua”, dijo una madre que además mostró algunas de las medidas que tiene que adoptar con sus hijos para lograr descansar en las noches debido a los persistentes apagones.
“No llega comida a la tienda. No hay arroz, no hay azúcar, no hay nada. Fongo es lo que estamos comiendo” apuntó la mujer, describiendo el estado de abandono que padecen debido a la inacción del régimen.
Otros testimonios recogidos en el video compartido por el padre NaunHung, quien habitualmente da voz a las personas y sus problemas, reflejan el agotamiento de una comunidad que enfrenta no solo la escasez de alimentos y medicinas, sino también una creciente incertidumbre sobre el futuro.
“Este año ha sido un año muy difícil entre las necesidades y enfermedades. Por la fe, el discípulo de Cristo debe aprender a asumir con amor todas esas realidades difíciles y adversas que a diario tenemos que afrontar”, señaló una feligresa antes de arrojar al agua un calendario, como un acto simbólico para despedir un 2024 funesto para los cubanos, con la esperanza de que el 2025 sea mucho mejor.
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