Los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos anunciaron este martes una de las mejores noticias de la que ha sido la temporada ciclónica más activa de las últimas tres décadas en el Atlántico: “No se espera la formación de ciclones tropicales durante los próximos siete días”.
Las imágenes del satélite y las gráficas del clima publicadas este 19 de noviembre por el NHC muestran las zonas del Atlántico, el Mar Caribe y el Golfo de México completamente despejadas, lo que parece indicar que la temporada ciclónica 2024 ha llegado a su fin, cuando aún nos separan 11 días de la fecha oficial que marca su término.
“Para el Atlántico Norte, Mar Caribe y el Golfo de México: No se espera la formación de ciclones tropicales durante los próximos 7 días”, dijo el NHC en su predicción.
El meteorólogo cubano Raydel Ruisanchez se hizo eco del aviso de la institución estadounidense. “Creo que hemos concluido la temporada ciclónica”, dijo en una publicación en redes sociales. “Cuando sólo restan 11 días para que oficialmente concluya la temporada ciclónica, no se espera ningún desarrollo ciclónico”.
No obstante, advirtió que “todavía existen ciertas condiciones favorables en el Mar Caribe para la formación de ciclones tropicales, pero hay muy baja probabilidad de que esto ocurra”.
Durante la temporada de ciclones 2024 en el Atlántico, que como todas se inició el pasado primero de junio y concluye el 30 de noviembre, se registraron 18 depresiones, 18 tormentas y 11 huracanes, de los cuales cinco fueron huracanes mayores, es decir, de categoría 3 o superior, según la escala de Saffir-Simpson (de un máximo de 5), indicó un resumen estadístico publicado por la enciclopedia digital Wikipedia.
Los ciclones de este año dejaron 375 víctimas mortales y daños por $148.29 mil millones de dólares, marcando la temporada como “la tercera más costosa registrada en la cuenca”, hasta el momento, de acuerdo con el sitio web.
Visto el número de eventos registrados cuando está a punto de concluir la etapa ciclónica 2024, es evidente que los meteorólogos acertaron por mucho en sus predicciones.
Los especialistas de la Universidad Estatal de Colorado (CSU), pioneros en las previsiones estacionales de huracanes, habían anunciado a inicios de junio que esta temporada sería “extremadamente activa”, con 23 tormentas con nombre, 11 huracanes y cinco huracanes de categoría 3 o superior en el Atlántico.
Sus pronósticos superaron con creces la media de los últimos 30 años, que era de 14 tormentas con nombre, siete huracanes y tres de categoría 3 o superior.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) había advertido antes de comenzar la temporada que se esperaba fuera la más activa de las últimas tres décadas, con entre 17 y 25 tormentas con vientos superiores a 62 kilómetros por hora.
A Cuba la impactaron directamente dos potentes huracanes: Oscar (categoría 1) y Rafael (categoría 3), que dejaron tras de sí una estela de destrucción y pérdidas considerables.
Oscar azotó el 20 de octubre la región oriental, principalmente la provincia de Guantánamo, donde provocó inundaciones descomunales que dejaron aisladas a comunidades enteras y severos daños en viviendas, infraestructuras y la agricultura, en los municipios de San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa, los más afectados.
Pero el perjuicio más importante fue la pérdida de al menos ocho vidas humanas, según las cifras oficiales del gobierno, que también reportó dos personas desaparecidas. Hasta el momento, esos datos no han sido actualizados; sin embargo, habitantes de localidades guantanameras afectadas sostienen que hay un número mayor de víctimas mortales.
Dos semanas después, el 6 de noviembre, Rafael se ensañó con el extremo occidental de Cuba, donde fue devastador para las provincias de Artemisa y La Habana, y también ocasionó destrozos en Mayabeque y Pinar del Río.
Derrumbes de miles de casas y otras edificaciones, un apagón general que se extendió por más de una semana, averías en las redes eléctricas y telefónicas, y severos estragos en la agricultura fue el duro golpe asestado por el huracán en el oeste del país, agravando aún más la aguda crisis económica que atraviesa Cuba desde hace un lustro.
Mientras queda atrás la amenaza de huracanes, ya se anunció la llegada de un frente frío que impactará a la isla en los próximos días, provocando lluvias, tormentas eléctricas y un marcado descenso en las temperaturas.
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